Daniela Spalla: feminismo, música, migración y las cosas que importan
Hay entrevistas que importan por el hecho de poner en palabras lo que ya está manifiesto. "Eres lo que haces, no lo que dices", y a veces olvidamos esta frase. Pero Daniela Spalla no, y su plática es de esas que te dejan reflexionando todo el día y que ayudan a entender toda la convulsión social que vivimos.
Porque si la compositora argentina ya ha sumado su talento y canciones a varios movimientos, hablar con ella de música, migración, feminismo, encontrarse a uno mismo y el arte, motiva. Hablar con ella deja una sensación de entender un poco más de qué va y porqué va.
La violencia de género, que combatió como participante del K'ay (primer festival de mujeres en Chiapas) y el concierto Un Canto por Chile han convergido con la promoción del nuevo disco que lanzará en 2020 y sus primeros tres sencillos. Tratamos de tocar todos estos temas.
Después del disco Camas Separadas (2018), que iba sobre separaciones e historias no consumadas, en el nuevo sencillo, Bailando Lentos, me da la impresión de que por fin hay algo como que se une...
No sé si se une, pero sí hay un poquito más de ensueño en estas canciones. Si Camas Separadas se enfocaba como en la decepción, ahora se enfocan en la ilusión. También es un estado del cual me gusta mucho escribir porque todo es imaginación. Las historias salen mucho de mí, de historias que he vivido e imagino mucho cómo podrían haber avanzado o terminado.
Los Lentos en Argentina son como las baladas y, en un baile, es el momento en el que las luces bajan.
Sí, ya me dijeron que acá en México es bailar de cachetito. Entonces es como todo este momento en las fiestas, sobre todo en las bodas y las fiestas de secundaria, en el que bailas con el que te gusta. Es esta conexión que va mucho más allá de la cotidianidad, de estar hablando con alguien. Simplemente es un momento mágico acompañado por la música.
¿Bajar las revoluciones no es algo que necesitamos ahora que el mundo va tan rápido? ¿Lo pensaste así?
Sí, y de hecho, en mi caso me abro a estos momentos cuando me bajo del tren de la actividad extrema. Me costó mucho encontrar esos momentos para poder escribir y necesitaba despegarme de la actividad después de varios días. No era como que tuviera un momento en el hotel para escribir (el nuevo disco), que, si bien lo hice y salieron cosas interesantes, para poder desarrollar el disco necesité aislarme en mi casa, en algunos viajes como en Oaxaca, donde me quedé varios días para escribir.
De este nuevo disco hemos escuchado "Bailando Lentos", "Te veo a la Salida" y "Si te Alejas". ¿En qué momento musical estás?
Camas Separadas estaba muy influenciada por la música romántica de los 70. Mucho Sandro, José José y Juan Gabriel. Las nuevas canciones tienen otras influencias, mucho de balada ochentera como George Michael, Cindy Lauper. Hay Italo Disco y cosas más prendidas como el primer disco de Whitney Houston y Donna Summer. Todo partió desde "Te Veo a la Salida". Grabé dos versiones, balada y otra más rápida. Esta segunda me recordó a Luis Miguel en los 80. Adán Jodorowki (productor del nuevo disco) y yo empezamos a jugar con eso. A él también le interesaba llevar estas canciones a algo más prendido y diferente a Camas Separadas.
La influencia de Luis Miguel... ¿entonces ya estás más que mexicanizada desde que viniste a vivir acá desde 2013.
Bueno, sí, Argentina igual consume mucho a Luis Miguel. Yo no lo consumía tanto, pero mis amigas de colegio sí y organizábamos pijamadas con Luis Miguel toda la noche.
Hablando de tu llegada a México y viendo hacia el pasado ¿cómo ha sido esto de cambiar de país? ¿De salir de Córdoba, tu ciudad natal, a Buenos Aires y luego a México?
Ha sido un desprendimiento que no me ha costado tanto. La decisión nunca me costó. Ha sido aprender a iniciar de cero, encontrar y disfrutar. Es cierta adicción a empezar de cero por toda la vitalidad que me trae reinventarme, estar en un lugar en el que nadie me conoce y elegir rasgos de mi personalidad que antes estaban ocultos. La contracara es que al final uno no termina de pertenecer a un núcleo, los amigos quedan todos desparramados. Nunca me dio miedo la decisión porque el motor era la música y la carrera. En Buenos Aires me costó más trabajo que en México.
