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"Me gusta jugar a que la simplicidad también tenga su magia": Carlos Sadness

El músico español habló sobre su nuevo sencillo, "La costa breve", así como de su proceso de composición y la forma de abordar su música.
mié 18 agosto 2021 12:19 PM

A medida que las cosas avanzan, los conciertos comienzan a reactivarse, y en ese sentido, el reciente regreso del español Carlos Sadness a tierras mexicanas ha sido uno de nuestros favoritos. El músico visitó nuestro país para promocionar Tropical Jesus, album que lanzó el año pasado, así como su reciente sencillo "La costa breve", un indiscutible himno veraniego de este año. No podíamos desaprovechar la oportunidad de visitar al músico y hablar sobre estos proyectos.

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Cuéntanos de tu sencillo “La costa breve”, que recién lanzaste.

Es una canción que de pronto un día estaba cantando por casa, porque llevaba mucho tiempo sin componer nada después de Tropical Jesus, de la pandemia, de adaptar los conciertos al formato que estamos teniendo en España, que es como mucho más reducido, con menos estable, con menos músicos. También me mudé de casa y fue como un año de poner un poquito de orden en la vida, más allá de la música, después de muchos años viviendo por y para la música, claro. “La costa breve” fue una canción que hice porque de pronto un día me apeteció tener una canción que reflejara la idea del verano porque había pasado, después de la pandemia, con muchas ganas de que llegara este verano y quería tener una canción mía que lo recordara. En Cataluña hay un lugar de playa que se llama la Costa Brava, conocido porque allí vivía Dalí. Es un lugar bastante cool, no súper conocido. Vengo de un disco, Tropical Jesus, que está como Made in México, la costa colombiana, Cuba, Ecuador… es como un disco súper viajado por ahí y eso se refleja en las canciones. La Costa Brava es una canción que nace en un año que no he podido viajar y habla de un lugar que está al lado de casa. Es un fiel reflejo de que donde uno vive y donde a uno le suceden las cosas acaba siendo también el paisaje de sus canciones.

Tropical Jesus salió en junio de 2020, y ahorita, en lo que va del año, has sacado dos sencillos. ¿Cómo decides qué rumbo le vas a dar a cada canción?

Soy súper malo con eso porque siempre que empiezo las dos primeras canciones de un disco pienso: “ay, esto va ir por aquí o va por allá”, pero luego no ocurre. Al final son los discos los que vienen de una manera mucho más espontánea y te acaban hablando ellos más sobre el momento de tu vida, más que tú pretender que vayan en una dirección u otra. Eso lo sentí cuando trabajé La idea salvaje y se llama así por eso, porque el disco acabó siendo lo que él quería, lo que yo estaba viviendo, más que lo que yo había planeado. Era como un disco indomable, y es una sensación que he vuelto a vivir en los siguientes discos, aunque consideraba que igual ponerles a todos La idea salvaje 1, 2 y 3 no era divertido.

Algo que llama mucho la atención en las letras de todos tus discos es que, sin importar si estás componiendo letras muy metafóricas o muy directas, tienes una selección de palabras muy peculiar y muy precisa. ¿Cómo es tu proceso como compositor?

Una de las cosas que más tomo en cuenta es la elección de palabras. Para mí es como un chef con la elección de la materia prima, de decir: “ Me sirven estos tomates, pero estos no; tienen que ser éstos”. Con las palabras pasa eso. Es así. El castellano tiene muchas palabras, y cada una tiene una pequeña diferencia, una sutileza. No es lo mismo decir “sabe bien” que “esto sabe rico” a “esto sabe guay”. Cada una te lleva un poco por un camino y pinta un color diferente. Y ahí es donde se crea como la gama de color, con la elección de las palabras que utilizamos, su sonoridad, en la pequeña sutileza donde nos lleva a decir la diferencia entre decir estoy feliz, estoy animado, estoy contento. Aunque parezca que quieres decir lo mismo, es un color totalmente diferente una y otra. Entonces, una de las cosas que más trabajo es la elección de las palabras.

También en este momento de mi vida creo en el funcionalismo, en el racionalismo. Si te estuviera hablando ahora de Mies van der Rohe o de un arquitecto racionalista que cree que la belleza está en que las cosas cumplan su función. En este caso, la función comunicativa. Durante mucho tiempo, cuando era más adolescente, pensaba mucho en adornar las cosas, pero hoy pienso que la simplicidad, cuando tiene algo potente detrás, es más valiosa que adornar. A veces con el adorno se desdibuja o pierde esa potencia. Me gusta bastante jugar a que la simplicidad tenga también su magia. Ese menos es más. Son teorías que vienen mucho del tema del diseño y del arte. De esto habla Kandinsky en el libro Lo espiritual en el arte. En cierto modo, también acaba hablando de esos paralelismos entre la pintura y la música. Y así lo siento, que en el momento en el que estábamos, en el que salen tantas canciones y tantas letras, tantas frases, no tenemos por qué adornarlas o rellenarlas. También se ve reflejado en la duración de las canciones. Tengo una canción que se llama “Clorofila”, que no dura ni dos minutos porque en ese tiempo dice todo lo que tiene que decir. No voy a añadir nada más para hacer que la canción sea más completa. Para mí es completa cuando ya acaba de decir lo que tienen que decir.

