El 2020 fue un año productivo para Francisca Valenzuela, y estamos comenzando a ver los resultados. La cantante chilena presenta su sencillo “Castillo de cristal”, primer material del disco que estrenará el próximo año, con un video dirigido por ella misma. Platicamos con Francisca sobre “Castillo de cristal”, la pandemia y el disco que está por venir.
El pop "con dientes" de Francisca Valenzuela
¿Qué inspiró Castillo de Cristal?
Es una canción que escribí en la pandemia y está inspirada en la angustia, la frustración y la desolación de ver que todo se cae y se hace pedazos. Es una canción que habla de la fragilidad, las cosas, del sistema, de la sociedad, de nuestras vidas, de nuestra familia. Es una reacción a eso y a la sensación de soledad que quizás podamos sentir a pesar de estar hiperconectados. Es una canción a la que todos pueden ponerle su propia interpretación. Sin embargo, nació de esa víscera, de esa sensación, y llega un poquito desolador, pero está revestida de una música con más energía, más colorida. Tiene esa complementariedad, entonces una canción que tiene un punto de vista un poco crítico y un poco de lamento, pero también de tener energía, de activarse. Precisamente llama la atención el contraste entre la letra y la música. Si alguien que no hable español la escucha, juraría que se trata de algo feliz.
Castillo de Cristal es una canción que escribí en la pandemia y está inspirada en la angustia, la frustración y la desolación de ver que todo se cae y se hace pedazos
¿Cómo eliges darle ese rumbo a la canción?
Es muy cierto. Hay gente que la escucha y piensa que es una canción muy linda. Me gusta eso. Yo le digo música pop “con diente”, porque entra con un poquito de engaño en el buen sentido, en el sentido de que no está todo bien, color rosa, sino que igual la canción entra, y uno la puede escuchar y sentir buena onda, pero tiene un mensaje y un contenido inesperado o un poquito más robusto. Hay canciones mías que toman esa forma. Yo las escribo generalmente en el piano y pueden ir en cualquier dirección: puedo mantenerla chiquitita e íntima, severa y oscura, o puedo empezar a darle arreglos y energía y colores y un poco más de ánimo. En el caso de “Castillo de cristal” probé los dos caminos y me gustó más la segunda. Me gustó el estilo. Es un poquito más alegre y animosa. Por una parte, porque siempre está la alternativa de hacer las canciones en piano acústico y tener la esencia de la canción depurada, tal como la escribí. Y también porque me gusta ese contraste, y la música pop que me gusta históricamente también tiene un poco eso. Tiene una historia, un relato y a veces esos contrastes son interesantes.
¿Cómo fue el proceso de producción, siendo una canción pandémica?
En 2020 lanzó un disco que se llama La Fortaleza. No pensé que en 2021 pudiera hacer un disco nuevo. Estamos en pandemia, todo el mundo, adaptándonos a la nueva realidad, y fue algo muy flow. Empecé a componer y quería trabajar en un disco, pero tampoco fue como que tuviera trabajar en un disco. Pasó que empecé a trabajar con un productor, Sebastián Krys, para otro, y de repente me preguntó qué estaba haciendo con mi música, y nos pusimos a trabajar. Entré a un taller con él y con otra productora que se llama Alice Stone y sacamos el disco en seis semanas. Teníamos un cuerpo de trabajo súper contundente. Les gustaron varias de las canciones, que quedaron en el disco, y nos pusimos a trabajar. Fue muy orgánico, muy pandémico, en el sentido de que fue como un taller. Trabajamos los tres juntos dos semanas y luego dos semanas o tres más, y luego dos semanas en el estudio, grabando todos los instrumentos, con todos los cuidados que se requerían, y me di cuenta de que había un relato ahí, una historia que tenía que ver con esta reflexión, este sentimiento de angustia o de ver este Apocalipsis que todos vivimos, tanto desde dentro como lo que está pasando afuera con el mundo.
Este sentimiento de angustia o de ver este Apocalipsis que todos vivimos, tanto desde dentro como lo que está pasando afuera con el mundo.
¿Y en la cara de la crisis qué?
El álbum tomó esa forma: súper colorido, pop, pero dientes, con momentos más pianísticos, más reflexivos, unos momentos más enérgicos, pero con esa mirada más crítica.
¿Cuándo escucharemos el disco completo?
El próximo año. Éste tenemos una trilogía de canciones, de la que Castillo de cristal es la primera, y luego sacaremos unas canciones más con el disco.
¿Cómo fue para ti la pandemia a nivel creativo? Claramente estuviste trabajando, pero ¿cómo se reflejó en tus procesos?
Fue interesante porque, como pasó con muchos músicos, yo no había estado quieta en un lugar desde hace muchos años.Me encerré y de verdad, y primero que nada estaba muy agradecida de que estábamos con salud y con casa y con trabajo. Ya con eso cubierto, uno está tranquilo. Sobre eso me sentí a gusto de tener un espacio indefinido por delante para trabajar, crear e inventar y vivir. Ese espacio de ocio y reflexión dió luz a ciertos espacios creativos que quizás en el día a día, contra un calendario o ciertos objetivos, no me había permitido tener. Igual no lo empujé. Hubo un par de veces,como para todos, inertes. No estaba inspirada en nada, no quería hacer nada. Además pasaban cosas de la vida y la familia, los amigos, la salud. Pero al final del día fluyó y hubo momentos creativos, y además hubo un equipo que también tuvo el espacio para subirse a este proyecto y dar a luz al disco.
