En noviembre, Mabel Cadena participó en el estreno de Black Panther: Wakanda Forever, la gran apuesta de Marvel para este 2022, en la que interpreta el papel de "Namora". Life and Style conversó con ella sobre su visión del cine, su presente y futuro en el mundo de la actuación.
Platicar hoy día sobre la interpretación es una cuestión emocionante. El camino que siguen los nuevos talentos es muy distinto al que se enfrentaban hace solo una década y Mabel Cadena es prueba de ello. Una mujer talentosa, tenaz y, sobre todo, muy estratégica. La paciencia y la disciplina la han colocado en uno de los sitios más privilegiados para quien quiere dedicarse a la actuación: Hollywood.
El proyecto de Black Panther: Wakanda Forever le ha abierto las puertas a la llamada meca del cine después de una trayectoria de 11 años en el mundo de la actuación en México en los que ha formado parte de grandes producciones como Capadocia, Hernán, La diosa del asfalto y la premiada El baile de los 41, trabajo que le valió la nominación a un Ariel como Mejor Actriz en 2021.
Es esta una historia personal intensa, la que le exigió dejar la casa de su madre en Minatitlán, Veracruz, para trasladarse a la Ciudad de México con sus abuelos y trabajar en su sueño de ser actriz. Aunque como ella misma confiesa, este viaje era increíble hasta que le ocurrió a ella misma.
Life & Style. Eres psicóloga con maestría. ¿Cómo fue tu formación como actriz?
Mabel Cadena. Cuando era chiquita, íbamos mucho al teatro, porque a mi familia le gusta mucho la música. Fue entonces cuando vi Marcelino, pan y vino y sentí que quería replicar lo que acababa de sentir como espectadora. Mi mamá me ayudó a buscar talleres, pero en Minatitlán no había forma de estudiar arte, así que me dijo: “termina la secundaria y te vas con tus abuelos a la Ciudad de México para que estudies actuación”. Imagínate, tenía 14 años, pero ella fue muy valiente. En 2011, terminé la carrera de actuación, y como siempre me han gustado las humanidades, después de mi participación en Capadocia, tomé ese plan B y me gustó tanto que cursé una maestría en Pedagogía e Historia de la Psicología, que siento que me complementa a la hora de entender y modelar a mis personajes. Mirando hacia atrás, puedo decir que mi familia siempre estuvo ahí. Fue todo gracias a ellos.
L&S. Puede decirse entonces que siempre estuviste muy apegada a la formación. ¿Hubo alguna posibilidad de que siguieras tu camino en otra dirección?
M.C. Cuando salí de la preparatoria tenía un promedio de 9.9, así que me ofrecieron becas de muchos lugares para estudiar lo que yo quisiera, aunque sabía que no me iba a dar lo que la actuación me hacía sentir. Como psicóloga, hice terapia con niños en una fundación, pero son decisiones que vienen desde muy adentro.
Siempre supe que no quería encasillarme y repetir personajes, así que tuve que armar algunas estrategias
L&S. Cuando trabajaste en tu primer proyecto, en 2012, la industria era otra. ¿Cómo has vivido esos cambios?
M.C. La industria en la que yo comencé ya no existe. Por ejemplo, hablar de un manager en aquella época era una cosa lejanísima, como para superestrellas. Siempre supe que no quería encasillarme y repetir personajes, así que tuve que armar algunas estrategias, como demostrar que estaba en movimiento. En mis primeros nueve años de carrera estaba yo sola, haciendo y moviendo, pero ahora cuento con un equipo para eso.
En su momento, mi idea era hacer cine, así que tuve que aprender los nombres y las caras de las personas que producían. De pronto, aquella estrategia funcionó y me cayeron mis primeros proyectos en cine. Las redes sociales son grandes herramientas para dar visibilidad a lo que estás haciendo, pero hay que saber usarlas y tener claro cuál es tu camino.
El cine está solo, hay un abandono gubernamental para estas producciones y no podrán llegar a realizarse por el recorte de recursos
L&S. El cine mexicano está viviendo un nuevo momento, aunque las narrativas parecen repetirse. En tu opinión, ¿qué tendría que decir la cinematografía mexicana?
M.C. Muchas veces me he preguntado por qué el cine mexicano que se proyecta en festivales de todo el mundo tiene que ser de una sola forma. Hay mucho más cine mexicano del que vemos con la misma realidad una y otra vez. Uno de los principales temas a tratar es la distribución, porque hay películas mexicanas que van más allá del cine que llamamos comercial, con representaciones de la diversidad del país que no llegan a las salas. En este momento, el cine está solo, hay un abandono gubernamental para estas producciones y no podrán llegar a realizarse por el recorte de recursos, ya que muchas de ellas están a expensas de los estímulos que puedan surgir de los organismos de gobierno.
