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Los Fabelman y la tendencia de los grandes directores por compartir su pasado

Adéntrate en la mente y los recuerdos de algunos de los grandes cineastas de nuestro tiempo.
sáb 04 febrero 2023 09:17 AM

Si hay algo que caracteriza al arte es su naturaleza metanarrativa. No sólo en cuanto a las obras se refiere, sino también a los creadores. Por generaciones, pintores, músicos, escultores y escritores han aprovechado su trabajo para mostrarse de lleno ante el mundo. Tras muchos años de esfuerzos aislados, parece que el cine finalmente ha incursionado de lleno en esta tendencia con un creciente número de películas en que los directores exploran distintas caras de su pasado. Una práctica que nos permite disfrutar de la genialidad del artista, pero también de la humanidad tras el individuo. A continuación un recuento de algunas de las producciones en que los grandes directores comparten sus vivencias con las audiencias.

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Apolo 10 ½: Una infancia espacial

(Dir. Richard Linklater)

La llegada del hombre a la Luna fue un acometimiento clave dentro de la carrera espacial y que a su vez, fue inclinando la balanza de la Guerra Fría a favor de los Estados Unidos. Pero si nos alejamos de la historia, también fue un hecho que marcó la vida de incontables personas de todo el mundo, incluyendo millones de niños que no dejaban de soñar con viajes interestelares. Tal fue el caso de Richard Linklater, director de clásicos tan variados como la Trilogía Before, Escuela de rock y Boyhood, y quien recurrió a la animación para compartir sus ilusiones infantiles con Apolo 1 ½. La película nos introduce con un niño elegido para un proyecto ultrasecreto que consiste en pilotar la nave titular para encabezar la que verdaderamente será la mayor proeza espacial de su tiempo. Una cinta que combina tintes biográficos con sueños de aventuras para dar una peculiar inmersión en la mente de uno de los grandes directores de su generación.

Belfast

(Dir. Kenneth Branagh)

Algunos directores aprovechan la autoexploración cinematográfica para recordar a sus seres más queridos o para compartir los orígenes de su amor por el cine. El caso de Kenneth Branagh es más inusual. El cineasta nos traslada a la ciudad titular de su más tierna infancia para contrastar la inocencia del niño con su entorno sumido en el conflicto sociopolítico que no hace sino potenciar los problemas de una familia que batalla por no resquebrajarse. Una visión agridulce que invita a la sonrisa desde el carisma de su pequeño personaje estelar, pero también al llanto cuando es incapaz de entender los males que aquejan a los suyos y que los obligan a tomar medidas drásticas para garantizar el futuro.


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Dolor y gloria

(Dir. Pedro Almodóvar)

Pedro Almodóvar siempre ha aprovechado su obra para plasmar su identidad y para reflejarse parcialmente en algunos de sus personajes más emblemáticos. Nunca lo hizo de un modo tan extremo y tan honesto hasta el estreno de Dolor y gloria, sobre un cineasta maduro que batalla por encontrarse a sí mismo ante la crisis personal que le aqueja. Percances que lo obligan a buscar al interior de sí mismo y que lo obligan a rememorar su pasado para recordar el más tierno amor maternal y el florecimiento de su sexualidad, para luego contrastarlo con su presente, la vejez materna y el reencuentro con un viejo amor. Demonios que le carcomen y que sólo pueden exorcizados desde la pantalla con una de las más brillantes metanarrativas de la que tengamos memoria.

Roma

(Dir. Alfonso Cuarón)

A nadie debería sorprender que la que muchos consideran la obra cumbre de Alfonso Cuarón sea también su película más íntima. Más curioso es que para ello, el cineasta se mostró a sí mismo como un personaje que va de lo secundario a lo terciario, para mejor dedicar toda su atención a la figura de Cleo. Se trata de una nana que fue decisiva en el desarrollo del cineasta, pues más allá de una mujer contratada para el servicio, fue un miembro más de la familia. No es una expresión banal, pues el director realmente nos introduce con una persona que siempre estaba presente cuando se le necesitaba, incluso cuando esto implicaba desatender sus propios problemas. La inmersión en el círculo más cercano del realizador no se queda aquí, sino que ofrece un sincero y en ocasiones doloroso retrato del México de la época, demostrando así lo poco que hemos cambiado en tantos aspectos de nuestra existencia como país.

Los Fabelman

(Dir. Steven Spielberg)

¿Qué es lo que lleva a un niño cualquiera a convertirse en un genio del cine? Pero sobre todo, ¿en un eterno apasionado del séptimo arte? Steven Spielberg responde a esta hermosa interrogante con Los Fabelman, que nos conduce al corazón de su infancia y juventud para explorar las raíces de un amor que ha deambulado por alegrías y tristezas, y que ha superado toda clase de obstáculos, muchas de las cuales parecían insalvables, para dar una unión imperecedera. No es poca cosa, pues en el camino también dejó a uno de los mejores cineastas en toda la historia. Después de todo, ¿quién no ha disfrutado con su obra? Quizá la película más honesta del director y dicho sea de paso, una que tiene todo para afianzar todavía más su paso a la inmortalidad. Spoiler alert: presten mucha atención a la representación de sus padres. Nunca volverán a ver Encuentros cercanos del tercer tipo del mismo modo.

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