La Mirada Femenina en el cine de Natalia Beristáin
Natalia Beristáin sabe que cualquier oportunidad como cineasta en un proyecto importante sirve para luchar a favor del equilibro de género en la industria.
Este año viajó a Santiago, Chile, para filmar dos episodios de la primera temporada de El presidente, la serie de Amazon Prime producida por los hermanos Juan de Dios y Pablo Larraín (Neruda), que en 2020 explorará el escándalo de corrupción de la FIFA.
“Yo fui a cubrir una cuota de género”, dice Natalia. “Me queda clarísimo: era una historia sobre el mundo del futbol, que es absolutamente masculino. Y no me da pudor asumirlo porque en este ámbito aprovechar la cuota de género es una forma de cambiar la conversación”.
Aunque se hizo de un nombre gracias a las películas No quiero dormir sola (2012) y Los adioses (2017) –ganadoras de mejor largometraje y premio del público, respectivamente, en el Festival Internacional de Cine de Morelia–, en 2019 su talento se vio reflejado en la televisión.
Natalia, nacida en la Ciudad de México en 1981, dirigió cuatro episodios de la serie Historia de un crimen: Colosio.
“Me atrajo mucho que Diana Laura, la viuda de Luis Donaldo, fuera el eje para contar la tragedia personal, entramada con el contexto político y policiaco”.
Además, al realizar tres episodios de Monarca, incursionó en un género nuevo para ella.
“Me quedaba claro que era un melodrama puro y duro, un género que se tiende a menospreciar. Pero me interesaba saber cómo hacer, en el país de las telenovelas, un proyecto así sin caer en eso”.
Por su experiencia en la pantalla chica –también dirigió episodios de Luis Miguel (2018) y El secreto de Selena (2018)–, reconoce por contraste las peculiaridades creativas y de género entre ambas industrias.
Como directora de cine, desde su primer largometraje aprendió a defender su visión.
“Cuando hice No quiero dormir sola, algunos productores me decían que les gustaba la historia pero no el final y querían cambiarlo. Desde ahí decidí que nadie me iba a decir cómo hacer mi película”.
Condición que por la naturaleza de la televisión, en la que el showrunner es la autoridad, no tuvo al dirigir series.
Así es la tele, entonces debes aprender a olfatear bien para ver si le entras o no
La otra gran diferencia que encontró fue la representatividad de la mujer en la pantalla chica.
“Detrás de cámaras, la televisión no ha mejorado tanto en equidad de género; el cine autoral, sí”, afirma.
Sin embargo, no sabe qué conclusión sacar respecto a cuál ha sido el avance sobre este tema.
“Creo que Lila Avilés, Alejandra Márquez Abella y yo somos la excepción a la regla. Es raro, siento que avanzamos cinco pasos, pero regresamos tres”.
Para probar su punto, subraya la selección oficial del Festival de Morelia, realizado en octubre.
“No puedo estar más agradecida con ese festival, pero este año no hubo ninguna directora. Te habla de cómo está la industria”.
De hecho, la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Venecia tampoco tuvo a ninguna cineasta en su selección oficial.
“Jamás querría ser seleccionada porque soy mujer, ¿pero en serio no existe una con el talento para llegar ahí? ¿Ni una? ¡Si somos más de la mitad de la población! Hay que cambiar eso, y si la cuota de género es la manera de empezar, no tengo ningún problema”.
Este año, Natalia recogió los frutos de su trabajo en la televisión, pero también sembró en cine, pues dirigió su primer documental, Nosotras, que forma parte de El Día Después, plataforma ciudadana de Diego Luna y Gael García para visibilizar problemas sociales, y se exhibió en función especial en el Festival de Morelia.
“No puedo decir que estoy contenta por este proyecto porque es sobre feminicidios; es devastador, pero sí puedo decir que me importa mucho”.