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A solas con Emily Ratajkowski

Entrevistamos a la mujer perfecta de 2015: bienvenidos a la era de @emrata
sáb 21 marzo 2015 02:55 AM
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Fotos: Settimo Benedusi para Yamamay - (Foto: Fotos: Settimo Benedusi para Yamamay)

Cuando David Fincher buscaba a la actriz que encarnara a Andie Fitzgerald, la amante de Ben Affleck en Gone Girl, sabía que debía elegir a una mujer especial. Después de todo, en la adaptación cinematográfica que Gillian Flynn hizo de su propia novela, resultaba obvio que el protagonista de la historia no había podido resistir la tentación ante esta mujer, poniendo en marcha una serie de hechos que terminarían por trastocar completamente su vida. Si bien Andie Fitzgerald aparece sólo en unas pocas escenas a lo largo de la película —que a pesar de haber sido recibida con entusiasmo por la crítica fue virtualmente ignorada por la Academia—, la bella actriz que Fincher seleccionó para el papel no será olvidada fácilmente por los espectadores. 

Algo similar ocurrió entre los productores de Hollywood, que desde entonces bombardean a Emily Ratajkowski con todo tipo de propuestas para sumarla a sus proyectos. “Ha sido muy divertido sentarme a leer guiones, tratando de encontrar los papeles correctos y elegir lo que más me conviene en este momento”, nos cuenta la exuberante actriz de 23 años, en entrevista exclusiva para Life and Style, y luego agrega: “Las cosas no pudieron darse mejor porque siempre adoré la actuación, y mientras fui niña hice teatro regularmente. Fue algo que dejé, pensando que algún día lo retomaría. Por eso fue maravilloso que esa puerta se abriera y pudiera empezar a explorar otra vez ese aspecto de mi carrera”, dice la mujer más sexy de 2015... y eso que apenas arranca el año.

 

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Si bien para muchos de los que dejaron en taquilla los 367 millones de dólares con los que Gone Girl  se convirtió en un gran éxito comercial, Ratajkowski era una perfecta desconocida, no faltaron los que la reconocieron por sus inolvidable participación en el video musical Blurred Lines, en donde bailaba junto a Robin Thicke, T.I. y Pharrell Williams, con un atuendo de infarto. Gracias a la viralización que generó una versión del video en la que ella y otras chicas aparecen semidesnudas —y lógicamente también al ritmo pegadizo de la canción— se convirtió en el hit más popular de la carrera de Thicke, y ayudó a que Fincher se interesara por ella: “Ahora la gente me llama la chica de Gone Girl, en lugar de la chica de Blurred Lines. Y si bien estoy muy agradecido por todo el reconocimiento que generó ese video, lo más importante es que de allí surgió una carrera como actriz”, asegura.

Hija única de una escritora y un pintor, Emily nació en Londres pero cuando tenía cinco años sus padres se mudaron a San Diego, en donde se crió, aunque mantuvo una relación muy cercana con Europa. “Todos los veranos íbamos a Mallorca, a un pequeño pueblito llamado San Juan en donde pasábamos un mes. Es algo que hice regularmente hasta mis 16 años. El pueblo está en el medio de la isla”, recuerda, para luego reflexionar: “En la infancia uno se identifica con lo que le rodea y así va construyendo su identidad. Por eso muchas veces la mejor forma de definirla es estar fuera de tu contexto habitual. Yo crecí en una cultura playera del sur de California, la cual me importaba mucho, pero viajar con mis padres me permitió tomar cosas de otros sitios, un poco de Mallorca y un poco de Irlanda, adonde también íbamos seguido, para luego regresar a lo que conocía. Eso es lo que me ha convertido en la persona que soy”.

