Ya vimos Star Wars: The Rise of Skywalker y estamos decepcionados
Sabemos que hacer esta declaración enervará a varios fans, pero debe decirse que Star Wars: The Rise of Skywalker no es un final digno para una saga como la que ideó en los 70 el maestro George Lucas.
Si la película dirigida por J.J. Abrams pasa a la historia del cine no será más que como recordatorio de que hay franquicias que ya no se deben tocar y, de hecho, habría decir lo mismo de toda la última trilogía.
En 2015, cuando salió Star Wars: The Force Awakens, muchos dijeron que se necesitaba paciencia para desarrollar esta nueva historia con Rey (Daisy Ridley) como protagonista.
Muchos señalaron que era una copia para las nuevas generaciones de Star War: A New Hope (1977), y siendo sinceros, estaban en lo cierto.
En 2017, con Star Wars: The Las Jedi, la queja fue que Luke Skywalker (Mark Hamill) no representaba los valores ni era congruente con el personaje que vimos en la primera trilogía.
Y muchos insistieron en que la última película cerraría todos esos enigmas que nos llevó casi un lustro.
Y nada. Recién estrenada, Star Wars: The Rise of Skywalker es una película que emociona por los increíbles efectos especiales, pero llena de sentimentalismos para fans, humor innecesario y sobre todo, sin una trama concreta o creíble.
Desde la apertura, musicalizada por el compositor y director John Williams se nota que los escritores J.J. Abrams y Chris Terrio no tenían idea de a dónde irían.
La primera parte de la película transcurre entre varios planetas, dando saltos galácticos sin que se llegue a una acción concreta (ya juzgarán ustedes), aunque, eso sí, es una oda a la tecnología, corrección de color y efectos.
Ante la falta de argumento, que se intenta disfrazar con personajes, naves y referencias a las primeras dos trilogías, uno recuerda el rumor de que Lucasfilm (que ya no pertenece a George Lucas), reescribió y volvió a hacer tomas luego de que focus groups entre fans descartaran la primera versión.
Otro punto en contra es esta insistencia por querer hacer todo adorable: nuevos personajes de ojos critalinos y peludos -que seguramente acabarán como juguetes en Disneyland- y un sinfín de chistes innecesarios que sólo cortan los momentos tensos y emotivos del filme. Si al menos fueran similares a los de Marvel, pero no.
En la segunda mitad de la cinta, un poco más en línea con el universo original, parece haber más claridad sobre la trama, pero un par de detalles vuelven a hacer sentir al espectador como que Disney quiso quedar bien con todos y, no importa en qué galaxia estés, eso nunca tiene buenos resultados.
Nadie está diciendo que no queremos volver a ver el universo galáctico en pantalla grande, pero sí que sea de otras formas.
Rogue One: A Star Wars Story es un gran ejemplo. Los spin offs pueden no sólo conservar a los fans, sino atraer a nuevos, pero una trilogía forzada la de este lustro sólo decepciona.