Bueno, hoy día a este sujeto se le acusa de muchas cosas, pero desde hace una década, gracias a la investigación Unmasking Oscar, de los periodistas y estadistas John Horn y Doug Smith para el periódico Los Angeles Times, se le señala y culpa particularmente de una: ser el encargado de cerrarle las puertas de la premiación más importante de la industria del cine de Estados Unidos (y quizá del mundo) a cualquier otro que no pertenezca o se acerque a las características del retrato hablado.
Tras varios años buscando entre datos y entrevistando en profundidad a cerca de 5,100 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMPAS) sobre “cuáles” eran las características esenciales para escoger una película como ganadora de un premio Óscar, Horn y Smith se encontraron con que en realidad estaban preguntando “quiénes” estaban detrás de la elección de la película del año.

Con su reportaje de 2012 –año en el que se nominó a mejor película: El artista, Los descendientes y El árbol de la vida– intentaron dar respuesta a este cuestionamiento y desataron una avalancha de polémicas que, si bien ya había anunciado el reverendo Jesse Jackson en 1996 (acusando a AMPAS de racismo tras la falta de inclusión de directores y actores afroamericanos en la premiación), terminaron siendo el preludio de un gran cambio que hoy sigue en marcha y de cuyo resultado final poco se sabe.
Además, hay que sumarle a la problemática temas tan complejos como el auge y crecimiento del cine en streaming, que terminó por tener consecuencias en la ceremonia de 2019, en la que la película mexicana Roma, con respaldo de Netflix, recibió todos los focos de la velada.
Los datos que arrojó la investigación sobre las características de los votantes de la premiación fueron rotundos: 77 por ciento pertenecía al género masculino, de los cuales 94 por ciento eran caucásicos y con un promedio aproximado de 60 años. Estos números contrastaban dramáticamente con el 2 por ciento de integrantes latinos, 23 por ciento de mujeres o 14 por ciento de menores de 50 años que integran la plantilla o comité de selección de AMPAS, y dejaban claro que tras esas películas de patriotismo enajenado y esas historias románticas de superación siempre había un gran hombre... Y nada más. Pero la campana sonó y desde hace 10 años comenzó la verdadera pelea por un premio.
Durante la última década, la AMPAS ha reaccionado con una nueva narrativa más acorde a los tiempos.
Durante la última década, la AMPAS ha reaccionado con una nueva narrativa más acorde a los tiempos.
Casilla por casilla

Han pasado 95 años desde que el empresario Louis B. Mayer (fundador de MGM) y un grupo de amigos y competidores buscaron crear una industria cinematográfica estadounidense, dando paso así a la creación de la AMPAS, que dio su primer gran paso con la entrega de los premios Óscar de 1928, solo dos años después de su nacimiento.
En esa ocasión, la cinta ganadora fue el drama bélico Wings, elección que cambió radicalmente un año después con el premio de mejor película para el musical The Broadway Melody. El movimiento no solo alentó la creación y el desarrollo del cine, sino que también fortaleció a Estados Unidos como potencia creadora. Mientras tanto, los premios iban ganando popularidad, hasta que en 1953 se retransmitieron por primera vez en la televisión.
Tres años después fue el turno para la creación de la categoría mejor película extranjera, cuya primera ganadora fue La Strada, de Federico Fellini, que entonces compitió con Gervaise (Francia) y Der Hauptmann von Köpenick (Alemania).