A los 14 años ya era lo suficientemente llamativa, como para que la poderosa agencia Ford de modelos le ofreciera un contrato que se mantiene vigente al día de hoy, y que Ratajkowski piensa mantener aunque se le abran las puertas del cine. Ha sido modelo de campañas de Forever 21, Nordstrom y Frederick’s of Hollywood, además de aparecer en la revista erótica Treats!, cuyas fotos fueron, precisamente, las que convencieron a Thicke de que era la chica perfecta para Blurred Lines. Hoy es imagen de la firma de lencería Yamamay

Y aunque hoy sienta que tal vez ha llegado el momento de mostrar menos sus senos naturales y perfectos, Emily admite que nunca tuvo problemas con la desnudez: “Pasé mucho tiempo con una madre que me ayudó a no preocuparme por cómo mi sexualidad afecta a los demás, sean hombres o mujeres, aún si los ofende. Es algo que desarrollé siendo muy joven. Ella siempre fue firme en que no tenía que sentirme avergonzada o pedir disculpas por mi cuerpo, aún cuando en aquellos años no la entendía bien. Pero además, nunca vi a la desnudez como algo sexual, ni cuando llegué a la pubertad ni cuando comencé mi vida íntima porque estaba muy familiarizada con ver desnudos artísticos, por lo que nunca sentí que hubiera una conexión entre las dos cosas. Jamás pensé que una persona desnuda fuera algo grotesco o sucio”, señala con claridad.

Ratajkowski sostiene que aquellos veranos en Mallorca también ayudaron a tomarse el tema con mucha naturalidad. “Uno va a la playa y las mujeres van topless, con sus niños, con sus novios, con sus abuelas, y allí no hay censura pero tampoco hay sexualidad, porque son simplemente senos”, dice. Por eso sueña con que un día la sociedad acepte con naturalidad el cuerpo humano, aunque no niega que será difícil: “El internet ciertamente no ayuda y tampoco lo fácil que es acceder a la pornografía, porque ahí sí que no hay una representación realista de cómo luce el cuerpo de una mujer, ni una que refleje que le pertenece a ella o de la forma en que se lo tiene que ver. Pero yo creo que tiene que haber un intento por cambiar como percibimos las cosas. Muchas de las imágenes de desnudos femeninos que vemos son peyorativas, en el que las mujeres son simplemente un objeto. Por eso no me sorprende que la gente se enoje o se sienta insultada cuando ve a una mujer desnuda en un video, pero a la vez creo que tiene que haber una medida. No hace falta censurar un pezón. Hay que buscar un punto en el que la desnudez y la femineidad se puedan celebrar sin que la mujer se convierta en un objeto”, dice con una profundidad que no se asocia usualmente a la belleza.

Ávida lectora, Emily asistió brevemente a la universidad pero tuvo que poner sus estudios en suspenso cuando su carrera comenzó a llevarle demasiado tiempo. Y aunque no descarta regresar algún día a las aulas, por ahora se limita a llevar siempre un libro con ella. Los cuentos le llaman particularmente la atención, quizás porque en sus tiempos de estudiante también se dedicaba a escribirlos. “Mis padres son mayores y quizás porque éramos sólo nosotros tres, siempre fui tratada como una integrante más de la familia, nunca como una niña, sino como una adulta más. Por eso en nuestras cenas siempre estábamos debatiendo ideas. En mi casa siempre me decían que no habláramos sobre gente, sino sobre ideas. Creo que eso me ha ayudado mucho en mi carrera para darme cuenta cuales son las cosas que verdaderamente me sirven y los proyectos en los que quiero participar”, revela.

Si bien había participado en unos episodios de la serie de Nickelodeon I Carly cuando era adolescente, en cuanto consiguió el papel en Gone Girl Emily tuvo en claro que trabajar con Fincher iba a ser completamente diferente, y por eso no se asustó frente a los rumores que describían al célebre director como un riguroso perfeccionista. “Fue una gran experiencia, especialmente para una actriz que debutaba en el cine, porque es muy meticuloso. La cantidad de tiempo que le dedicamos a cada escena era mayor que la habitual, y eso me permitió quedarme más en el set. Él quería que yo explorara diferentes cosas, que me equivocara, que jugara con mi papel, y esa es una de las razones por las que hace tantas tomas. Eso te permite llegar un punto en el que virtualmente estás meditando porque has estado haciendo tantas veces la misma escena que has dejado de pensar. Ya no te cuestionas de donde viene tu personaje. Y eso es lo mejor que te puede pasar como actriz”, confiesa.

