Parte de este libro fue escrito cuando estabas de residencia en el extranjero, ¿será por es que México está tan presente? ¿Cómo lograste de hacer de México un país futurista?
Sí, el libro fue escrito cuando yo estaba fuera y eso también hizo que el imaginario de los más importante y presente en la vida estuviera ahí, que por un lado era eso: estaba escribiendo sobre un lugar que conocía muy bien y que emocionalmente era muy importante, que es la Ciudad de México. Me parecía un tema súper rico. Cuando imaginaba cómo sería la ciudad en estos futuros tecnológicos, pensando en cómo se describen ciudades de Asia en el futuro, me parecía que era imposible que la Ciudad de México se convirtiera en esos lugares. Va a evolucionar como siempre lo ha hecho, un poco a tropezones; sí, con toda la tecnología, pero usándola de otras formas o hackeando. Sí creo que la ciudad puede evolucionar, pero lo va a hacer a su modo. Me parece que era algo que no se ha explorado mucho. La ciencia ficción mexicana ha respondido a la ciencia ficción anglosajona, y yo también lo hago de cierta manera, pero quería una ciencia ficción que sucediera aquí. Ha habido esta ciencia ficción desde los 90 y yo quería ser parte de ella.
En el cuento “Como Quien Oye Llover” propones que la Ciudad de México vuelve a ser un lago. ¿Cómo escribiste esa historia?
Es una cosa del imaginario de esta ciudad. Todos pensamos en el día en que la ciudad vuelva a ser un lago, sobre todo en días en los que llueve mucho y se inunda. Sobre todo está la idea de que fuimos un lago y ese lago ya no existe, es un lago fantasma. Esa algo que he escrito en varios momentos: si el agua regresara o volviera a haber ríos. Comencé con esa imagen y después pensé que regresaríamos a las chinampas, a otro tipo de vida porque mucha gente dejaría la ciudad y, finalmente, quería un cuento que dejara una buena sensación, por eso la cita entre dos adolescentes. Algo que fuera un contrapunto a muchos otros temas del libro que son más oscuros o que quizá tienen una visión más negra del futuro.
Generalmente, la ciencia ficción se aborda desde un lugar muy frío, pero tú la haces muy cálida...
Supongo que hay algún tipo de corriente. Estoy pensando en “La Historia de tu Vida”, el libro de Ted Chiang en que está basada la película de Arrival. También tiene una cosa muy humana en el centro, aún cuando habla de encuentros con extraterrestres. Hay una parte muy humana que me interesa. Una de las muchas respuestas a qué nos hace humanos está en las relaciones que tenemos con otras personas y era en esos lugares que quería explorar. Siempre trataba de que la tecnología y lo humano estuvieran conectadas; que el sentimiento se alimentara de la tecnología y la tecnología de la emoción. En estos mundos súper tecnológicos en los que parece que las computadoras nos van a superar en todo, creo que hay que regresar a los lugares de calidez. Pienso en lo imposible que es conectar con otro ser humano y cómo aún así lo intentamos todo el tiempo, porque es lo único que tiene sentido, y eso es muy poderoso y potente. Buena parte de lo que escribo es para tratar de entender esa paradoja: tratar de conectar sabiendo que es difícil.
Todos los cuentos se cuentan desde la visión femenina…
Esa fue una decisión. Desde el principio, yo quería que en todos los cuentos las protagonistas fueran mujeres. Fue una decisión estética, política. Me parece que tienen que haber más protagonistas mujeres en el mundo. También es cierto que muchos de estos cuentos, sobre todo el último, son autobiográficos. Esta experiencia tiene que ver con escribir desde mis propios sentimientos y mi propia vida. Quería que fueran mujeres, pero también que retrataran cosas que me suceden a mí. Era como decir “todo esto es literatura, todo esto tiene un espacio y todo esto es valioso.
Ansibles, Perfiladores y Otras Máquinas de Ingenio, de Andrea Chapela, es editado por Alamadía.