En los últimos años, el rap ha dado giros intresantes. Con artistas como Mare Advertencia, Juan Sant, MC Chama, El Maya, el movimiento de rap originario o rap indígena ha cobrado una fuerza cada vez mayor, y el escucharlo con atención ofrece más que una experiencia musical. Así lo propone Mare Advertencia, finalista global de Vans Musicians Wanted, quien está teniendo una labor activa en hacer ver a la gente que el rap tiene un valor histórico valioso para documentar la realidad a la que nos enfrentamos.
"Hay que ver el rap como un documento histórico": Mare Advertencia
En muchas ocasiones has dicho que tu acercamiento al rap fue por la poesía, ¿podríamos decirte poeta? ¿Qué conexión sentiste con la poesía?
Yo me considero rapera. Mi oficio es el rap e inicié con un acercamiento hacia la poesía, hacia la poesía, con sus reglas y sus condicionamientos, y creo que la diferencia radica en eso. Yo venía de una estructura más o menos formal y el rap plantea desarticular todas las leyes gramaticales y ortográficas, jugar con la palabra. En el rap encontré como esta libertad creativa, que si bien lo podemos poner en paralelo con el verso tradicional, a mí me gusta más ponerlo en paralelo con la tradición oral, con la parte en la que puedes narrar las historias de tus vivencias, como la historia de tu vida o de tu contexto. A partir de eso, la palabra se convierte en un proceso de documentación que a veces puede estar peleado con la poesía desde la academia, que tiende a ser demasiado estético. El rap transgrede. Aunque puede tener belleza en el uso del lenguaje, también tiene una potencia en la transgresión del mismo. Ahí es donde yo me reivindico como rapera más que como poeta. El rap demanda tener el ritmo, fluidez, el modo musical que la poesía puede no requerir.
Son retos distintos...
Sí, y ahorita que lo planteaste, yo siempre hablo de mi acercamiento hacia la palabra a través de la poesía, pero en este momento de mi vida para mí es reivindicativo nombrarme rapera. Mucha gente tiene desconocimiento, tiene prejuicios hacia lo que es el rap. Para mí es importante nombrarme desde ahí, porque junto a toda esa desinformación, todo este caos, está un bagaje cultural que tiene que ver con la que soy, como búsqueda de identidad, como migrante. En esa transición identitaria, el rap me ayuda para nombrarme. La poesía, aunque me gustó en un principio, no me permitía totalmente sentirme libre.
Hablabas de los prejuicios hacia el rap. En tu opinión, ¿cómo tendría que apreciarse el género?
Mi labor tiene que ver con cómo ver el rap como una comunicación, como un documento histórico, desde un ámbito más periodístico, más antropológico, más desde la investigación lingüística. Se habla de documentos históricos, pero dentro de una práctica cotidiana está la tradición oral de los pueblos. Muchas lenguas, aunque tienen ahora una grafía, son netamente orales, la mayor parte de la gente habla pero no escribe. Mi abuela era analfabeta, pero hablaba perfectamente zapoteco y fluía en su lengua. Mi ejercicio del rap tiene que ver con eso, con el proceso de la tradición oral y la importancia de la herencia cultural a través de la palabra. Cuando hablo sé que no solamente estoy hablando desde yo, Mare, sino desde un contexto, un tiempo, un territorio.Y en la retrospectiva de ver una canción de hace 30 años, o a lo mejor una canción que yo hice 30 años adelante, también cuenta una historia a través del tiempo. Lo que yo trato es que sea lo más sencillo posible de comunicar. Si hago una crítica, que se sienta que es eso y que cuando la gente lo vea hacia atrás pueda decir si sirvió, si hubo un cambio, que pueda servir como ese documento que nos ayude para observar nuestro futuro y observar la sociedad en su avance.
¿Recuerdas tu primer acercamiento al rap?
Fueron dos momentos. El primero es más ambiguo porque, o sea, viendo el rap como lo que se convirtió en Estados Unidos en los años 90, cuando se empezó a utilizar la música como un medio para, digamos, rellenar. El rap estaba en películas, series de televisión, se colaba en alguna radio, pero yo no hablo inglés: soy muy mala hasta el día de hoy. Escuchaba pero no tenía ningún significado. No me llamaba, pero ya lo conocía. Me hice consciente de lo que era el rap hasta que lo empecé a escuchar en español, hace 20 años o poco más, como Actitud María Marta, raperos y raperas en Cuba, España. Ahí el rap empezó a tener una comunicación más cercana a lo que yo era. En ese proceso empecé a entenderlo como herramienta de escritura, de palabra. Antes lo escuchaba pero no significaba que entendiera de qué se trataba.
