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"Estoy en un momento en el que necesito enfocarme en mi país": Antonio Sánchez

El baterista mexicano y amigo de la marca Oris visitó el país para hacer su primera residencia musical. En el camino, aprovechó para contarnos de su próximo disco.
dom 15 agosto 2021 03:07 PM

Orgullosamente mexicano, Antonio Sánchez se ha posicionado como uno de los mejores bateristas contemporáneos, gracias a una destreza técnica que deja boquiabierto a cualquiera y a una calidad de improvisación que resalta por su visceralidad. Los amantes del jazz lo reconocerán por su trabajo en Pat Metheny Group o sus múltiples proyectos propios. Los cinéfilos lo tendrán en mente por su brillante trabajo musicalizando la cinta Birdman de Alejandro González Iñárritu, usando sólo batería y cimbales. Recientemente el músico, que radica en Nueva York para ofrecer su primera residencia, con la que cumple una loable labor al ofrecer educación de calidad para músicos de jazz.

Nuestros amigos de Oris, firma relojera que ha entablado una cercana amistad con el músico, nos invitaron a platicar con él durante su visita.

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Tienes una de las carreras contemporáneas más envidiables como baterista. Cuéntanos cómo ha cambiado tu percepción del instrumento.

Antonio Sánchez: Casi no tengo recuerdos antes de la batería. Ha sido una compañera tan constante que es como una extensión de mí. Pero sí se ha transformado. Antes mi misión era ser el baterista más completo y más versátil que haya habido en la historia, y poco a poco me empecé a enfocar en el jazz, la música más creativa, y se fue formando mi visión. Ahora soy líder de mis propios proyectos, soy más conceptualista. No estoy tratando sólo de acompañar a otros artistas sino de crear mi música, mi imagen, mi marca. Ahora estoy sacando un proyecto nuevo con muchos cantantes que me proporcionaron temas originales, y los estoy reimaginando. La batería es el elemento que va a la par con la voz. Normalmente cuando es un disco con un montón de cantantes la batería suele ser meramente una acompañante, pero en esta ocasión yo quería que la batería fuera protagonista, pero no teniendo un montón de solos de batería. El instrumento se ha ido transformando con los años, así como la misión y la función que tiene en mis proyectos.

Decías que en este proyecto la batería está a la altura de la voz. Si no es con solos, ¿cómo lo estás abordando?

AS: Siempre me encantaron los grupos que tenían muy buenos bateristas, y sobre todo que eran originales, como Led Zeppelin con John Bonham, The Police con Stewart Copeland, Rush con Neil Pearl, Queen con Roger Taylor. Eran grupos de rock en los que los bateristas tenían una voz muy individual y creo que eso se fue perdiendo conforme fue creciendo más el pop y el rock se fue relegando un poco. La música sigue siendo muy producida pero la batería quedó relegada a algo muy genérico. La manera en que yo quería hacer este nuevo proyecto fue pensar en cómo funciona la música que a mí me gusta, que es increíblemente bien producida, como Peter Gabriel, U2 o Tears for Fears, que son grupos que realmente ponen años en la producción de sus discos. Una cosa que hacen es hacer capas de guitarras, cantidad de guitarras con diferentes sonidos que entran por todos lados. Teclados, lo mismo. Voces, lo mismo. ¿Por qué no hacer lo mismo con batería? Generalmente tienes una batería que hace el ritmo. ¿Por qué no tener veinte con diferentes sonidos entrando y saliendo por diferentes lados del espectro estéreo? Entonce empecé a experimenta con esto, y el resultado es este disco con el que en cada canción tienes baterías de diferentes tipos y sonidos, haciendo diferentes cosas, que hacen que la batería entre y salga por todos lados.

Suena a un gran reto en cuestión de producción y arreglos…

AS: Ha sido del sueño de un productor porque tengo materia prima increíble de grandes cantautores que me dieron carta blanca para hacer lo que se me antojara. No fue una colaboración de “bueno, déjame hacer un poquito, me dices qué opinas y le seguimos”, sino que me daban el material, yo hacía absolutamente todo y al final, ojalá que les guste. No fue un estira y afloja.

¿Cuándo comenzaste a trabajar en esto? ¿Qué tan avanzado ibas cuando empezó la pandemia?

AS: Comencé hace dos años, entonces ya iba más o menos avanzado. Iba trabajando conforme iba recibiendo material. A veces me lo daban rápido y a veces tardaban mucho y eso retrasaba el proyecto. Pero en cuanto me lo daban, yo empezaba a trabajar. Ha sido algo tan diferente a lo que normalmente hago y tan divertido… además me encanta escucharlo. A veces hago discos que me encanta tocar pero no los escucho todo el tiempo. Este es un disco de rock pop, como si alguien más lo hubiera hecho, y me encanta escucharlo todos los días.

