No es la única estadística que vale la pena considerar. Los Premios de la Academia a Mejor película y director han estado íntimamente vinculados a través del tiempo, ya que de los 93 títulos condecorados con la máxima estatuilla, 67 han salido ganadores de la terna realizadora, una coincidencia del 72%. Caso contrario, sólo hay cinco ganadoras a Mejor película cuyo cineasta no fue nominado, un 5.37%. Aunque dos de estos casos se dieron en la última década con Argo (2012) y Green Book (2018), sigue siendo una anomalía. Esto hace que la posición de la previamente mencionada CODA se torne incierta y deja prácticamente sin posibilidades a Duna, aun cuando se trata de la segunda cinta con más nominaciones con diez. Esto no significa para nada que la adaptación a la obra de Frank Herbert se irá con las manos vacías.
Es aquí cuando entra la llamada regla de la compensación, que tal como su nombre lo indica, busca una ceremonia equitativa hasta donde sea posible. Esto valiéndose de las categorías técnicas que suelen ser entregadas a cintas con múltiples nominaciones pero que según la Academia no son dignas acreedoras del máximo galardón. Con diez nominaciones, pero sólo una dentro del llamado Big Five (película, director, guion, actor y actriz), todo pinta para que Duna sea la gran compensada de la noche. Es precisamente por esto que acumular más de 10 estatuillas es virtualmente imposible al grado que sólo tres títulos lo han logrado en 93 años de historia: Ben-Hur (1959), Titanic (1997) y El Señor de los Anillos: El retorno del rey (2003), todas con 11 ternas ganadas.
Otros elementos en la decisión
La popularidad que rodea al Oscar ha convencido a más de uno de que se trata de una fiesta cinematográfica global, cuando lo cierto es que se trata de un evento exclusivo en el que no todos tienen cabida.
Empecemos por las producciones de países no angloparlantes que si bien pueden competir por todas las estatuillas siempre que cumplan con las reglas de elegibilidad, tienen los números históricos en contra. Sólo 11 películas de habla no inglesa han sido incluidas en la terna más importante y con una única victoria para Parásitos (2019). El 1.07% de las ocasiones. Es precisamente por esto que a pesar de su evidente calidad, son pocos los que apuestan a que Drive My Car se lleve la noche. Sin embargo, su presencia en la categoría de Mejor película sí que la convierte en la rival a vencer en Mejor película internacional. Algo similar a lo que sucedido con Z (1969), La vida es bella (1997), El tigre y el dragón (2000), Amour (2012) y la más reciente Roma (2018). Reglas de compensación, ¿recuerdan? Y que en este caso podrían desatar un efecto dominó importante que apunta directamente hacia Flee.
Sólo una película animada no estadounidense ha ganado esta categoría, El viaje de Chihiro (2001)
Se trata de una anomalía de la edición 2022 que compite en tres categorías distintas: Mejor película animada, documental e internacional. Con esta última terna virtualmente asegurada, la sorprendente cinta danesa se queda con sólo dos opciones, siendo documental la más viable porque animada atentaría contra auténticos titanes de la industria. Sólo una película sin producción estadounidense se ha hecho con esta categoría, El viaje de Chihiro (2001) y más allá de su gran calidad se vio beneficiada por el hecho de que Walt Disney había adquirido sus derechos de distribución. Y es así como regresamos al punto de inicio: el proteccionismo a la industria norteamericana.