La dádiva como muestra de gratitud y amor, la ofrenda a lo que fue y lo que será. La de Pahua es al agua y las flores, a los frutos y la mujer, al canto, al beat y la percusión. Canta y con ello celebra 15 años como música, reconoce el dueto que hace con su hermano, Sotomayor, y al mismo tiempo abraza su proyecto solista.
“Esto es una ofrenda al universo, a la tierra, a ser mujer, a poder tener muchos lugares de naturaleza que siguen palpando, que básicamente es de las cosas más importantes que tenemos y por las que sobrevivimos. Para mí, es darle esta ofrenda a la tierra, al agua, cosas que se nos olvida que no nada más son recursos”, dice Paulina Sotomayor sobre su nuevo proyecto.
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En el concepto de Pahua habitan los mantras, la poesía, la oratoria y la fonética. En su primer EP, Ofrenda, se explora la trascendencia, el movimiento, el equilibrio, los santuarios.
“Intento juntar muchos elementos de la naturaleza también guiados por poesía hacia la mujer, hacia el cuerpo. Hablar un poco de la vulnerabilidad y el conformismo, pero de un modo súper positivo para llegar a alcanzar metas”.
La música de Pahua se siente. Es como agua a los tobillos, viento en el rostro, andar descalzo en el pasto. Es de una atmósfera específica, pero que es difícil describir. ¿Cómo se podría explicar?, se le pregunta en entrevista con Life and Style .
“Solamente con la semiótica. La naturaleza tiene muchísimas formas que también tienen alusión a cómo es la figura de la mujer, a cómo es el crecimiento de las flores, a cómo el agua nos da vida, a que eres una semilla que se convierte en capullo y al crecer da una flor. Todos esos procesos hacen que, como seres humanos, podamos relacionarnos con la naturaleza”, reflexiona.
Y pone como ejemplo la década de los 70, cuando en contextos de conflictos bélicos, dictaduras militares y represiones estudiantiles, había florecimientos.
“La gente estaba desnuda en los jardines y disfrutaban de ver cuerpos no por una morbosidad sino, al revés, por simple libertad y porque el mundo estaba en otro momento. Ese tipo de simbologías son las que he tratado de integrar a nivel poético en una lírica, y me ha ayudado muchísimo a escribir y generar ideas”.
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La folktrónica
La música de Pahua ha sido reseñada y alabada por la prensa británica –incluida la BBC de Londres–,la argentina, chilena, española, alemana, colombiana y peruana. Casi en todas destacan una nueva aproximación a los ritmos latinos, con una combinación de electrónica y sonidos orgánicos.
La primera percusión de Pahua fue un yembé que su padre le regaló a los 15 años. De ahí se fue haciendo de otras tantas: garífuna, tambor alegre, congas.
“Intenté grabarlos y luego hacerlos kits de baterías digitales. Es increíble poder fusionar esos dos mundos porque genera muchísimas reacciones corporales, sentimentales, emocionales que mueven el mundo. La folktrónica te remite inmediatamente al mar, la playa, la selva. Todo lo sientes como si lo estuvieras viendo”, explica Paulina.
Y de ahí la letra, que viene cargada de la misma energía. En “Vayayó”, por ejemplo, la cantante propone un vocablo que, al igual que su proyecto, representa la gratitud.
“Es una palabra que no existe, la inventé. Hice un viaje a Cuba en el que estuve escuchando a muchísimas chicas cantar en yoruba o simplemente versos que sólo tenían cierta fonética. Luego pensé que en realidad sólo es el canto a los santos y para ellas tiene todo el sentido. Es entrar como en un trance, en un mantra. Y cuando estaba haciendo ‘Vayayó’ pensé en hacer el mismo ejercicio. Eso me ayudó a hacer el mantra para Pahua”.
Estos cánticos de agradecimiento, estas entonaciones a la vida y lo que la conforma pueden definir el nuevo proyecto de la cantante. En el video de “Vayayó”, por ejemplo, Pahua aparece recostada en una trajinera como cama de flores. A su alrededor los canales de Xochimilco se iluminan por un sol en picada.
“El agua te puede rodear y genera canales, y une continentes. El solo hecho de escuchar agua te da tranquilidad, escuchar gotas es súper sensible para el ser humano. Cuando escuchas que llueve también te relajas. Estar en un mar, en un río o un lago genera esta sensación de grandeza, de que es algo sumamente más grande que todos nosotros y que tiene toda una historia detrás”.
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Un proyecto pandémico
El concepto de Pahua nació con una compositora y cantante descalza. No es poca cosa y va más allá de un romanticismo. Andar sin zapatos es libertad, pero también anclarse al suelo y enraizar.
Durante la pandemia, cuando las giras y los estudios pararon, Pahua escribió, compuso, grabó su nuevo disco –hasta uno de los clips que lo conforman– y lo hizo atenta y sensible a lo que muchos, enclaustrados y confinados, no veían.
“Que la planta del pie esté en contacto con el suelo es algo muy loco. Esos pequeños detalles se vuelven cosas súper preciadas, así como estar en tu casa, levantarte y ver a tu perro y a tu gato; tener el rocío de la mañana entrando por tu ventana, no tener que agarrar el metro para llegar a tu trabajo. Todas esas cosas las empiezas a apreciar muchísimo y es parte de por lo cual pude hacer todo esto. Si no hubiera existido la pandemia, no hubiera podido hacer este proyecto”, asegura.
Desde el confinamiento, la música también ha estado pendiente de Energía Nuclear, colectiva en el que mujeres como Carmen Ruíz, Loli Molina, Paz Court y Vivir Quintana unen esfuerzos por la escena musical femenina.
“Para lograr que los nuevos proyectos femeninos tengan bases para generar ruido, montar su música, saber de las plataformas digitales, tener asistencia legal o las bases. Siento que eso va a ayudar a que los proyectos de mujeres tengan más amplitud. El hecho de tener un micrófono y estar en frente de la gente ya es un poder enorme. Si tiene cierta responsabilidad porque no puedes decir tonterías; al final, el mensaje tiene que ser claro y llegar a la gente. La música también hace eso: puede hablar de algo que sea político, pero desde un lado que sea benéfico para todos. Todos los músicos tenemos es compromiso”.