Tarantino revela los secretos de su último western
Han pasado 23 años desde que Quentin Tarantino sacudió la estructura de Hollywood con Reservoir Dogs y, hoy, al momento de responder sobre el argumento de su nuevo proyecto The Hateful Eight, queda claro que la intención de provocar y poner el dedo sobre la moral sigue igual de vigente. La razón es obvia: Quentin Tarantino parece no haber cambiado demasiado.
Sigue hablando con un entusiasmo desbordante que hace que parezca que no le alcanza el tiempo para llegar a decir todo lo que se le ocurre, y en su cine sigue habiendo elementos muy similares a los de aquel filme en el que también trabajaron Michael Madsen y Tim Roth, dos de los protagonistas de The Hateful Eight, la segunda entrega de su trilogía western.
1. Bob, el mexicano (Demián Bichir)
Quentin sigue siendo Quentin. Y aunque en sus películas parece tocar temas y épocas distintos entre sí, todo se resume a la moral y a los elementos que le ayudan a conectar su filmografía en una gran obra. Al menos, esa explicación parace ser su punto de partida en la entrevista: “Creo que mis películas comparten ciertos elementos. En cada una, por ejemplo, he tocado el tema de la raza, pero también está presente el engaño. Todos mis personajes son verdaderamente buenos actores. Siempre están escondiendo algo. No es algo que yo intente hacer, simplemente aparece. En cada uno de estos trabajos siempre hay un momento en el que un personaje pretende ser alguien que no es y presenta una falsa idea de sí mismo... engaña”, señala, al tiempo que deja claro que el tema está más presente que nunca en su más reciente entrega.
2. Sandy, el ex coronel (Bruce Dern)
En la película, un cazador de recompensas, John Ruth (Kurt Russell), ha capturado a una fugitiva, Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), para llevarla a Red Rock, en Arizona, en donde será ahorcada. En el camino recogerá al mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson) y al nuevo sheriff de Red Rock, Chris Mannix (Walton Goggins). A estos personajes se les sumará más gente en la cabaña, entre ellos, Bob (Demián Bichir), un mexicano a cargo del lugar; Oswaldo Mobray (Roth), quien es el encargado de ahorcar a Daisy; así como el retirado general Sandy Smithers (Bruce Dern) y el misterioso Joe Gage (Madsen), lo que suma ocho antihéroes en escena.
3. Joe, el misterioso (Michael Madsen)
“Mi primera intención fue contar una historia en la que todos los personajes fueran canallas. Cada uno de ellos podría ser un villano en cualquier otro western. Me interesaba que ninguno de ellos tuviera un fundamento moral para sus acciones. La verdad es que a mí me influenciaron mucho las series de vaqueros de la década de los 60. Por ejemplo, Gunsmoke o Bonanza rara vez giraban en torno al protagonista, sino que el personaje más atractivo era el actor invitado, y muchas veces participaban en esos papeles figuras como Charles Bronson, Robert Culp, James Coburn o Vic Morrow. Siempre hacían de personajes que tenían un pasado oscuro y nunca quedaba claro si lo que decían era verdad, si eran, o no, villanos. Pensé que podía ser interesante tener a todos esos personajes, contratar a grandes actores para interpretarlos y reunirlos en un cuarto sin que hubiera uno que tuviera un centro moral. Todos arquetipos: el afroamericano, el sureño, el mexicano... así fue como surgió el argumento”, dice.
4. John, el cazarecompensas (Kurt Rusell)
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Sin embargo, aunque puede compartir muchos elementos con las siete películas que realizó previamente, a la que más se parece The Hateful Eight fue la que dio comienzo a todo, Reservoir Dogs, por su teatralidad. El mismo Tarantino confiesa que, aunque nunca autorizó una adaptación teatral de su primera película, ésta ha sido recreada sobre los escenarios en muchos lugares del mundo, incluyendo una puesta en escena en Irlanda que fue el primer trabajo como actor profesional de Michael Fassbender, que encarnó a Mr. Pink.
