Nuevo orden es su sexto largometraje, y aun-que significa la continuidad de su racha ganadora en festivales de cine de primera línea —obtuvo el Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia—, supone también una novedad para él: se siente obligado, por primera vez en su carrera, a explicar y defender su película, que fue acusada en redes sociales de racista y clasis- ta desde el lanzamiento del tráiler y que, pese a su buena recepción de la crítica internacional en La Mostra, dividió a la prensa y también a la opinión pública mexicana.
“Un tonito iluminado lleno de pretensión” (Fernando Zamora, Milenio). “Es una película incómoda, no cabe ninguna duda de eso, y aca- so esta sea su mayor virtud” (Jorge Volpi, Reforma). “Su análisis social es pandito, pero su fascinación por la violencia es inmensa” (Camila Osorio, El País). “Muestra con trazos finos los excesos de las élites y la furia contra el statu quo, al tiempo que señala los peligros de la militarización” (Fernanda Solórzano, Letras Libres). “Explora, como la pesadilla burguesa que es, el miedo a la revolución, menospreciando las invisibles causas que la provocan” (Alonso Díaz de la Vega, Gatopardo)...
Es cierto que el cine de Michel Franco no gusta a todos. La oscuridad y sordidez de sus dramas, pero también la realista y potente forma en la que en ellos ha explorado el incesto forzado (Daniel y Ana, 2009), el bullying a una joven denigrada a causa de un video sexual (Después de Lucía, 2012), la marginalidad y el amor extremo de una madre (A los ojos, 2014), la mortalidad y la depresión (Chronic, 2015), y la maternidad tóxica (Las hijas de Abril, 2017), han tenido eco en los apasionados por el cine de autor.