De Rusia a México, el viaje de Gregory Emvy

Gregory Emvy pertenece a una nueva generación de artistas rusos. Su preocupación creativa está más allá de los conflictos políticos y sociales de su país. Se concentra en la perspectiva humana y, de momento, está en Ciudad de México para realizar una residencia artística que tiene ya sus primeros frutos.

Desde el elevador, se percibe un fuerte aroma a comida. Al cruzar la puerta descubrimos la causa. Un plato de camarones con una generosa dosis de aguacate, es el alimento de esta tarde caótica y lluviosa en el departamento y estudio de Gregory Emvy, quien a 10 días de vivir en el país, se adecua a sus sabores y olores. Ofrece una palanqueta (dulce típico mexicano) y se dispone a responder algunas preguntas y a compartir sus intenciones creativas respecto a su estancia en México.

De la mano de su abuelo, también pintor, Gregory comenzó su carrera en el mundo del arte desde muy pequeño. Gran parte de su obra la ha desarrollado en Moscú y Londres. Ahora pone su atención en México, un país que le atrae por su cultura, folklore y arquitectura; pero es la naturaleza lo que más le cautiva. Justo en ella se inspira para esta etapa de su obra y para conseguirlo, viajará a lugares del sureste mexicano.

Todas las mesas del apartamento las ocupan sus instrumentos de trabajo: pinceles, acrílicos, óleos. Todos bajo un aparente orden. Gregory viste de negro. Sin zapatos, se conduce por todo el apartamento hasta que toma asiento cerca de la ventana. Enciende un cigarro y explica que es muy interesante para él el trabajo de los artistas mexicanos. De momento, se acerca a la obra de representantes de generaciones previas: Rivera, Kahlo, Siqueiros; también desea entrar en contacto con más miembros de la comunidad artística contemporánea.

“México es un referente muy importante en América Latina. Tiene un boom muy visible en las ferias internacionales. Es un placer muy grande, ser parte de ello”, dice. De esta estancia en el país, ya son visibles dos obras concluidas y una más en proceso de.

La primera es una pieza de colores intensos para la cual, la casa de Luis Barragán fue el punto de inspiración. La segunda es su interpretación de la flora urbana que observó en un paseo cotidiano por la ciudad. “Ahora me estoy enfocando en los colores, ya que México es mucho de colores.”

Gregory Emvy nació en Rusia a mediados de la década de los 80. Una época crucial históricamente para la región. El ocaso de la Unión Soviética y los primeros pasos hacia un país democrático. Esto –según su visión- ha impactado en la producción artística de los últimos 30 años que se ha visto marcada por la ruptura con las tradiciones estéticas. Una generación de la que se siente parte y que de a poco, se abre paso en los encuentros de arte a nivel mundial.

A pesar del convulso momento político que vive Rusia y en este panorama de una nueva vanguardia, Emvy dice alejarse de estos temas. En su opinión, estos serán tópicos de los que nadie hablará dentro de diez años y el arte para él, va más allá. Por ello se enfoca más en las emociones y en los sentimientos.

Como inesperado, así define Gregory Emvy su proceso creativo. “Es posible que a mitad de la noche, sienta la necesidad de pintar y lo hago”. Así, el boceto de la tercera pieza, aguarda sobre el caballete.