Emily sabe que fue su físico el que le ha dado todas estas grandes oportunidades, pero está decidida a no prestarle más atención de lo que a su juicio se merece: “Yo no me veo de esa manera”, dice. Y prosigue: “Ciertamente ha sido la forma en que me ven y los papeles que me han dado, pero yo no me siento así y creo que hay mucho más en mí. Tengo muchas otras avenidas que explorar. Nunca pienso en cómo luzco o cómo me perciben, y sé que como modelo y actriz es raro tener esta mirada. Pero eso es lo que ha permitido que sean los demás los que decidan cómo quieren que me vean y qué papeles me quieren dar. Yo espero poder mostrar en mis próximos papeles que no soy sólo la chica por la que todos mueren. Espero poder tener la oportunidad de mostrar variedad en mi actuación”.

Si bien aceptó sin dudar la primera propuesta que llegó después de Gone Girl, la de interpretarse a sí misma en la versión cinematográfica de la serie Entourage —que llegará a los cines norteamericanos en junio, y en la que comparte cartel con Mark Wahlberg y Jeremy Piven—, Ratajkowski está decidida a que su complicado apellido deje de figurar en la lista de las mujeres más hermosas del mundo y pase a integrar la de las actrices más solicitadas. Ya ha concluido el rodaje de su primer largometraje en el que figura como coprotagonista, We are Your Friends, producido por Warner Bros, que la pone a actuar de igual a igual con otro actor que también viene luchando contra su propia imagen, Zac Efron: “Es un drama sobre el despertar sexual, y a la vez una especie de Saturday Night Fever que tiene lugar en Los Ángeles, pero en lugar de música disco, es electrónica. Fue mucho más trabajo, pero también fue una experiencia distinta porque era un film pequeño, en el que no había un millón de personas trabajando. Yo confié ciegamente en el proyecto, me gustó mucho mi personaje y colaborar con Zac, Wes Bentley y el director Max Joseph fue maravilloso”, afirma.

emily ratajkowski

Emily acepta que son muchas las carreras en el cine que le gustaría emular, y menciona a Cate Blanchett, Meryl Streep, Kate Winslet y Rooney Mara, de quien dice que le intriga saber por dónde la llevará el destino. Sin embargo, es cuidadosa a la hora de mencionar con quién le gustaría trabajar. “Soy muy consciente de que incluso un gran director puede hacer una mala película. Por eso para mí lo más importante son los personajes que me ofrecen y la historia que se cuenta”.

Dueña de una de las cuentas de Instagram más populares del momento, ya que no suelen faltar allí sus fotos al natural, Emily al menos reconoce que su físico puede ser un problema en sus relaciones personales. “Creo que es raro ponerse a pensar en cómo luces y por eso tomé la decisión de no juzgar cómo puede afectar mis relaciones con la gente, porque es en esos momentos en que uno empieza a olvidarse de lo que es importante en la vida. Sin embargo con las mujeres ocurre algo interesante, porque lamentablemente la naturaleza femenina es competitiva, seas bella o no, y lo que he aprendido es que la mejor estrategia es mostrar las cartas de inmediato y ser yo quien las encare para que se sientan cómodas conmigo. Aún así, yo sigo pensando en que no hay que pensar en si eres bella o no, porque no es eso lo que sirve para desarrollar lazos afectivos o para generar una larga carrera, porque en definitiva, no es tan interesante. El mundo está lleno de gente hermosa y la belleza es algo subjetivo”, sentencia. Cuando le pregunto, como si simplemente no escuchara lo que ella me dice, quién es a su juicio la mujer más bella del mundo, Emily se resigna y vuelve a hablar del tema que evidentemente obsesiona a sus fans: “no lo sé, especialmente al trabajar en una industria en la que hay mujeres tan bellas y tan diferentes entre sí. Suelen llamarme la atención aquellas que tienen rasgos verdaderamente únicos, y que aunque no sean modelos son tan seguras de sí mismas que inevitablemente resaltan al observarlas”.

Tal y como el nombre Ratajkowski, que sin duda resaltará de frontera en frontera y por varias años de calendario más. 

 

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