“Cuando escribí la película, decidí hacer una lectura del guión en un teatro, con muchos de los actores que después terminaron trabajando en el filme. Estaba confiado de la calidad del material y seguro de que, si nunca la filmaba, podía usar el texto para una obra en una pequeña sala de Santa Monica Boulevard, en donde sólo entraran 99 espectadores, o que bien lo podía mostrar en el Mark Taper Forum de Los Ángeles. Sabía que si lo filmaba y lo hacía en 16 milímetros también iba a quedar bien. Pero una vez que me decidí a hacer la película, me pareció una buena idea tratar de aprovechar todo lo que el cine puede ofrecer. Por eso decidí rodarla en 70 milímetros. Si hubiera hecho una obra de teatro, habría tenido que encontrar una forma de crear la tormenta sobre el escenario, pero en el cine me di el gusto de mostrarla con toda su espectacularidad. Me interesaba que fuera una experiencia visual. La gente piensa que 70 milímetros es un formato que sirve para mostrar paisajes y es algo en lo que no concuerdo, porque en el caso de La Diligencia, sirvió para maximixar la claustrofobia. A mi juicio, el formato ha servido para crear una película mucho más íntima que si la hubiese filmado con el ancho de pantalla regular”, sentencia, dando muestra de que su elección por el famoso formato de los 60 y 70 fue uno de los grandes aciertos de su estreno actual y del fotógrafo Robert Richardson, ganador del Oscar por Hugo (2011), con quien ya trabajó en Django Unchained (2012).
5. Warren, el mayor (Samuel L. Jackson)
Las similitudes en su filmografía previa no impiden que, como también lo ha hecho con cada nueva película que hoy ya es un clásico, haya buscado formas de cambiar: The Hateful Eight homenajea al cine de otros tiempos, con un intermedio poco usual. También incluye una obertura antes de que comience el filme, que sólo podrán ver los críticos, ya que Tarantino decidió no incluirla en su exhibición comercial. Y es también en la música en donde el gran director decidió subir la apuesta, reemplazando su habitual estrategia de elegir piezas al azar para acompañar sus historias por una banda de sonido original, compuesta por una verdadera leyenda: Ennio Morricone.
6. Chris, el sheriff (Walton Goggins)
“Poder contar con él fue un sueño hecho realidad. Yo tengo una gran colección de sus bandas sonoras y ahora tengo mi propio álbum de Morricone para agregar a la colección”, dice jocoso, para luego confesar que, en un principio, no estaba seguro de que convocar al gran compositor italiano fuera a funcionar. “Le envié un guión traducido al italiano. Le gustó, y a su esposa, aún más. Ella fue una de las razones por las que aceptó encontrarse conmigo. Finalmente, nos encontramos en su casa y lo primero que me dijo fue que yo nunca había usado bandas sonoras originales. Y que si a la gente le gustaba lo que yo hacía, ¿para qué lo iba a cambiar? Le expliqué que no estaba seguro de si era una buena idea cambiar, pero que me interesaba mucho trabajar con él. Le expliqué que sentía que este proyecto necesitaba de una banda de sonido original. Que quería que la gente tarareara las melodías durante los próximos 50 años. Por suerte lo convencí. Viajé a Praga para ver cómo la Orquesta Filarmónica de esa ciudad interpretaba la partitura de Ennio. Fue un momento muy emocionante”.
7. Daisy, la juzgada (Jennifer Jason Leigh)
Así, la octava película de Tarantino parece marchar por muy buen camino. Sin embargo, el inicio del proyecto fue traumático cuando una copia del guión fue hecha pública en un sitio de internet y Quentin amenazó con olvidarse del proyecto, como forma de protestar por lo ocurrido. “Pensé en renunciar a filmarla porque estaba dolorido, enojado e indignado... incluso, desilusionado. Siempre he tenido una actitud relajada con mis guiones. Nunca me interesó distribuirlos en papel rojo para que no se puedan copiar, o que tengan una marca de agua que complique la lectura. Me interesa que la gente los disfrute. Pero éste era un ejercicio de escritura. Yo sabía que ése no iba a ser el final y que recién iba a encontrar cómo terminar correctamente la película una vez que escribiera una tercera versión. Por eso, cuando ocurrió, me enojé tanto con la industria, con la permisividad con la que se maneja, el mal comportamiento y la corrupción de la cultura. Me enojó que se filtrara a través de los agentes que representan artistas; no deberían comportarse de esa manera.
8. Oswaldo, el ejecutador (Tim Roth)
Lo bueno es que, gracias al escándalo que armé, cambió la manera de mirar este tipo de situaciones en Hollywood. Unas semanas atrás, quienes dejaron que se filtrara mi guión, hubieran fanfarroneado, pero, luego de mis quejas, entendieron que lo mejor era callarse”, dice Quentin, quien, a su vez, decidió no callarse ante el trato de la policía a los afroamericanos en Estados Unidos, levantando polémica en la industria. “Han sido las tres semanas mas interesantes de mi vida, pero me siento muy satisfecho porque ya no necesito aclarar mis posiciones. Me preocupa que me hayan acusado de odiar a los policías, pero me siento satisfecho de apoyar a las familias que han perdido a un ser querido por abuso de autoridad”, concluye el hombre que sigue luchando, cámara en mano, contra la moral.
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