Suena a que tienes muy claro lo que quieres…

No, no se trata tanto de tener claro lo que tengo, porque también, pues a veces dudas y dices a esto mejor por aquí o por allí. Pero si es una idea de : “tenemos poco tiempo, para qué vamos a perderlo con relleno”.

¿Cuánto te tardas en escribir una canción? Supongo que es diferente con cada una…

Sí, hay canciones que han estado un año colgadas porque había una parte que no salía y canciones hechas deprisa porque la idea era muy concreta y todo estaba muy claro. Tampoco te puedo decir que unas son mejores que otras, porque hay que decir que requieren trabajo porque es difícil. O sea, tienes en la cabeza una sensación y un lugar o un destino que quieres que lleve esa canción y no es fácil encontrarle el camino. Entonces esas a veces se quedan colgadas. De pronto no sabes como hacer que el estribillo camine hacia un lugar al que tú quieres llegar y no viene esa melodía a la cabeza. Y de pronto, al cabo de seis meses estás cantando una melodía y piensas: “wow, esta melodía encaja con esa canción que tengo ahí pendiente” y se recupera y se une. Y es muy bonito porque de pronto una canción que dabas por perdida se salva por una idea que te viene a la cabeza de manera aleatoria. Eso me ha pasado muchas veces y es muy feliz cuando de pronto les escribo a mis amigos y les digo: “tengo el estribillo para ‘Muerte súbita de un caimán’”, y todos lo celebramos porque lo había hablado con todo el mundo. Hago partícipes de mi canción a mis amigos y a mis hermanas, y nos da mucha alegría cuando resuelvo algo.

Tiendes a compartir mucho tus canciones en proceso…

Hay algunas que no enseño hasta que están hechas, pero hay muchas que sí, que de pronto eran como un foro de amistad, pero que por cuestiones de que se quedan a la mitad, de repente les pregunto: “tengo esta mitad. ¿Crees que valga la pena que lo siga? ¿Qué te provoca?”. Entonces , recibo un poco de ese intercambio y me gusta, pero en otras ocasiones es algo de un perfil más personal que no comparto. No hay una regla para nada.

Cuéntame qué sientes al escuchar Tropical Jesus después de haber trabajado en él?

No escucho mucho mi música. Después de que se publica ya pongo mi disco. O sea, sí lo hago cuando quiero revisar una canción y ver cómo lo hice en el disco para hacerlo igual. A veces sale en aleatorio o al escuchar Spotify a alguna banda de repente me sale de la nada una canción mía porque tienen un link o algo. También cuando en una fiesta ponen una canción mía; es como una situación un poco rara porque parece que como tu cumpleaños.

Tropical Jesus me gusta porque venía de dos discos que eran un poco parecidos entre sí. Me apetecía hacer un disco que fuera un poquito diferente porque había mucha identidad mía y es un disco en el que he trabajado mucho la producción yo en casa y que tiene una identidad de sonido bastante fuerte. No cambiaría nada, quizás lo ordenaría de otra manera. Cuesta mucho ordenar canciones y luego cuando llegas al directo y te das cuenta de que hay órdenes que funcionan mejor que otros y es muy difícil siempre acertar cuando las canciones están tan vírgenes que todavía no las ha escuchado la gente. No sabes su reacción ni cómo las interpretará. Siempre me pasa que que algunos órdenes de los discos los cambiaría, pero no mucho más que eso.

Es muy curioso que le pongas tanta atención al orden de las canciones cuando estamos en la era del modo aleatorio...

Claro, eso es cierto. No tiene tanta importancia como hace quince años. Eso es totalmente cierto. Pues eso, igual a veces también digo “ya, eso está bien”, y no estoy ahí como dos semanas dándole vueltas, como lo hice en el primer disco que, bueno, fue una cosa... tenía post-its que iba ordenando. Me lo tomo de una manera mucho más relajada el día de hoy, precisamente porque tiene menos importancia, porque hay mucha menos gente escuchando el disco. Pero es difícil porque luego todos los órdenes te llevan a un mood u otro. Yo sólo tengo claro cuál es la primera y la última. Todo lo demás es duda.

¿Hay algo en específico que busques en una última canción, por ejemplo, en una primera?

La primera es diferente dependiendo del disco. En La idea salvaje en y en Diferentes tipos de luz la primera canción es un golpe muy energético, y en el disco la primera canción nada que ver, es más tranquila, pero que te abre un poco a un mundo más místico, irónico. Tiene esas dos características que creo que van acompañando al disco a lo largo de su historia, y

es una canción rara va a ser una primera canción de disco, pero sí… está bien ahí. Lo lógico hubiera sido entrar con “Isla Morenita”, que define mucho el disco, pero tampoco es una canción nueva y tampoco puedes empezar el discon con una canción que ya he escuchado. Entonces quise jugar de una manera más, más artística.

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