
“Cuando mi mamá volvió, le dije: ‘¿Me puedes llevar a Televisa porque voy a ser actriz?’”. Ella se negó, y además le causó extrañeza que le pidiera eso porque Paulina “no era una niña expresiva”. Era verdad: sentía tanta pena que ni siquiera podía pedir algo en la tienda. Pero Paulina llamó a su abuela para quejarse. “Corrí al otro teléfono para espiar y ella le dijo a mi mamá: ‘Déjala, no va a ser actriz, que se le quite la espinita’”.
Tras cinco meses como extra en la telenovela juvenil María Belén (2001), y de hostigar pidiendo una línea de diálogo, por fin la consiguió: “Solo tenía que decir: ‘Ahí viene la maestra’, y no lo pronuncié bien. Me frustré tanto que me metí a clases de actuación al CEA (Centro de Educación Artística)”. Pronto consiguió trabajo en programas de TV Azteca y a los 11 años debutó en cine. “Voces inocentes fue la película que me abrió el panorama. Pensé: ‘¿Qué es esta cosa tan espectacular?’”.