El reloj que usa actualmente Antonio es el modelo icónico Divers Sixty-Five, que usa el movimiento automático Oris Cal. 733, base Sellita SW 200-1, con fecha a las 3 horas. Tien e una caja de 42 mm, múltiples piezas y corona atornillada en acero. Hermético hasta 10 bar/100m. Bisel giratorio de buceo unidireccional con revestimiento de aluminio negro, temporizador en escala de 60 minutos y marcador cero tratado con Super[1]LumiNova. Cristal zafiro abovedado por ambas caras con tratamiento antirreflejante interior. Reverso de caja atornillado de acero con logo Oris. Carátula negra con índices aplicados, tratados con Super LumiNova®. Manecillas para horas, minutos y segundos en níquel y Super-LumiNova. Correa en caucho negro y opcional de textil NATO con cierre desplegable ajustable o brazalete de acero.

¿Qué pensaste la primera vez que lo escuchaste?

AS: Para empezar, tengo unas ansias enormes de que la gente pueda escucharlo, porque lo tengo guardado desde hace un buen rato. A Thana, mi esposa, que es cantante, también le pareció que lo escuchábamos como si fuera de alguien más, sin fijarnos en los solos, que es normalmente lo que pasa en el jazz. A veces no me gusta escuchar eso cuando estoy haciendo otra cosa. O lo escucho bien o escucho otra cosa. Pero este tipo de disco se trata mucho sobre el ritmo, la producción, la cuestión sónica, lo satisfactorio que es sónicamente.

¿Qué implica para ti escuchar un disco ‘bien’?

AS: Lo que me gusta es tomarme un gin tonic, sentarme en mi estudio con mis buenos audífonos o mis buenas bocinas, poner el disco y cerrar los ojos. Incluso muchas veces me he encontrado en conciertos –de jazz o de música clásica, sobre todo–, escuchando con los ojos cerrados. Siento que es muy fácil escuchar con los ojos. Conforme lo que vas viendo es lo que vas escuchando. Cuando tienes los ojos cerrados empiezas a producir tu propio universo sonoro y tu oído va acomodando las cosas como debe ser, en lugar de cómo las estás viendo. Entonces, generalmente escucho con los ojos cerrados y a muy buen volumen. El gin tonic también ayuda.

Los músicos tienen una relación y una percepción muy especial del tiempo, pues es un elemento fundamental de la música. En esta época, la noción del tiempo cambió drásticamente para todos. ¿Cómo ha sido este tiempo para ti?

AS: Ha sido algo completamente desorientante porque no sabes cómo seguir con tu vida. Tengo la gran fortuna de tener la música, que es algo que llevo un buen rato haciendo en solitario. Obviamente el tocar en vivo es una parte enorme de la ecuación de mi vida, pero otra gran parte es lo que estoy haciendo con este disco: producir, sentir, sentarme frente a mi computadora, mi batería, mi teclado, yo solo, reimaginando cosas. El tiempo se me ha pasado rapidísimo gracias a eso. Si no hubiera tenido nada que hacer se hubiera sentido como una prisión. En mi caso, me siento como un científico loco en el sótano de mi casa, reacomodando cosas con mis audífonos, viendo qué nuevas cosas puedo crear, y eso me mantuvo creativamente súper activo e inspirado. El material que me daban para el muevo disco era inspirador, y luego escuchar mi batería con las voces de gente como Trent Reznor, Dave Matthews, era algo apoteótico para mí. También había estado haciendo la música de una película que es una coproducción India-Estados Unidos, donde me llamaron porque les encantó Birdman, pero también querían cuerdas, guitarras y otros elementos que, como estábamos en plena pandemia, hice yo solo porque no quería traer músicos a la casa. Si me preguntas “¿tocas la guitarra?” te voy a decir que no, pero toqué toda la guitarra en la película y en el disco. Me compré un ukulele, un ud, una mandolina, y de tres notas en tres notas iba armando mi propio universo, y eso me mantuvo bastante inspirado durante la pandemia.

¿Cómo cambia tu forma de trabajar cuando estás haciendo un score a cuando haces música para ti?

