La mente maestra de Zizou
Jean Baudrillard dijo alguna vez que "al poder le complace trasladar al futbol ciertas cargas, incluso la diabólica responsabilidad de entontecer a las masas". Rudyard Kipling fue más allá: en uno de sus libros, puso al balompié como "el lugar elegido para que las almas pequeñas pueden ser saciadas por los embarrados idiotas que lo juegan". Y Jorge Luis Borges, escueto, simplemente lo llamó "un juego estéticamente feo". Bastan tres ejemplos para resumir una concepción injusta que ha marcado al futbol a lo largo de la historia, la cual asegura que éste es un juego estúpido por ser popular.
Frente a tantos señalamientos negativos, Jorge Valdano, escritor y ex campeón con Argentina en el mundial de México 86, hace una simple pregunta: "¿Cómo se puede pensar, acaso, en la evolución de una ciudad como Madrid —su tejido social, su historia, su alegría y su tristeza— sin considerar en la ecuación el impacto y la influencia que el Real Madrid tiene entre los madrileños? Es imposible".
Literatura, música, cine, teatro, pintura, arquitectura, gastronomía, economía, moda y un largo etcétera. El futbol ha creado una sólida y constante relación con prácticamente todas las áreas que impactan en la sociedad —sin ofender a Kipling—, al aportar, en cada una, esa esencia que tanto lo caracteriza llamada pasión. Sin embargo, es en el campo de la moda donde la influencia ha sido determinante en tiempos recientes en ambos lados de la moneda. En nuestros días, es regla de todos los días ver a futbolistas bien vestidos que posicionan muy bien una marca.
Hace años resultaba impensable crear un puente entre la moda y un deporte masivo, como el futbol, pero hoy es una alianza clave para ambas industrias. Las mejores firmas han encontrado entre porteros, defensas, medios y delanteros a los embajadores ideales para promocionar sus productos. La esencia heroica, competitiva, apasionada y triunfadora del balompié tiene un impacto positivo para un negocio que genera millones de dólares al año.
Esto no es algo nuevo. En 1994, Armani sorprendió al elegir al entonces portero de la selección inglesa, David James, como modelo de su campaña publicitaria internacional. Desde entonces, la relación futbol-moda ha ganado terreno con varios casos de éxito: David Beckham con Armani, Belstaff y H&M; Cristiano Ronaldo con TAG Heuer y Armani; Leo Messi con Dolce & Gabbana, Audemars Piguet y Stork Man; Sergio Ramos con Hugo Boss; Xabi Alonso con Emido Tucci; Neymar con Police; y Gerard Piqué con Mango, entre otros tantos. Son ellos los portavoces perfectos para establecer las tendencias que dominarán cada temporada.
Sin embargo, para que la relación entre futbol y moda tenga éxito, no sólo se debe conquistar los aparadores. Es vital transformar al propio futbolista en una marca con identidad para que sea capaz de llevar a la pasarela diaria esa picardía con la que se muestra en el terreno de juego. Hoy, este prototipo de hombre-marca responde a dos palabras: Zinedine Zidane.
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La elegancia de un "10"
"Soy una persona sencilla, sobria y elegante, sobre todo sobria y, repito, con mucha sencillez. Así es como definiría mi estilo", asegura Zinedine Zidane. La respuesta es a la pregunta sobre la moda que domina su clóset, pero, en realidad, también podría aplicarse a la definición de sus características como jugador de futbol. El francés fue un talento único, de toque preciso, sin complicaciones... un mago a la hora de decidir qué hacer con el balón. Con su peculiar físico desgarbado —torpe en apariencia, pero elegante en resultados—, obtuvo en su carrera todo lo imaginable: a nivel equipo, ganó el Mundial, la Eurocopa, la liga española, la liga italiana, la Champions League, la Copa del Rey, la Copa Intercontinental y la Supercopa de Europa; en el rango individual, se llevó el reconocimiento como Mejor jugador del año FIFA en 1998, 2000 y 2003, así como el Balón de Oro en 1998. Y, de paso, conquistó a todos los críticos del balompié con mucha, en verdad mucha, sencillez.
Pero en esa frase, Zizou, como le llaman de cariño al mejor mediocampista de los últimos 25 años, en realidad está definiendo su estilo en la moda. Gracias a la impecable imagen que presume en su día a día, fue elegido este año como embajador de la marca Mango Man para la temporada primavera-verano 2015, en sustitución del modelo noventero holandés Mark Vanderloo. "Conozco bien la marca Mango desde que vivo en España y cuando me propusieron ser la imagen de su nueva colección acepté porque me encanta la idea de que la gente pueda vestir a la moda con calidad, pero con precios muy competitivos. Creo que es magnífico poderse vestir de manera elegante y a un precio accesible, especialmente para los hombres. Es posible que digan que a menudo se me ve asociado a marcas de lujo o vistiendo trajes italianos, pero no es algo incompatible, todo lo contrario, me encanta la variedad", declara.
Pero, ¿existe el estilo Zidane? ¿Cómo decide el francés a la hora de vestir? ¿Tiene prendas favoritas? Son muchas las preguntas que se nos ocurren durante la entrevista con él. Al final, lo importante es no desperdiciar ningún segundo con el genio francés para entender por qué el apellido Zidane se ha convertido en una marca confiable y de inspiración para miles de hombres en una muy saturada industria de la moda.
"A la hora de vestir, mi prioridad es que las prendas me queden bien y me sienta cómodo con ellas. Ése es mi punto de partida porque, en realidad, no tengo un estilo tan definido. Lo puedes notar en el shooting de Mango Man, hemos hecho fotos muy diferentes y mezclado de todo: de las prendas informales a otras más deportivas o juveniles, pero, al final, me ha gustado todo. Es sobrio y elegante... domina la sobriedad, como en mí. Además, toda la colección que hemos elegido me transmite comodidad. También había colores y mucha sencillez, que es también lo que más me define, en cierto modo", dice Zidane, que se aferra a repetir las palabras "sobriedad" y "sencillez". No nos queda opción más que ponerlas en la base de la pirámide de su estilo.
Termina de leer esta entrevista en nuestro número impreso de abril.