En Nacho, Martiño hace tantas escenas de sexo que es fácil perder la cuenta en el segundo capítulo, así que lo que es el terror para muchos actores, para él fue solo un día más de trabajo.
“Las escenas de sexo suelen ser difíciles, nunca entenderé a los ayudantes de dirección, porque cuando hacen el plan de rodaje ponen las escenas de sexo o a las ocho de la mañana, que es cuando te acabas de despertar; o a las cuatro de la tarde, después del corte de comida, cuando lo que quieres es echarte una siesta, eso tampoco lo pone fácil, pero en este caso fueron tantas que dejé de preocuparme”, comenta Martiño.
Las escenas de sexo suelen ser difíciles, nunca entenderé a los ayudantes de dirección
La importancia de contar una historia porno
Al preguntarle a Martiño por qué tenía que contarse la vida de Nacho Vidal, su respuesta es tajante: “Pues porque es una vida acojonante”, dice sin pensarlo dos veces, pero más allá de hablar del lado sexual, a lo que se refiere es a lo que vivió fuera de cámaras.
“Es una vida única, una montaña rusa, Nacho se convirtió en alguien muy popular en España, ha participado en reality shows, es una persona que ha trascendido la esfera del porno, eso no es una vida, son cinco o seis en una”, comenta. “Cuando leí su biografía, todas las dudas o vértigo que me pudiera dar el ponerme en la piel de este tío se fue al carajo porque es muy difícil que vuelva a tener la oportunidad de interpretar a un tipo con esta necesidad de comerse al mundo, con estas ganas de vivir al límite, es una persona única y eso me atrae, por utilizar un término sexual, eso me pone muy cachondo”.
Es una persona que ha trascendido la esfera del porno, eso no es una vida, son cinco o seis en una
Para él, uno de los grandes retos de participar en Nacho fue justo el hecho de grabar, porque en cuanto se enteraban que el rodaje era acerca de la vida de Vidal, en automático les prohibían rodar en donde estuvieran.
“Nos pasaba cuando íbamos a grabar en todos lados, como en Barcelona, y eso que Nacho es de allí”, comenta Martiño. “Grabar la serie fue un acto de fe. Con esto me di cuenta de que todos tienen un problema no solo con Nacho, sino con la industria del cine para adultos, aunque todos la consumen en la intimidad”.
Martiño recuerda que la showrunner de Nacho hizo antes una serie llamada Fariña sobre el narcotráfico en Galicia en los 80. Ella le contaba que el teléfono no dejaba de sonar porque todos los actores querían un papel de narcotraficante en ella, pero cuando buscó a gente para Nacho nadie le tomó la llamada. “Qué contradicción que para ser narcotraficante todos levantan la mano y para retratar esta industria, que es legal y en la que tienes que cotizar en Hacienda para poder trabajar, no está bien visto”, concluye Martiño.