Hemos hablado del lado lírico pero no del melódico. ¿Cómo llegó este aspecto a ti, tomando en cuenta que el rap es un género que parte del sampleo y no de la creación musical tradicional?
Justo hay una frase que dice Grandmaster Caz: “el rap no inventó nada, reinventó todo”, en el sentido de que el rap se nutre de toda la música que ya existía, pero no genera nuevos sonidos. No inventamos nada, en realidad. Yo no estoy inventando el hilo negro, más bien rescato la tradición oral, el saber que ya existe alrededor, que yo misma he aprendido, y lo que hago es digerirlo y darlo de una manera más legible.
Hasta el día de hoy yo no hago producción musical, me dedico a la letra. Puedo tener conocimiento y oído, pero no soy productora. No, eso hay que aclararlo. Hago equipo para poder producirme, pero siempre he estado cercana a la música. Crecí escuchando música y mi familia es muy fiestera. Me encanta bailar de todos los géneros. Eso ayuda a medir el ritmo de la música, pero además a ver el mestizaje cultural. Yo aprendí desde los sones tradicionales que están escritos en seis octavos, saltos de la música, que podrían sentirse muy alejados pero que naturalmente conviven.
Empezaste a hacer tu música, pero, a la fecha has colaborado con muchísima gente. Entre ellos, Natalia Lafourcade. ¿En qué momento llegaste hasta donde estás? ¿En qué momento Mare pasó a ser Mare Advertencia?
No hay un momento. O sea, son muchos momentos. Yo me considero aún un proyecto emergente, en el sentido de que no tengo la masificación que tienen otros proyectos. Sin embargo, he trabajado por años, he tenido un recorrido desde gestora cultural, como rapera, involucrándome en procesos colectivos desde el arte, el activismo. Soy metiche en muchos lados, incluso me ha dado la posibilidad de ir haciendo como mis ladrillos. Yo tengo ya un proyecto construido de años, pero que no fue a partir de una cosa. Quizás fue aferre a la música o esta convicción de querer hacerla y buscar las posibilidades. Se han presentado posibilidades muy hermosas como intercambios con como con Natalia Lafourcade, no con la banda de mujeres, las mujeres de Viento Florido. He podido viajar a otros países y conocer escena y otros lugares, generar mi propia música independiente, tener un disco, EPs, aunque sea muy casero lo hemos hecho. Cada momento ha sido importante para la construcción de mi proyecto musical y ahora mismo Vans Musicians Wanted ha sido un paso en la historia musical de Mare.
Perteneces a dos grupos minoritarios con mucho peso: eres mujer y eres indígena. ¿Cómo ha afectado esto a tu carrera?
No soy sólo de dos grupos minoritarios; empecemos por ahí. Soy zapoteca, mujer, viviendo en la periferia, en un estado con índice económico bajo, siendo tercermundista… podemos ir sumando. Pero tengo la fortuna de que el contexto en el que crecí también me dio muchas herramientas. Estadísticamente quizás soy un caso de éxito, pero tampoco es eso porque la vida que tengo no es la aspiración de éxito social que la gente tiene. Es más bien una de esas historias de personas que lograron llegar a un lugar al que quizá en otras condiciones no se hubiera dado. Mi familia siempre me ha apoyado, a pesar de que no estaba de acuerdo en un principio con que yo hiciera rap. Tuve acceso a conocimiento, porque aquí en Oaxaca, habiendo tanta multiculturalidad, tantos pueblos originarios coexistiendo, tenía una diversidad de música, de pensamientos, de formas de interactuar y se va haciendo ese bagaje para lidiar con un mundo mucho más grande. También vengo de un proceso de resistencia de los pueblos originarios de siglos. Oaxaca, además, se va mezclando con las luchas sindicales, luchas estudiantiles, luchas territoriales o la lucha de las mujeres.
Vengo de un aprendizaje donde había mucha conciencia crítica, espacios de formación, acceso a la cultura, a la política. Soy un mestizaje cultural.
En una entrevista que diste hace poco dijiste que antes no estabas interesada en entrar a concursos, pero acabas de ser finalista global en Vans Musicians Wanted. ¿Qué te llevó a participar?
Fue el momento. Las circunstancias pandémicas fueron uno de los grandes pretextos porque la música cambió. Antes era un migrante, andaba de acá para allá, y de repente ya no se puede. La música en vivo se prohíbe en algunos contextos y se vuelve peligrosa en otros. Entonces creo que empieza la duda para mí. ¿Qué sigue? ¿Qué vamos a hacer? ¿A qué nuevas formas nos vamos a enfrentar? Y desde esta curiosidad me arriesgué.