Dicho estudio del Imperial College realizó un seguimiento a 44 jugadores entre julio de 2017 y septiembre de 2019, 21 de los cuales sufrieron alguna lesión cerebral ligera mientras jugaban.
Los 41 varones y tres mujeres fueron sometidos a una resonancia magnética y cerca de la mitad de ellos pasaron un segundo chequeo un año después. Los resultados fueron comparados con los de especialistas de deportes que no son de contacto, o con personas ajenas al deporte.
Los resultados muestran que el 23% de los jugadores -sufrieran o no golpes en la cabeza- presentaban anomalías en los axones (prolongaciones de las neuronas), que causaban microhemorragias. A estas anomalías de la sustancia blanca del cerebro, que permite las conexiones neuronales, se añaden asimismo "cambios anormales" en el volumen de esta sustancia.