He leído grandes guiones que cuando llegan a la pantalla, por alguna decisión, cambian el perfil del personaje, su color de piel, su contexto
L&S. En otro ámbito, también tenemos las plataformas de streaming, que están apostando por México y América Latina. ¿Qué opinión te merece el trabajo que están realizando en la región?
M.C. Me parece muy bien lo que se está haciendo, aunque creo que ahí el problema está en quién toma las decisiones. Por ejemplo, Pedro Páramo, de Rodrigo Prieto, me tiene muy emocionada, pero es cierto que, en ocasiones, he leído grandes guiones que cuando llegan a la pantalla, por alguna decisión, cambian el perfil del personaje, su color de piel, su contexto… Entonces la narrativa se convierte en otra cosa. Si los encargados de tomar estas decisiones no empiezan a pensar diferente, solamente veremos el mismo perfil de privilegio; es decir no va a importar demasiado si hay nuevas narrativas en las series o en la parte creativa de un proyecto. Sin embargo, me siento muy esperanzada, porque sé de proyectos muy ambiciosos que quiero ver en pantalla y así demostrar que se pueden hacer las cosas de otra manera.
L&S. Cómo recuerdas la nominación al Ariel por tu trabajo en El baile de los 41?
M.C. Cuando pasan estas cosas, volteas hacia ti misma y piensas: “mereces estar ahí”. Para mí, desde El baile de los 41 hasta La diosa del asfalto, todo ha sido un proceso. Todavía hoy me digo a mí misma: “estás cumpliendo tu sueño. Dejar a tu mamá valió la pena”. La nominación al Ariel por El baile de los 41 fue una sorpresa porque, aunque me gustó lo que hice, no tenía grandes expectativas. Sin embargo, creo que estas nominaciones son solo la cima de una montaña que a su vez se convierte en la base de una nueva montaña por escalar.
Me llegaron a decir: “¿Sí sabes que solo vas a interpretar un solo tipo de personaje?”
L&S. En esa escalada, de repente llegas a ese cartel con letras blancas que dice Hollywood. ¿Te imaginaste alguna vez participando en una producción como Black Panther: Wakanda Forever?
M.C. Fue como una cachetada con guante blanco, porque siempre había visto Hollywood como un lugar inalcanzable; al menos es lo que nos habían dicho. De niña te dicen muchas cosas que se instalan en tu subconsciente: el idioma, que si no luces como de Hollywood… Me llegaron a decir: “¿Sí sabes que solo vas a interpretar un solo tipo de personaje?”. Yo me respondía a mí misma que si iba a ser así, haría el mejor personaje. Casi me sentía como un extra, pero me di cuenta del peso de mi trabajo y de Namora, mi personaje. Llegar a Hollywood ha sido un proceso en el que he ido creyéndome a mí misma de a poco. Saliendo del Comic-Con, cuando presentamos la película, me subí a una camioneta y no pude dejar de llorar y de pedir perdón a aquella Mabel niña por creerse todo lo que le dijeron. Tenía ganas de regresar para decirle a mis primos y sobrinos que se sacudieran de la cabeza todo lo que les dicen, porque muchas veces no es verdad.
No pude dejar de llorar y de pedir perdón a aquella Mabel niña por creerse todo lo que le dijeron
L&S. Una producción Marvel exige una preparación física específica, más para un personaje como Namora. ¿Cómo recuerdas el proceso?
M.C. Cuando me enteré de que formaría parte del elenco, me inscribí con un maestro de natación aquí en México. Le decía a mi entrenador que no solo tenía que nadar, que ya sabía, sino que también tenía que hacer marometas, comer, vivir… Demostrar que era una criatura marina. En realidad, me moría de miedo, especialmente por la parte física. Además, tuve que aprender inglés, porque era algo que no tenía presente, y todos los días llevaba una carga muy fuerte. Era el entrenamiento, pero también buceo y aprender inglés y maya, que es el idioma de mi personaje. Hubo un momento que mi mente no podía más, porque el entrenamiento de cinco horas de lunes a sábado era durísimo. Fue cuando me apegué a la disciplina. Veía que mis compañeros hacían lo suyo, así que yo tenía que hacer lo mío.
Créditos:
Fotos: Anylú Hinojosa. Moda: Ruth Buendía. Asistente de moda: Daniela Casillas. Peinado y Maquillaje: Anna Mortera.