El peinado del impreso fue replicado sin problemas, no así un elemento tan emblemático como la altura. El del cómic mide 1.60 metros, mientras que el elegido deambula por el 1.90. De la musculatura ni se diga, pues el propio histrión ha confesado que se sentía demasiado frágil durante su primera encarnación. Pero al final, terminó por convencernos a todos, lo que marcó una actuación que 17 años y 11 películas que convirtió a Hugh Jackman en una estrella de clase mundial y en una leyenda del cine de superhéroes sólo superada por el Superman de Christopher Reeve.
Pero a diferencia de los guerreros del cómic, los actores no son eternos. Ni siquiera los más grandes. El australiano colgó las garras, presuntamente para siempre, en marzo de 2017 con el estreno de Logan, dejando muchos corazones rotos e incontables cuentas pendientes para los que siempre soñamos con más. Una de ellas era un encuentro digno con Deadpool y otra una aparición en el Marvel Cinematic Universe.
Los riesgos del retorno
A pesar de su éxito y longevidad, sería absurdo negar que la franquicia X siempre se vio marcada por la irregularidad. Tuvo puntos bajos, pero también unos muy altos. Hugh Jackman para nada fue responsable de los primeros ya que siempre ejecutó una labor sobresaliente, pero sí fue pieza clave en los segundos. Protagonizó algunos de los mejores momentos de X-Men 2; silenció a todos los puristas en Días del futuro pasado; y tocó el cielo con Logan.
Esta última película, que debía marcar su adiós definitivo del personaje, es considerada por muchos como la mejor película de superhéroes de todos los tiempos. Quienes así lo consideran apuntan a la manera en que rompe los cánones del subgénero para decantarse por un "neowestern" con tintes sci-fi y que triunfa en el objetivo de dar la paz a un personaje marcado por el tormento. Fue nominada al Oscar a Mejor guion adaptado, siendo la primera cinta del subgénero contemplada para una de las cinco categorías principales de la Academia. Muchos exigían también su presencia también en las ternas de Mejor película y actor, lo que finalmente no se concretó.
Retomar al Wolverine de Hugh Jackman después de Logan es un reto que no debe ser tomado a la ligera. Para el equipo creativo de Deadpool 3, que deberá justificar el retorno. No desde lo narrativo, que no debería representar ningún problema por la naturaleza metanarrativa del mercenario y porque el multilaureado filme individual se desarrolla en una línea alterna. Más bien desde el emocional, ¿había que retomarlo después de semejante obra maestra? Más aún para un filme que nos hará olvidar el drama experimentado para apelar a la acción y la irreverencia.
También será complicado para el actor, quien explicó en su momento que si bien le gustaría interpretar al personaje para toda la vida, cada vez le costaba más trabajo alcanzar y mantener la forma física necesaria para hacerlo. Alcanzará el objetivo, pero difícilmente alcanzará el pico visto en Wolverine inmortal y Días del futuro pasado.
Finalmente, el retorno per se. No se da para una cinta individual dentro del Marvel Cinematic Universe, tampoco para un reencuentro con los X-Men, ni para un cruce con los Vengadores. Se da como un secundario de lujo, pero un secundario al fin. Además, con un personaje cuya naturaleza hace que el canon de la incorporación sea incierto. ¿Debe verse como un salto definitivo a la franquicia marvelita? Sólo el tiempo lo dirá.