Yo hubiera pensado que en Argentina era más fácil, porque los argentinos tienen fama de apoyar a sus músicos...
Lo que yo sentí estando allá era que el peso de las grandes bandas y solistas era demasiado fuerte. Los pilares son Charly, Spinetta y Fito, entonces, cada solista que aparecía siempre se terminaba comparando con estos tres. Y la gente, la industria y los festivales no daban tanto espacio. Ahora es diferente, pero hace un tiempo todo era muy rockero y yo no tenía una banda, siempre he sido solista y hablado sobre temas muy sentimentales. Eso en Argentina no tenía mucha cabida. Empecé a publicar mis canciones en MySpace y tenía mucha respuesta de México. Vine a visitar y conocer y se me abrieron muchas puertas.
Cuando hablamos de migrar hay una división. Cuando un artista emigra tiene hasta una cosa romántica, pero en otro contexto es mal visto por grupos conservadores. ¿Cuál sería tu reflexión sobre dejar un país?
Hay algo muy romántico en la migración: una búsqueda de nuevos horizontes, un aprendizaje y desprenderse de todo. Tal vez por eso, al artista se le permite y se espera que haga eso. Pero cualquier migración viene con el peso de dejar el lugar de donde sos, muchas cosas que te definen. Para cualquier persona, la migración es algo bueno.
Ya en México, eres parte de un grupo de artistas que se encuentran musicalmente y en otras afinidades como Silvana Estrada, Alex Ferreira, Daniel me Estás Matando. ¿Cómo funciona este grupo?
Muchos de nosotros somo migrantes. Alex Ferreira (República Dominicana), Elsa y Elmar y Estemán (Colombia), Loli Molina (Argentina)... Ahí hay algo, pero también con quienes son de acá, nos identificamos musicalmente, nos admiramos. Cuando uno admira a alguien, quiere ser amigo de esa persona. Compartimos la escena y por eso nos encontramos.
¿Y cómo es tocar con muchos de ellos en El Depa de los Pebles (departamento en el que músicos conviven con los fans)?
Esas situaciones son más intimidantes que estar arriba de un escenario. La gente está ahí a un lado, lee tus expresiones y escucha todo. Y a la vez es muy del momento. No hay gente dependiendo de vos. Es uno con su guitarra. Se va creando una interacción.
Por otro lado, hay dos temas en los que has participado recientemente y que reflejan tu postura personal. Uno es Canto por Chile y otro K'ay, concierto de mujeres celebrado en Chiapas, donde este año 166 mujeres fueron asesinadas y sólo 76 de esos casos fueron tipificados como feminicidios. ¿En qué forma te mueven?
La violencia de género es un tema que me afecta de forma directa porque todas somos víctimas, estamos expuestas y si no hemos sido víctimas de violencia física tal cual, al final hay un desbalance en los derechos, en el reconocimiento de nuestro derechos y capacidades. El movimiento viene de hace mucho, mucho tiempo, y ahora ha tomado relevancia. Hay que estar ahí y no bajar los brazos porque algo va a salir, algo va a cambiar y es necesario el ruido. Ningún cambio se ha hecho estando encerrado en la casa.
Como argentina, ves desde lejos la Marea Verde ¿y qué sientes?
A mí desde chica me hacía ruido el tema. Sin ser una persona adulta que toma decisiones, me contaban sobre la ilegalidad del aborto y yo no podía entender, sobre todo por los casos de violaciones, que una mujer no pueda frenar un embarazo de ese tipo no me parece justo. Sí me gustaría estar allá siendo parte, pero igual acá, en México se está luchando.
En todas estas manifestaciones, el arte es un respiro. Hay tanquetas en Chile y frente a ellas una bailarina bailando. ¿Tú cómo aportas?
La música, el arte en general, transmite muchas emociones. Hay muchos sentimientos involucrados y es bueno tener las manifestaciones artísticas para canalizar esas emociones.