Esto te dio un espacio creativo que necesitabas, pero también te quitó un lado fundamental en la vida de cualquier músico: las presentaciones en vivo.
Es interesante. Estábamos en México cuando empezó la pandemia, y me fui porque no tengo mi vida armada acá, y me regresé a Los Ángeles. Pero ahora que volví y hemos estado trabajando, me doy cuenta también que es una nutrición el estar afuera, ya sea tocando, conversando, compartiendo, creando, colaborando. No me había dado cuenta en el encierro y en la soledad, que lo estaba extrañando tanto. Uno se adapta a lo que hay. Mi preocupación surgió más bien por la industria en la que estamos. Afortunadamente grabamos nuevo disco, tengo un equipo, tengo una infraestructura, pero la precariedad laboral del mundo latinoamericano de la música es tal, que la preocupación más bien iba por ahí, por los compañeros y compañeras que están trabajando en producción, promoción, donde realmente el terreno lo es todo.
A mí me toca la parte creativa, todo lo que viene antes de salir al mundo, entonces estaba refugiada en esa burbuja que me permite mi trabajo, porque si yo saco un disco nuevo hay algo que mostrar al mundo, y por ende hay concierto y así. Estaba triste y descolocada porque fue una adaptación a todo, pero igual estuve tranquila porque las redes sociales, me permitieron tener contacto. Hicimos un lanzamiento del disco de La Fortaleza, que salió en 2020, y eso fue también un desafío muy grande, porque fue un concierto con streaming en el que se conectaron más de cinco mil personas en vivo, fue súper lindo. Fue cien por ciento sola, con pistas y piano. Fue una oportunidad de hacer algo distinto. La preocupación era más por la industria, y ahora hay muchas ganas de tocar pero también estoy un poco nerviosa, obviamente. No sé físicamente cómo se va a sentir y eso me da un poco de ansiedad.
La precariedad laboral del mundo latinoamericano de la música es tal, que la preocupación más bien iba por ahí, por los compañeros y compañeras que están trabajando en producción, promoción, donde realmente el terreno lo es todo
Además tienes que estructurar los conciertos de forma distinta porque la energía no es la de antes…
Sí, porque la gente ya no tiene la misma convivencia, la misma cercanía. Además creo que hay que tener paciencia con uno mismo porque todo se siente distinto. O sea, igual uno se exige y puede estar más ansioso, más cansado. Estamos haciendo cosas de nuevo después de estar fuera de ese training, entonces vamos a ver. Pero sí estoy con ganas de volver a los conciertos y ver a mi equipo, con ganas tocar, de como también conocer todo el repertorio de La Fortaleza y el nuevo en vivo, porque también uno compone en su cueva y es en el escenario que uno también va conociendo las canciones por dentro. Esa oportunidad no la tuvo el disco anterior porque salió La Fortaleza y fuimos a Viña, al Vive Latino y empezó la pandemia. Entonces conocí las canciones sola. No las he conocido con mi banda ni con mis bailarines ni con la puesta en escena. Eso viene ahora y me da curiosidad.
Este formato es nuevo y hay que sentirse cómoda compartiéndose a una misma, no sólo con su música.
¿Cómo ha sido para ti la experiencia con los conciertos virtuales?
Fue una nueva realidad, seguro. Cuando tengo ánimo de estar comunicativa me parecen súper ricas las redes sociales. Si no, es un desafío difícil. Siempre estoy agradecida y hay una comunidad en la que estamos todos conectados, pero no siempre estoy disponible para estar “on”.. Necesito un poco de estar introvertida, de mirar hacia adentro. Incluso cuando estoy tocando, a veces no tengo ganas de hablar porque estoy emocional, tocando, y no estoy así de “¡Hola, amigos! ¡Voy a tocar esta canción!”. A veces pasa, pero a veces no. Este formato es nuevo y hay que sentirse cómoda compartiéndose a una misma, no sólo con su música. No soy tan de personalidad de “¡hola! Aquí estamos”, pero me di cuenta de que eso igual es algo rico de hacer y de entregar.
¿Qué lección te llevas de todo esto que estamos viviendo?
Quizás suene muy obvio, pero nunca son obvias las cosas obvias. Mi lección fue que lo importante es lo importante. Lo demás es ruido. En este espacio vacío que hubo de alguna manera todos nos recluimos en nuestros procesos y nuestros propios desafíos y dificultades, en las cosas importantes. Hay que ponerle foco a eso: que la vida en que uno está persiguiendo no postergue las cosas importantes. Incluso siento que pasé muchos años trabajando, desde chiquitita, y la pandemia me permitió en el silencio y el aislamiento, digerir y reflexionar y realmente reconocer en mi mente y en mi recuerdo y mi historia cosas que pasaron hace más diez años y que ni siquiera me detuve a asimilar. Eso también fue un aprendizaje, decir que hay que descomprimir las cosas, hay que vivirlas y conectar con ellas, no dejarlas pasar, sino darles espacio en incorporarlo. Eso fue en el nivel más personal y esencial un gran aprendizaje, y tener el espacio para dedicarles tiempo, cariño y amor a las personas o cosas importantes de la vida. A veces lo damos por sentado.