Han pasado casi 30 años desde que Mario Bros. (1993) se convirtiera en la primera adaptación cinematográfica de un videojuego. La que debía comenzar una historia de éxitos se convirtió más bien en una de incertidumbre, ya que desde entonces son pocas, por no decir mínimas, las producciones de este tipo que han conquistado al grueso de los aficionados. Tanto así que hoy día el correcto traslado de estos proyectos a la pantalla grande se mantiene como una de las grandes cuentas pendientes de la industria. Una que Uncharted, protagonizada por el increíblemente popular Tom Holland, intentará superar.
Uncharted y los eternos retos de llevar un videojuego al cine
Estas complicaciones parten del hecho que, contrario a lo que dicta la creencia popular, las adaptaciones, ya sean de novelas, obras teatrales, comics, series de televisión o evidentemente videojuegos no son más sencillas de realizar que una película original. Tal vez se ahorren la concepción de una idea, lo que incluye trama y personajes, pero se enfrentan al reto adicional de llevar a la pantalla las ideas preconcebidas del público con el material fuente, lo que invariablemente resulta en un sinfín de comparaciones.
Pero las películas de videojuegos tienen un importante obstáculo adicional: la naturaleza del propio material fuente. Hablamos de una forma de entretenimiento que debe mucho al cine por sus bases, pero cuya manera de acercarse con su audiencia es diametralmente opuesta. La relación del público con las cintas es primordialmente pasiva al ser el guion el que define el devenir de la trama; con los videojuegos es activa pues es el jugador el que toma las decisiones del personaje central. Y es aquí cuando inician los dolores de cabeza.
El difícil cambio de nivel
La primera gran complicación para las adaptaciones de videojuegos radica en la elección de un título. La historia del entretenimiento está plagada de novelas etiquetadas de inadaptables, pero ningún juego ha entrado nunca en la categoría. De nueva cuenta, su naturaleza audiovisual crea la engañosa sensación de que todos pueden saltar a la pantalla grande sin mayores complicaciones.
A esto sumemos que el interés de la industria fílmica no recae en los títulos cuyas bases narrativas permitirían una mejor historia, sino en los más populares, aquellos cuyas películas obtendrían mejores recaudaciones. Una apuesta de doble filo que no considera la esencia primaria del material fuente.
Pongamos como ejemplo Street Fighter que, si bien dotó a sus personajes de un trasfondo, siempre tuvo el combate como su principal atractivo, enaltecido además por toda clase de golpes icónicos. Pero conscientes de que su película (1994) necesitaba más que simples peleas, la producción buscó un conflicto que las justificara y que además la diferenciara de otros proyectos similares como por ejemplo Bloodsport (1988). Fue así como terminamos con un grupo de heroicos aliados enfrentando la tiranía de un dictador de una remota ciudad asiática.
La trama no resultó de interés para el aguerrido jugador que no vio reflejado al videojuego en pantalla, un error que se repitió años más tarde con The Legend of Chun-Li (2009). Estos casos se repiten hasta el cansancio: Need for Speed (2014) nunca pudo encontrar su espacio ante la marcada dominancia de la franquicia rápido y furioso, mientras que Warcraft (2016) fue equiparada hasta el cansancio con sagas fantásticas como El Señor de los Anillos.
Más dramático fue el caso de Resident Evil, cuyo ascenso como la adaptación de videojuegos más exitosa de la historia requirió la profanación cuasiabsoluta del material fuente, empezando por un personaje central que ni siquiera existía antes del filme. Una decisión que ha generado sentimientos encontrados entre los aficionados, que disfrutan con las referencias, pero no terminan de abrazarla como una extensión de la historia original.
Caso contrario al de Silent Hill, considerada de manera unánime como la mejor adaptación de un videojuego. Su respeto al material fuente la valió la adoración de la comunidad gamer, no así del público general que no terminó de abrazar lo visto en pantalla. Esto mismo le impidió ser un éxito masivo, pero fue suficiente para que alcanzara el estatus de culto.
Turno para Uncharted
¿Te consideras especialista o amante de un videojuego en particular? Entonces seguramente conoces la sensación, o mejor dicho la desesperación, cuando vez a alguien más jugando ese mismo título y fracasando continuamente por el simple hecho de que no sabe cómo superar las adversidades en el camino. El caso de las adaptaciones es similar, pues cuando el conflicto primario es respetado, el modo de afrontarlo por el guionista y por extensión por el protagonista es incapaz de igualar la estrategia del gamer.
Sucedió con Angelina Jolie en Lara Croft: Tomb Raider (2001), también con Michael Fassbender en Assassin’s Creed (2016) y ahora es Tom Holland quien enfrenta el reto con Uncharted. El actor que saltó a la fama por su interpretación de Spider-Man da vida al no menos icónico Nathan Drake, un joven cazatesoros que acompañado por su compañero de aventuras Victor “Sully” Sullivan, parte en busca del mayor tesoro nunca antes encontrado, una búsqueda que además podría darle pistas sobre el paradero de su hermano perdido hace ya varios años.
Las primeras críticas hablan de una cinta que remite más a Indiana Jones o La leyenda del tesoro perdido que al propio videojuego en que se inspira. Algo que, aunado a la popularidad de su protagonista, le ha valido una taquilla aceptable en los contados mercados donde ya estrenó. Sobra decir que los amantes del videojuego no han compartido este entusiasmo, pues de nueva cuenta consideran que uno de sus títulos de mayor potencial ha sido profanando en beneficio del público generalizado.
¿Encontrará algún día el cine la clave para hacer justicia a los videojuegos? Las tendencias actuales nos dicen que es posible, pues hubo un tiempo en que los comics enfrentaron dilemas similares, hasta que los responsables se dieron cuenta que el secreto no estaba en la fidelidad de las historias, sino en la adecuada traslación de los mensajes primarios. Con una amplísima gama de héroes y villanos inmersos en toda clase de increíbles aventuras, sólo es cuestión de tiempo para que alguien con la combinación de teclas adecuadas para desbloquear la llave de acceso a las grandes adaptaciones.