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Clases de Historia: un llamado a dejarse llevar y disfrutar la vida

'Clases de Historia' nos lleva por la vida de Vero, una maestra cuya vida se transforma con la llegada de Eva. Platicamos con Verónica Langer y Renata Vaca, protagonistas de la historia.
jue 09 septiembre 2021 01:10 PM

A tres años de su estreno en festivales, Clases de historia, del director Marcelino Islas, llega a salas de cine con una historia de amistades improbables en la que Verónica (Verónica Langer), una maestra enferma tiene que lidiar con el despido y con la necesidad de atención, hasta que llega Eva (Renata Vaca), una adolescente de espíritu libre que llega a poner su mundo de cabeza y de paso a inyectarle la vida que le hace falta.

Platicamos con Verónica Langer y Renata Vaca sobre esta cinta.

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Tanto Eva como Verónica son personajes muy complejos. ¿Cómo llegaron a esta cinta?

Verónica Langer: Yo ya había trabajado con Marcelino Islas en otra película, La caridad, y nos llevamos muy bien. Hacia el final de las filmaciones me dijo que quería escribir algo especial para mí. Ya tenía la idea, y así empezamos. Fue un proceso de un año en el que nos reuníamos y platicábamos del guión. Fue un proceso muy agradable, muy íntimo.

Renata Vaca: Yo tenía dos años en la adolescencia cuando llegó este guión a mí. Me encantó desde el momento uno por los personajes y la historia, desde las primeras letras escritas en ese papel. Después conocí a Marcelino y trabajamos durante dos años. Creo que al año de estar trabajando conocí a Vero.

Eva y Vero tienen un inicio muy tormentoso en el que Vero rechaza a Eva, pero aún así ella insiste. ¿Qué es lo que ella ve en Vero para que valga la pena pasar por eso?

RV: Hay muchas ocasiones en las que te preguntas cómo sucedió una relación, y eso es lo que sucede en la película. Son dos personajes que se pedían a gritos, se necesitaban. Eva es un personaje muy desfachatado en el mejor de los sentidos, muy libre, y eso es lo que hace que suceda. Al inicio de esta relación, Eva es el personaje que acciona para que suceda esta relación. Va y toca la puerta, está presente, insiste, y eventualmente los dos personajes se abren y llegan a un punto en el que conectan y sucede la magia.

Verónica está pasando por un momento muy complicado en su vida. ¿Qué encuentra en Eva?

VL: Para empezar, alguien que está interesado en ella. Vero quisiera decir que no, pero Eva insiste, y Miss Vero tiene ganas de que alguien le insista, de que alguien le diga que la necesita, que quiera meterse en su intimidad. Se escandaliza pero en el fondo se siente halagada y se siente como que existe. Es un personaje que se va borrando, como pasa con la gente que damos por hecho que está con nosotros, y damos por hecho las cosas que le están pasando, pero, ¿qué tal si le están pasando otras cosas? Nadie se fija en lo que le está pasando a Vero, hasta que llega Eva, y le trastoca toda su vida íntima, y poco a poco decide ser ella la que toca la puerta. Me gusta esa imagen de tocar la puerta porque después es Vero la que va y la espera en el coche y la toma fuera de base. Se invierten los papeles pero es porque las dos ya están dispuestas a vivir la aventura.

¿Cómo trabajaron su dinámica de pareja? No son una dupla mega cursi, como suele ocurrir en películas de tramas similares.

RV: Vero y yo tenemos mucha química en la vida real. Nos llevamos muy bien, nos reímos mucho y todo pasa de manera muy natural. Así sucedió desde el momento uno. Simplemente nos hicimos amigas y nos llevamos bien, y nos divertimos dentro y fuera del set. Eso fue una bendición en el proyecto porque era importante que eso sucediera en cámara. Es la magia del cine y de la vida; todo pasa como tiene que pasar.

VL: Tenemos una relación muy bonita, y fue una sorpresa para mí que fuera así. No sé qué sentía Ren, pero yo no sabía qué iba a pasar, pero me pasó un poco como en la película, y me dejé llevar por la relación, por el encanto de Ren. Nos la pasamos muy padre y esa química se dio. Creo que las relaciones entre las personas puedes forzarlas, pero en pantalla pasan por canales que no son los que uno se propone, sino que se dan o no se dan.

Vero, tu personaje tiene escenas muy fuertes, incluso en cuestión visual. ¿Qué fue lo más retador para ti?

VL: Tuve muchos momentos retadores en esta película, pero eso fue lo que se me hizo interesante. Un momento retador fueron las escenas de faje con Gabino [Rodríguez], el Topo. Él es un caballero y me sentí muy bien haciéndolas, en el sentido de que me sentí respetada, trabajando con un profesional, con todo cariño. Sin embargo, cuando la veo me parece muy fuerte. También la escena del desnudo. A estas alturas de mi vida hacer un desnudo en cine no es nada fácil, pero era importante para Marcelino y me dejé llevar. Es un proceso en el que, si no estás dispuesto a dejarte llevar de la mano, te vas a estar resistiendo a lo que quiere el director. Esas escenas estaban desde el guión, y si ya lo acepté, tengo que ser consecuente.

Renata, en tu caso, esta cinta es muy distinta a otros proyectos en los que has participado.

RV: Todo el proceso fue para mí una constante de primera vez para muchas cosas. También fue un reto el encontrar qué cosas tenía que subirle que bajarle, porque al final lo único que uno tiene es lo que es como instrumento. Encontrar la forma de abordar el personaje fue todo un reto, desde que conocía a Marcelino hasta que llegamos al set. Hubo ciertos momentos, como cuando me quitaba la playera y tenía que estar sólo con una protección, que tenía que quitarme la pena y hacer las cosas. O de pronto hacer una escena de cama, como la que tiene Eva con Manuel. Sólo se ven los pies pero todo ese momento fue muy raro porque Fer [Álvarez Reveil] estaba encima de mí y nos pedían que nos moviéramos y que hiciéramos sonidos. Tanto Fer como Marcelino fueron muy respetuosos y me hicieron sentir muy cómoda. Vero me decía que yo siempre podía decir si estaba cómoda o incómoda. Fueron unas primeras veces muy interesantes.

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