Atletas vacunados en la mayor parte del mundo, firmeza en la decisión de no aceptar afición en los recintos durante las competencias, reducción de los asistentes a casi la mitad de lo que se tenía presupuestado y la logística con el bajo número de voluntarios organizada… Parece que los Juegos Olímpicos ya no podrían encontrar resistencia, que el camino es libre como lo es para el recorrido de la antorcha olímpica que, ahora mismo, recorre algún tramo del país nipón, pero un nuevo contrapeso colectivo mueve los hilos desde la sede olímpica: la gente.
Tokio 2020 y el contrapeso de la gente
Es la población japonesa la que, a dos meses de la inauguración, se opone con fuerza a la realización de los Juegos Olímpicos más atropellados de la historia.
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A dos meses de la inauguración de Tokio 2020, es la población japonesa la que apela a su cancelación. Múltiples protestas pacíficas, encuestas y consultas que demuestran el descontento generalizado de la población y la unión a esta narrativa de otras instituciones, como la Tokyo Medical Practitioners Association, alimentan la incertidumbre, esa que quizá no se ha desvanecido del todo, pero que parecía difuminarse en los meses recientes.
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Por lo menos el 80% de la población en Japón prefiere que la justa olímpica sea cancelada, luego de que las autoridades en el país extendieran el estado de emergencia el viernes 14 de mayo, ante la cuarta oleada de contagios que ya se desarrolla en el archipiélago. Este porcentaje fue reportado por Asahi Shimbun, uno de los periódicos de mayor rotación en el territorio japonés, luego de consultar a la sociedad civil por medio de una encuesta.
Cancelar un evento que tiene el potencial de incrementar los casos de infecciones y muertes es la decisión correcta.
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Del 20 al 21 de mayo, Tokio reportó 650 nuevos casos de Coronavirus. La cuarta oleada de contagios no cesa y fue la citada asociación médica (que aglomera cerca de 6 mil doctores de Tokio) la que dejó clara esta situación. Los argumentos de los médicos involucrados se basan en las dificultades que están teniendo para atender a todos los casos nuevos, cifras que aumentan y que alarman al sector, un ecosistema médico que, según el Comité Organizador, (de manera irónica) cada vez aporta más elementos al voluntariado para la justa olímpica.
“Cancelar un evento que tiene el potencial de incrementar los casos de infecciones y muertes es la decisión correcta”, se lee en el comunicado que esta asociación médica publicó durante su primera reacción pública.
El optimismo como herramienta
Por su parte, el Comité Organizador y el Comité Olímpico Internacional no sueltan el optimismo. Ambas instituciones sostuvieron una de las últimas juntas de coordinación, en la que no titubearon para sostener que los Olímpicos sí se realizarán en las fechas establecidas. Al interior de estos comités, la fe es completa en tres de las estrategias que se aplicarán durante los juegos: la vacunación, prioridad para cualquier participante, los test diarios que pretenden aplicarle a los atletas (cerca de 50 mil cada día) y la limitación de movilidad para los asistentes a las competencias, medidas preventivas en contra del esparcimiento del virus.
Discursos encontrados y, al medio, penden los sueños y esfuerzos de años para los atletas que, si bien ya se preparan mentalizados en que la justa va, sea como sea, podrían ver frustrada una vez más la ilusión de competir en Tokio 2020. Al mismo tiempo, dejarían de alimentar de esperanza al mundo entero, que tiene los ojos en Tokio por expectativa deportiva y por las ganas de que esta justa sirva de prólogo para comenzar la vuelta a una cotidianidad más parecida a la que abandonamos en marzo del 2019.
Restan dos meses para la inauguración de Tokio 2020 y cada vez es más común encontrar imágenes en la red de pequeños y medianos círculos de protestantes, quienes con cubre bocas y caretas sostienen pancartas con consignas en contra de la justa. En plazas, frente a las oficinas del Comité Organizador o en banquetas concurridas, es más sencillo ver el logo que muestra seis símbolos de prohibición entrelazados, que la propia bandera olímpica.
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