
Diego, leyendo tus últimas entrevista me da la impresión de que cada vez te importa más ser mejor ciudadano que actor…
Este… [risas de Diego] No sé si lo pondría así, porque las dos cosas me importan. Lo que pasa es que una es mi responsabilidad y la otra es mi vocación. Me refiero a que la ciudadanía nos toca ejercerla a todos si vivimos en un país que nos lo pide a gritos. Digamos que la parte profesional, la de actuar y contar historias como productor y director, la disfruto muchísimo… pero al final la ciudadanía es el único y verdadero legado que le puedo dejar a mis hijos. Siento que vivo en una realidad donde en muy poco tiempo mis hijos me van a reprochar no haber hecho nada.
Meterte al vientre de la bestia del narco, desde lo artístico, ¿te ayudó a entender mejor el problema que seguimos padeciendo en México?
Sí, terminé por darme cuenta que sabía muy poco. Es indispensable aprender sobre esa época. En esta segunda temporada de pronto empecé a entender ciertas cosas porque la cercanía de la historia con nuestro presente, con nuestra realidad, es aterradora. De pronto, la historia empieza a acercarse demasiado, empecé a ver que estos momentos históricos los recordaba muy bien, que estos personajes que van a empezar a aparecer en la serie pues son personajes que siguen aquí, en posiciones de poder, que seguimos sin poder sacudírnoslos de encima. Entonces, recuerdo que yo decía esto en la primera temporada, pero en esta nueva se ha resignificado. Y es que es indispensable entender y no olvidar que esto ya lo vivimos para ver si en algún momento podemos corregirlo.
