Antonio Sánchez, el mexicano que trabajó en 'Birdman', tiene nuevo disco
Es 1993, Antonio Sánchez tiene 21 años y está en una fila. Afuera del consulado venden sillas. La espera puede durar hasta 5 horas. El baterista recuerda una de las tantas veces que tenía que ir a tramitar una visa de estudiante. “Eso lo tenía que hacer cada seis meses, así que el tema migratorio para mí, me daba tanta angustia y dolor de estómago”. Desde entonces, estas situaciones son parte de su inspiración y hoy tiene una nueva oportunidad creativa con el lanzamiento del álbum Bad Hombre, una alusión directa a la convulsa era Donald Trump.
El nombre de su reciente producción discográfica es claro. Así se ha referido a los migrantes el Presidente de los Estados Unidos desde su candidatura. En ese sentido, es extraño para el baterista que la comunidad artística permanezca silente ante el debate. “En tiempos de crisis es cuando el arte, generalmente, es una respuesta directa a lo que está pasando en la vida, en la política, en esta situación. Es algo sin precedentes en la historia”.
Para él, su propuesta musical es una forma de alzar la voz es “un llamado a las armas”, dice. “Es un disco oscuro en general, la sonoridad es oscura. Pero quería plasmar algo que tuviera que ver con lo que está pasando ahora y además yo sentía que era un poco mi deber como artista y como mexicano, hacer algo. Hablar de eso”.
Musicalmente, Bad Hombre es una mezcla de improvisación y técnica. El proceso creativo ocurrió de alguna manera a la inversa de lo convencional. Primero improvisó y experimentó diferentes sonidos con la batería que después ensambló con otros sonidos. “La improvisación es la parte subconsciente y después empecé a acomodar las improvisaciones de una manera consciente y a producirlo. Fue un poco de las dos”.
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Para ello, el justo equilibrio entre consciente e inconsciente es lo que mantiene el orden en un proceso creativo dictado por el azar, por el impulso creativo de crear en el momento en que la inspiración llega. Para eso, fue fundamental instalar un estudio en el sótano de su hogar. Un laboratorio de experimentación disponible las 24 horas del día.
Los tracks que integran la producción, anticipa, comparten una congruencia sonora que los vincula, pero al mismo tiempo podrían ser escuchados individualmente. También le cuesta trabajo encerrar el disco en un género particular. No es música electrónica, pero tampoco es jazz acústico. “Hice que saliera un producto diferente a cualquier cosa que yo había hecho antes”, señala.
La visibilidad que tuvo su trabajo después de la realización de la música para la cinta Birdman del mexicano Alejandro González Iñárritu, le permitió medir los alcances dramáticos y narrativos de la batería más allá de un instrumento de acompañamiento. Con ello, llegaron nuevas propuestas para componer temas para proyectos visuales.
En la composición musical para películas el margen para la improvisación es reducido. Antonio comparte que en el proceso, al músico le entrega un corte semifinal de la cinta con algunos temas musicales de referencia que marquen la pauta de los intereses del director. Para su participación en el documental de Fernando León de Aranoa, era su propia música la guía de composición.