Su línea inconfundible, sofisticada, sexy, con abundancia de cueros, dorados y látex, va a la par con una actitud abiertamente reivindicativa en favor de una mayor diversidad en el mundo de la moda.
Rousteing se desmarca así de la discreción que se autoimponen muchos diseñadores, para "tomar la palabra": en 2018, por ejemplo, vistió a un grupo de actrices negras que se manifestaron en la alfombra roja de Cannes por un mayor peso en la industria del cine, y tres años antes, posó desnudo en la portada de una revista gay.
Olivier Rousteing con la directora Anissa Bonnefont (Getty Images)
Pero coincidiendo con la nominación del documental "Wonder boy", de la directora Anissa Bonnefont, a los premios César del cine francés que se entregan este viernes, el diseñador decidió esta vez contar su historia personal en el desfile de Balmain de la Semana de la Moda de prêt-à-porter.
La cinta es un viaje de Rousteing en busca de sus padres biológicos. "Nací como X, un huérfano que no conocía sus orígenes. Crecí obsesionado con cuestiones relacionadas como la transmisión, la raza, la pertenencia, la integración", confesó el diseñador en la nota que acompañó el desfile.
Rousteing, abandonado por su madre somalí y su padre etíope, fue adoptado cuando era un bebé por una familia de Burdeos, "probablemente la ciudad más burguesa de Francia", según el diseñador.
"Aprendí de pequeño, que algunas clases, clubes y grupos estaban cerrados para alguien con mi aspecto y pasé incontables horas soñando (...) cómo podía abrir las puertas y ser aceptado", agrega.