Elsa, tuviste un 2019 envidiable para cualquier músico de tu rango. Tocaste en El Plaza, tu música sonó en todas partes, y luego llegó la pandemia a paralizarlo todo. ¿Cómo fue esto para ti?
El 2019 fue todo el tiempo en modo “on” y en modo de hacer. Más que un año creativo, fue un año cien por ciento de ejecución, y por eso mismo dejé un poquito abandonada a la parte de mí que requiere tiempo a solas, que requiere cuidado, que requiere alimentar su creatividad, sentarse a leer, meditar 2019 sí fue un año en el que se vio un cambio, y llegar al 2020 fue un regalo, casi que fue un año de cosecha, primero porque logré reencontrarme con la sensación de agradecimiento por hacer lo que hago, por estar bien, por estar sana, por estar protegida. Y segundo, tuve tiempo conmigo. Definitivamente me había entregado al trabajo y había dejado un poquito el espacio de soledad, de introspección, olvidado porque no quería, no quería explorarlo y esto me obligó. Para mí fue un año totalmente creativo, sin poner en en perspectiva que para otros humanos fue un año totalmente difícil.
Eso se nota en los sencillos que has sacado este año. Llama mucho la atención esuchar “Corazones negros” o “Ya no somos los mismos”, porque te vas a lugares muy distintos. ¿Cómo fue la exploración creativa que estuviste haciendo?
El 2020 no es enseñó que lo peor que podía pasar ya pasó. Puden pasar cosas peores claro, pero uno de nuestros más grandes miedos sucedió. Y esta sensación de no tener, al menos de mi lado conciertos, de no tener ni idea qué sería, que lo único que queda que hacer música y explorar y emocionarte y encontrar, emoción e ilusión en el acto de crear, y hacerlo desde un lugar en el que no tienes público con el cual probar tu canción al día siguiente y ver si les gustó o no. Este disco es el disco más personal que haya podido hacer.
Hace rato dijiste que no habías querido entrar en introspección. ¿Te cuesta trabajo estar contigo?
Para mí estar conmigo misma es un placer. Yo soy la que se va temprano de la fiesta antes para llegar a mi casa y tener media hora de estar conmigo antes de quedarme dormida. Pero estar conmigo misma, creativamente, hablando de la música, es un sufrimiento. O sea, hago todo lo posible para procrastinar en el momento en el que me tengo que enfrentar a un instrumento y al micrófono para ver si voy a hacer una buena canción o no. En el 2020 ya se me habían acabado las escapatorias,y como había asumido el compromiso de hacer el disco, también cargué muchísimo estrés. Porque te digo, para mí hacer un disco no es un proceso de puro gozo, sino es de mucho a batalla, mucha batalla.
Este año has lanzado “Corazones negros”, “Hasda dónde se enamora” y “Ya no somos los mismos”, que asumo que es la introducción de tu próximo LP…
Elsa: Precisamente como tuve todo el año pasado para hacer perfectamente el mapa del disco, para tomar la decisión de hacerlo tan personal y de contar mi historia y explorarla, decidí que primero primero tenía que anunciar el disco y después pues hacer un ejercicio de paciencia, de ir compartiéndolo y luego que salga; un poquito al revés.
A estas alturas, ¿ya está terminado el disco o sigues afinando detalles? ¿Qué representa este tercer disco para tu carrera?
Me faltan dos canciones. Para mí este disco es reclamarme, es reclamar a Elza y Elmar como mío. Es asumir a un equipo de personas colaborando a mi lado, entender que que absolutamente todo ha sido un proceso colaborativo, pero que es mi visión, son mis ideas y fue el disco en el que aprendí a comunicar lo que quería exactamente, sin poner por encima la opinión de nadie. Lo amo mucho, la verdad. Para mí este disco significó de verdad, significó reclamarme.