AS: Justo esa es la gran diferencia. Cuando estás haciendo un core estás ideando, produciendo, componiendo música para alguien que tiene una visión muy específica: el director. Tienes pláticas con él, y muchas veces no sabe cómo expresar bien lo que quiere musicalmente, y a veces se dan malentendidos porque no sabes bien qué está buscando y le haces cuatro versiones de lo mismo y a ni una le atinas, hasta la cuarta, en la que piensas: “a lo mejor lo que quiere son arpeggios”, y los haces e inmediatamente le encantan. Muchas veces hay falta de terminología musical y es un reto bastante grande: poder reinterpretar lo que te están diciendo de una manera muy abstracta y ponerlo en cuestión musical. Muchas veces es una cuestión de ego porque cuando tú estás produciendo tu propia música tu ego está muy involucrado en todo: lo que te gusta, lo que crees que le va a gustar a la gente. Pero en este caso tienes que dejar de un lado el ego y pensar en lo que quiere el director y complacerlo a él antes de complacerte a ti. Muchas veces la primera versión que hago de algo, pienso que es la mejor que pude haber hecho, y se la doy al director y no le gusta. Entonces tengo que empezar a transformarla y acabo con una quinta versión que para nada es lo que yo quería pero a él sí le gusta. Es una batalla con tu propio ego y tienes que entender que estás trabajando para alguien más y no para ti.

¿Y cómo lidias con eso? ¿Cómo es para alguien con tu experiencia y méritos que alguien te diga que lo que estás haciendo está mal?

AS: Es que la música es una cuestión muy subjetiva, entonces lo que tú piensas que está bien, el director dice: “bueno, como es mi visión y va con imagen, yo estoy oyendo algo totalmente diferente”. Y muchas veces no saben lo que están escuchando hasta que lo escuchan. no saben lo que quieren hasta que lo escuchan por primera vez. Conozco compositores que han dejado de componer música para películas por esa subjetividad que se da todo el tiempo, en la que el director te puede decir que lo que haces para nada es lo que está buscando, y tú como artista piensas que eso es lo que mejor queda. Es una batalla constante con ellos y con uno mismo y hay que tratar de encontrar el punto medio. No estar completamente insatisfecho con lo que estás haciendo, pero tratar de complacer al director.

Llevas desde 2019 como amigo de la firma relojera Oris. ¿Qué te gustó de la marca?

AS: Es un poco como la música: es algo subjetivo el por qué algo te gusta. En cuanto vi los diseños, en cuanto me puse el reloj sentí que iba conmigo. Yo soy muy relojero y he tendio relojes de todo tipo, pero me intrigan mucho los mecanismos automáticos, sobre todo porque soy baterista y estoy en constante movimiento. Un reloj automático para mí es perfecto porque básicamente estoy en movimiento perpetuo. La sencillez del reloj también me gusta. Nunca he sido de esos relojes que tienen treinta mil complicaciones y ni siquiera sé usar ni para qué son. Me gustan más los diseños más elegantes y más frugales, delicados, simples. Oris tiene de todo, pero los relojes que más me gustan son los más elegantes.

Viniste a México para presidir una residencia. Cuéntanos un poco de esto.

AS: Es una misión muy importante para cualquier persona que ha tenido una suerte como la mía, que pude irme al extranjero y estudiar e interactuar con músicos de primerísimo nivel, a los que he tenido acceso como acompañante o estudiante. Siempre he estado regresando a México tratando de impartir cursos, clases maestras, clínicas y otras cosas, pero siempre vengo uno o dos días y nunca he sido muy consistente. Entonces pensé en que estoy en un momento de mi vida en el que necesito enfocarme más en mi país y tratar de instituir algo anual, que la gente siempre sepa que de tal a tal fecha siempre va a haber una residencia a la que van a venir muchos músicos del extranjero –principalmente de Nueva York porque es donde yo vivo y donde he hecho gran parte de mis contactos y relaciones– a impartir un curso muy intenso de cuatro días –quizás el próximo dure más; ahora por covid estábamos muy limitados–, pero lo que me interesa es perpetuar un poquito el círculo virtuoso, que los estudiantes se queden inspirados. Yo quedé inspiradísimo. Muchas veces pensamos en estos proyectos que la misión es inspirar pero la verdad es que yo quedé increíblemente energizado, inspirado, por las ganas de todo mundo de querer aprender, avanzar, mejorar. Creo que esto puede tener repercusiones generacionales muy buenas, que se vaya perpetuando lo que estemos haciendo, y que en diez o veinte años el nivel general de los músicos de jazz en México haya subido radicalmente gracias a lo que estamos haciendo aquí. Fue una experiencia increíble. La organización fue de primerísimo nivel, con ayuda del CENART, Fundación BBVA y Dequinta Producciones.

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