Finalmente, la aceptación generalizada del término le ha permitido ser abrazada por las distintas lenguas del mundo. En el caso del español, la RAE lo incorpora a su diccionario en 2018 tras definirlo como un “rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación”, así como una “imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunden principalmente a través de internet”.
Más difícil es identificar al primer meme de todos los tiempos. Es fácil pensar en el gráfico de la Ley de Godwin o al mítico (y noventerísimo) Dancing Baby, pero una reciente publicación de Vice especula que el honor corresponde a una tira cómica de 1921 publicada en la revista satírica The Judge que aluda al clásico Expectativa vs. Realidad. BBC avaló la idea al descubrir que la misma imagen ya había sido utilizada entre 1919 y 1920, y que su popularidad le llevó a ser reimpresa.
La psicología del meme
Los memes se han convertido en un símbolo de diversión en el mundo conectado, pero también en objeto de fascinación para la psicología que ha mostrado un enorme interés en el fenómeno. Y es que, aunque todos saben que un buen meme hará reír, más curioso es pensar que también puede crear comunidad, reflexiones e incluso resiliencia. No hay que ir muy atrás para explicar esto…
Año 2020: la humanidad se encuentra sumida en una pandemia. No sólo eso, sino que es la primera en un siglo, lo que complica el accionar de gobiernos, científicos e incluso las personas comunes y corrientes ante la falta de antecedentes. ¿La solución para el internet? Memes que aborden la falta de papel higiénico en los supermercados. No es falta de empatía ni indiferencia, sino una respuesta psicológica para enfrentar las adversidades que nos rodean.
"Usar el humor es la forma en que la gente se enfrenta a circunstancias sombrías, y es una respuesta muy saludable", asegura la psicóloga April Foreman, miembro de la Asociación Americana de Suicidología . "Los seres humanos están programados para afrontar, y estamos programados para ser divertidos, incluso con un humor oscuro".
No menos curioso es el hecho que, aunque estas imágenes se comparten desde lo individual como puede ser una computadora o un celular, realmente apelan a la pertenencia y la colectividad. Así lo considera la doctora Kate Miller al explicar que el éxito de los memes va más allá del humor y el contexto en el que se desarrollen, pues su continua propagación recae en la necesidad humana de formar parte de un grupo, en este caso a partir de la presencia en un diálogo online. Esto como parte de la cultura participativa que “ha sido señalada por subvertir las relaciones tradicionales de poder” y cuyas propiedades se disparan con el internet y las redes sociales que favorecen el llamado efecto arrastre –a mayor número de personas compartan una idea, más probable será que otros lo hagan– a partir de los retuits y favoritos.