¿Por qué Ennio Morricone es tan importante para el cine?
Apenas ganó su primer Oscar con The Hateful Eight, después de musicalizar más de 500 películas. Aunque su nombre es sinónimo de música de western, el compositor italiano es el rey de las melodías. Prueba de ello, su trabajo con Paul Anka, Mina, Demis Roussos, Pet Shop Boys o sus más de 100 composiciones clásicas que han provocado que el nativo de Roma, hoy con 87 años de edad, merezca que alguien más cuente su historia en un documental: The Glance of Music. El encargado de dirigirlo es nada menos que el director Giuseppe Tornatore, de Cinema Paradiso. En entrevista, el músico que cambió para siempre la historia del cine.
¿Qué disfrutas más de ser músico?
La composición es la parte más interesante, pero es, a la vez, una gran responsabilidad. Cuando compones música, escribes algo en un papel, pero luego la orquesta va a tener que interpretarla, y luego está quien la escucha. El resultado final siempre va a depender de la cultura a la que pertenece la gente que escucha esa música porque la percepción puede ser muy distinta en diferentes partes del mundo. Por eso cuando trabajo no sólo le presto atención al deseo del director, sino también a cuál es la audiencia, porque mi objetivo es el público.
En los últimos años, ¿cuál fue la banda sonora más difícil de componer?
Todas las que he escrito, porque incluso las simples tienen desafíos. Cuando escribes una banda sonora eres responsable frente al director. Hay algunos que están listos y otros que tienen miedo de que la música se vuelva más importante que la película. Por eso, aunque la música sea fácil, pueden surgir problemas que hagan que el trabajo se vuelva complicado. Mi objetivo no es sólo hacer algo que me guste a mí sino que se ajuste a lo que el director quería cuando me buscó. Muchas veces cuando un director me llama y le digo que no, es porque no estoy seguro de que voy a tener todo el tiempo necesario para ocuparme del proceso en su totalidad. Nunca delegaría una parte en otro músico. Es una cuestión de responsabilidad moral y de dignidad profesional. Quiero ocuparme de todo porque en eso consiste mi trabajo.
¿Cuáles fueron tus grandes influencias musicales?
Tengo una formación muy clásica. Comencé estudiando a los grandes compositores del pasado. Mi principal referencia es Goffredo Petrassi, que fue mi gran maestro en Roma. Yo comencé a trabajar haciendo arreglos en la división italiana de la RCA, y tuve la experiencia de trabajar en canciones populares que luego se volvieron muy exitosas. Lo cierto es que le hice los arreglos a muchos temas famosos de las décadas del 50 y del 60, y eso tuvo una gran influencia en mí. Mi objetivo principal es el mismo, ser entendido por la gente que escucha mi música y, a la vez, mantener el estilo que me caracteriza. Encontrar un equilibrio es muy difícil. Mi experiencia haciendo arreglos para música pop me ha ayudado mucho a que la audiencia me entienda.
¿De qué manera seleccionas los instrumentos para tus bandas sonoras?
Es una pregunta muy compleja porque a veces no tengo una fórmula precisa para seleccionar los instrumentos que mejor plasmen el espíritu y la idea detrás de la música. En el caso particular de The Hateful Eight utilicé el fagot, el contrafagot y la tuba en el tema principal, pero cuando lo escribí no sabía que lo iba a hacer de esa manera. Por lo general me dejo llevar por el instinto, y suele ser algo que decido en el momento de organizar la orquestación. Ahora que ya he grabado la música puedo entender por qué he usado tal y cual instrumento y no otro, pero mientras lo escribía no tenía idea de cuál iba a ser la mejor manera de interpretarla. Creo que es algo que sale en parte de mi inconsciente y en parte de mi experiencia. Mientras escribo música, lo único que me preocupa es mantener mi dignidad como compositor y estar al servicio del director que me pide que escriba la música para el filme.
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