Detrás del uniforme
En cuento a vestimenta, Steve Jobs se caracterizó por utilizar el mismo atuendo cada día: un cuello de tortuga falso de St. Croix, unos jeans 501 de Levi's, unos tenis New Balance y unos lentes redondos de Robert Marc (tenía varios, en distintos metales). ¿Aburrido? Quizás. ¿Icónico? Totalmente. He ahí la primera lección de estilo e imagen que nos dio el empresario: si quieres que la gente te recuerde, tener un estilo insignia siempre ayuda.
Para tener un estilo insignia, hay que tomar como base un uniforme. Para Steve Jobs fue el que ya conocemos, y le funcionó a tal grado que, cuando alguien incidentalmente usa esta combinación, es casi inevitable que reciba un comentario relacionado al visionario. El uniforme, en general, para quien decide tenerlo, es una de las mayores tarjetas de presentación que hay. No sólo se convierte en refrencia, sino que funge como un estandarte de lo que la persona que lo usa representa, y habla mucho de la claridad que tiene sobre sí mismo.
Sin embargo, no necesariamente hay que seguir los pasos al nivel caricaturesco que él lo hizo: basta con apegarse a una fórmula de outfit y darle variedad con distintas texturas y colores. ¿Cómo elegir la fórmula? Haz una lista de todas las prendas que te gustan, y redúcela a los elementos más esenciales. También fíjate que las prendas convivan con tu estilo de vida. De nada servirá que bases tu look en el estilo de, digamos, Kanye West, y que seas un abogado que tiene al menos tres reuniones formales en un día. No importa si tu uniforme no es perfecto; el usarlo constantemente te dará la oportunidad de probar su efectividad, y pulirlo y optimizarlo, de ser necesario. Con el tiempo, verás que cada vez te resulta más rápido y fácil elegir lo que te vas a poner cada día. O bien, puedes hacerlo extremo, como Jobs, y usar exactamente lo mismo cada día.
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Más allá de la estética
La moda de usar un uniforme es cada vez más común entre distintos líderes y creativos –también la han adoptado personajes como el ex presidente Barack Obama y Mark Zuckerberg, el creador de Facebook–, ya que sus beneficios van mucho más allá de la imagen. Mentalmente, el uso de un uniforme ahorra incontables momentos de estrés, y disminuye el potencial de fatiga de decisión; es decir, un deterioro de juicio que ocurre después de largos periodos de tomar decisiones. El uniforme disminuye la cantidad de decisiones que hay que tomar al día, lo que permite que la concentración se dirija a temas más importantes. Además, hace que el proceso de ir de compras sea mucho más sencillo: quien tiene un uniforme jamás va a tener que recorrer una tienda departamental completa, pues sabe perfectamente qué le funciona y dónde encontrarlo.