Su calidad es tal que cada vez son más los que la describen como la exploración multiversal definitiva. Una etiqueta que invariablemente lleva a las comparaciones con Doctor Strange, pues ha sido común escuchar que triunfa en donde la cinta marvelita fracasa. Son muchas las razones para que así parezca:
¿Alguna vez se han preguntado qué habría pasado si acaso? Todo en todas partes al mismo tiempo lo hace al extremo, valiéndose de las posibilidades científicas del multiverso para sugerir que cada decisión, incluso la más simple de todas, desemboca en una realidad alternativa. No nos referimos a situaciones como una relación o una carrera, sino sucesos tan simples como, digamos, engrapar un conjunto de papeles o unirlos con un clip. Esto bajo la premisa de que cada suceso viene seguido de sucesos distintos que a su vez forjan caminos diferentes para nosotros, para los que nos rodean y así sucesivamente en un ciclo sin fin.
Lejos de quedarse en la teoría, la cinta lo lleva a la práctica al explorar más de una docena de mundos. Más interesante aún es que no se limita a contrastar a su personaje central sumido en el peor de los fracasos con una contraparte exitosa, sino que aborda las opciones más disparatadas para demostrar que toda nuestra existencia podría haber sido diametralmente opuesta por una sola modificación en el camino.
No menos significativo es que, contrario a lo que sugieren las grandes franquicias, los grandes cambios no son exclusivos de las figuras como podrían ser los superhéroes. De hecho, se extienden por todas las personas, incluso aquellas cuya existencia pasa desapercibida, como si de una serie de ondas en el agua se tratara y que eventualmente colapsan con otras para dar paso al mundo en que vivimos.
Una construcción que contrasta en extremo con un hechicero supremo que mostró varios mundos, pero se limitó a recorrer sólo uno sin siquiera ahondar en sus razones. Más grave aún fue que se decantó tanto por la espectacularidad que ni siquiera se preocupó de profundizar en la amenaza a pesar de su enorme potencial narrativo al tratarse de una heroína caída por el dolor de la pérdida. Una película de altas emociones, pero carente de lecciones y peor aún, de corazón.
No es el caso de Todo en todas partes al mismo tiempo, que ahondó en cada uno de los mundos con el único fin de que el personaje central aprenda de sus fallos y las razones por las que de un modo u otro ha fracasado en la vida. Esto resulta en una importante enseñanza sobre la aceptación hacia uno mismo y los demás, o como asegura su protagonista “una de las mejores cosas que aprendemos es que todos tenemos un superpoder dentro de cada uno de nosotros, que es la bondad. Es uno de los mensajes más poderosos que tenemos. Porque en todo el caos, de repente te das cuenta de todas estas conexiones reales, no solo con esta familia, sino entre ellos. Creo que todos en el cine cuando lo ven, lo sienten juntos colectivamente, sienten que lo entienden”, declaró en entrevista a Elle .
Algo que para nada significa que la cinta sea un drama sci-fi, pues si hay algo en lo que triunfa la película es que nunca se toma muy en serio, lo que puede apreciarse en la excentricidad de los mundos recorridos. Sólo diremos que no volverán a ver los hot-dogs del mismo modo.
La exploración cinematográfica del multiverso apenas empieza y es muy pronto para decir que Todo en todas partes al mismo tiempo es la definitiva. Pero de lo que sí podemos estar seguros es que ninguna película que decida tocar el tema podrá evitar las comparaciones con una cinta que parece entender plenamente las posibilidades del concepto científico. Eso, y que sin importar el universo en el que estés, es un título que debe verse.