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Gael, el hijo pródigo del cine mexicano

González Iñárritu, Michel Gondry, Jim Jarmusch... ¿Qué ven los grandes directores en Gael García?
lun 27 julio 2015 03:21 AM
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No (Pablo Larraín, 2012) - (Foto: No (Pablo Larraín, 2012))

A sus 36 años, ya convertido en estrella internacional, Gael sigue sorprendiendo con una carrera cinematográfica tan diversa como compleja, que le permite mantener su presencia en México y, a la vez, explorar otras latitudes. Este año se lo veremos en Zoom, filme de animación del brasileño Pedro Morelli, así como en Desierto, el largometraje debut de Jonás Cuarón, hijo de Alfonso, pero la lista no acaba ahí: viene en los esperados estrenos de Eva no duerme, en la que encarnó a Emilio Massera, uno de los miembros de la dictadura militar que gobernó Argentina, y de Ciudades desiertas, el nuevo filme de Roberto Sneider.

Así, en cada rincón, en cada país y entre los mejores directores, parece que siempre hay espacio para Gael... lo difícil es que Gael tenga espacio para los demás. Por eso aprovechamos de manera "perra", los minutos que García Bernal nos dio.

A juzgar por tus últimas películas da la sensación de que buscas que tengan un trasfondo político...

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Supongo que algo de eso hay, pero en realidad elijo por razones más orgánicas, como, por ejemplo, quién es el director, cuál es la historia que vamos a contar o si es el momento correcto para hacer esa película. Porque participar en un proyecto es un acto de fe, es un pequeño matrimonio en el que tienes que entregar cuerpo y alma, pero, es cierto, creo que la lógica de la política es algo que me interesa intrínsecamente. Yo suelo decir que en cada interacción humana hay una complejidad política, de la misma manera que la hay en lo espiritual o lo sexual.

Pero te mueves con mucha libertad para elegir.

Afortunadamente, sí. Siempre he tenido la sensación de que cuanto más me concentro en lo que quiero hacer, menos complicado resulta todo. Si me doy cuenta que me interesa algo en particular, lucho por obtenerlo. Puede tratarse de hacer una película en determinado lugar o una que pague la renta, porque, de vez en cuando, hace falta ganar dinero. He descubierto que si me limito a hacer sólo lo que me gusta, suelo cubrir todas mis necesidades.

Básicamente, me manejo con libertad, y sé que es un gran privilegio porque la mayoría de la gente no lo puede hacer y, en ese sentido, trato de mantener la congruencia.

¿La paternidad te ha transformado como actor?

Por supuesto. Existe una enorme diferencia en una persona antes y después de tener un hijo. Todo cambia por completo y no soy la excepción. Soy padre todo el tiempo, y me afecta en todo lo que hago.

Leer: "A la audiencia le importan las relaciones humanas": Halle Berry 

¿Cuál ha sido el proyecto más difícil para ti?

Sin dudas, el rodaje de Who is Dayani Cristal, el documental que hicimos siguiendo el camino de un inmigrante hondureño para llegar a Estados Unidos a bordo de “la bestia”, el tren de carga que va de Guatemala a México. Es uno de los viajes más peligrosos que uno puede hacer.

¿Te sorprendes de la evolución del cine mexicano?

Por supuesto. Recuerdo que cuando hice Amores perros le pedí a los productores que me dieran un VHS de la película para mostrárselo a mis padres y amigos, porque no se había estrenado en los cines. Era un momento muy oscuro del cine mexicano. Aquel año se habían hecho seis películas y, cuando finalmente se estrenó y llegó a Estados Unidos, fue una gran sorpresa. Pero ahora es todo mucho más natural.

Si uno le presta atención a los datos demográficos, las películas en español tendrían que funcionar porque hay muchos más hablantes nativos del español que del inglés. Y sin embargo, en América Latina, es algo que no hemos terminado de lograr. Nos hace falta entender que hay una universalidad y que una gran película argentina debería funcionar bien en México, o una buena película mexicana debería tener mucho éxito en Colombia.

Sin embargo, México es el mayor mercado cinematográfico en español por lo que debería haber alguna manera en que las cosas pudieran funcionar. Cada año se hacen entre dos y cinco películas que son verdaderamente fantásticas. Lo cierto es que hoy se puede trabajar allí y vamos borrando ese prejuicio de que la salida es hacer una película que triunfe y luego irse a Hollywood.

Esa pasión por el cine latino, ¿de dónde te nace?

El primero que me invitó a hacer una película fuera de México fue Fito Páez. Yo le dije que sí antes de leer el guión porque quería viajar a Argentina y sabía que podía hacer un acento argentino aceptable, pero también lo hice porque pensaba que se podía crear una unidad a nivel industrial, en donde, como profesionales, pudiéramos trabajar en cualquier parte. Si hay actores australianos que hacen papeles de estadounidenses y británicos que filman en Australia y pueden cambiar su acento, ¿por qué no lo podemos hacer nosotros? Me encantaría hacer una película en Cuba, por ejemplo.

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