Midsommar: horror a la luz del día
Con su ópera prima, Hereditary (2018), Ari Aster se consagró como un nuevo maestro del terror. Midsommar (2019) confirma que no fue suerte de principiante. Ari Aster toma el sufrimiento muy seriamente. En su primer largometraje, Hereditary (2018) exploró las tragedias familiares, pues son uno de las principales aspectos de la vida. “Pienso que el género de horror tradicionalmente, es el que te hace vulnerable”, explica el director, “una función muy importante en él es encontrar la oscuridad en nosotros mismos, en las personas que nos rodean”.
Midsommar cuenta la historia de Dani, quien interpretada por Florence Pugh, sufre una gran pérdida familiar. Su novio Chris (Jack Reynor) la invita a pasar un verano en un remoto pueblo en Suecia con sus amigos, lo cual parecía buena idea para que el personaje de Pugh, se distraiga de lo sucedido.No obstante ella no entiende que su relación está apunto de derrumbarse. Lo cual afectará durante todo lo que vivirán en la aldea.
No me gusta ser bastante consciente del género mientras hago la película, me gusta pensar en ella en términos de los personajes, el universo que estoy creando, por eso espero que esta película no se sienta como tal, una de horror.
“La mayoría de mis miedos los dejé en Hereditary, pero en Midsommar me enfoqué en el terror de perder a alguien”, revela Ari Aster al teléfono desde Nue- va York. No en el sentido de la muerte, sino de una ruptura amorosa, porque en ellas “se va una parte de la vida, pue- den ser catárticas”.
El género de horror tradicionalmente, es el que te hace vulnerable
Además de retomar las tragedias familiares como detonadores del terror, el cineasta introduce los problemas de pareja. Dani, encarnada por Florence Pugh, es una chica a quien el dolor de una pérdida la hace incapaz de ver que su relación con Christian, interpretado por Jack Reynor, está acabada, hasta que llega a una remota aldea en Suecia para incorpo- rarse a un viaje en el que no es bienvenida, pues él lo planeó para celebrar con sus amigos el festival de verano.
En Midsommar, el director sale de la fúnebre casa en Hereditary para causar terror a plena luz del día. Cubriendo a sus protagonistas de ores, en un campo abierto donde jamás oscurece, Ari contrasta la belleza y la violencia que estos experimentan al encontrarse con las raíces paganas de la celebración sueca. Aunque es un filme de género, Ari no busca ser explícito. “Me gusta pensar en términos de los personajes y el universo que estoy creando, espero que esta película no se sienta como una de terror. Más bien es un cuento de hadas”. Con sacrificios humanos o la incesante luz del sol, el autor de 32 años disfruta el tiempo que tiene para llevar cautelosamente al espectador hacia el shock, pues “la clave del terror es la vulnerabilidad”.