El primer torneo del Grand Slam del año debe comenzar el 8 de febrero en Melbourne, pero este fin de semana algunos pasajeros dieron positivo al COVID-19 en tres de los diecisiete vuelos que transportaban a jugadores y a sus allegados.
Los 72 jugadores o jugadoras que estaban a bordo no tendrán el derecho de entrenarse, cinco horas por día, como sus rivales, antes del final de su cuarentena.
Deben por tanto dar prueba de inventiva para mantener la forma durante sus dos semanas de aislamiento.
Los australianos cuestionaron que el gobierno diera cabida a 1,200 tenistas y sus equipos de apoyo para el Abierto de Australia del próximo mes, pero no a sus propios ciudadanos.
Otros dijeron que los fondos utilizados para albergar el torneo podrían haberse desviado para aumentar las instalaciones de cuarentena de los hoteles y los sistemas de salud con el objetivo de ayudar a regresar a los australianos varados.
Las tensiones ponen de relieve los desafíos que enfrenta el anfitrión de los Juegos Olímpicos, Japón, ya que la opinión pública se opone en gran medida al evento programado del 23 de julio al 8 de agosto en Tokio.
Con información de AFP y Reuters