El director de Ya no estoy aquí, Fernando Frías, se propuso contar una historia situada en las calles de un barrio marginal de Monterrey, lleno de pandillas, pero sin que ésta fuera una película más sobre la violencia en México.
“Quise hablar sobre la falta de oportunidades y de movilidad social, de la migración, del sentido de pertenencia y también de la nostalgia”, explica Fernando a Life and Style, por teléfono, desde su hogar en Nueva York. “Pero sin explotar la violencia como un vehículo hacia el morbo, la porno-miseria y el estridentismo”.