"Necesitamos cine con más huevos": Darío Yazbek
Darío Yazbek es congruente. Quiere ver filmes con discurso atrevido y, para lograrlo, produce historias como Mano de obra (2019), que aborda la oscuridad de la naturaleza humana. Sin relegar la actuación, el intérprete está decidido a explorar cada ángulo del cine.
La actuación exige paciencia para obtener nuevos relatos, pero Darío Yazbek no quiere esperar. De su paso por la escuela de teatro en Goldsmiths, Universidad de Londres, aprendió que ser actor no es suficiente, pues la fuente de trabajo depende de otros creativos en la industria.
En su resistencia al conformismo, Darío optó por impulsar historias que le apasionen: “Quiero proponer visiones con riesgo, que más allá de una consigna tengan alma”, expresa. “Las películas con postura tienen cabida, sin embargo, requieren del rigor de los directores, productores y actores para promocionar cada largometraje y ganar los espacios en salas de cines comerciales”.
Mientras estudiaba descubrió su gusto por el trabajo detrás de cámaras, al realizar prácticas en una casa productora. La experiencia le sirvió para Mano de obra (2019), cinta que produjo con el director Michel Franco y que estrenará este septiembre en el Festival Internacional de Cine de Toronto fuera de competencia, y en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en España, donde forma parte de la selección oficial. Además, figurará en los certámenes mexicanos de Morelia y Los Cabos.
Quiero proponer visiones con riesgo, que más allá de una consigna tengan alma.
Este largometraje, escrito y dirigido por David Zonana, sustenta su pensar sobre el cine nacional. “Es la historia de las revoluciones y los ideales en América Latina durante los últimos 60 años, que nacieron a partir del romanticismo y de una profunda desigualdad”, describe Darío en una galería de arte en la Ciudad de México. Mano de obra presenta a un grupo de albañiles que busca justicia para la esposa y el hijo de un compañero que murió en la construcción de una lujosa residencia, ya que el propietario se rehúsa a indemnizarlos. Los trabajadores tratan de luchar por vías legales, pero la corrupción gana terreno.
Ser productor no se contrapone con ser actor. Yazbek experimentó la profesión en primera fila y entre bastidores gracias a su madre, Patricia Bernal, y a su hermano, Gael García Bernal, pero una serie de obras le confirmaron que ese universo también es para él. Tenía 16 años cuando vio la adaptación que hizo Robert Icke de La Orestíada y se “volvió loco”, recuerda. Sintió que esa era la forma de hacer algo distinto, de adaptar algo tan clásico como la tragedia griega a lo contemporáneo.
Me tomaré el tiempo y la experiencia necesarios para ser director porque de todas las profesiones que conozco, esa es la más celosa.
También lo marcaron el neorrealismo italiano y el cine estadounidense de los años 70, el llamado Nuevo Hollywood que encabezó Dennis Hopper con Easy Rider (1969). “Era cine arriesgado con una especie de desfachatez que hace falta hoy. Necesitamos cine con más huevos, que diga las cosas sin miramientos”.
De ahí que en su exploración actoral se incline por proyectos que le obsesionen, que le provoquen necesidad de hacerlos, como Daniel y Ana (2009), ópera prima de Michel Franco que debutó en el Festival de Cannes. En ella, junto a Marimar Vega, Darío explora los estragos de la crueldad en dos hermanos a quienes, tras un secuestro, los obligan a tener relaciones sexuales.
Su búsqueda continuó en la serie de Netflix La casa de las flores, de Manolo Caro. El papel de Julián, un joven que enfrenta los estigmas sociales hacia la homosexualidad, lo proyectó masivamente en 190 países. No conforme con la exposición, su inquietud lo motivó a descubrir cada aspecto de la cinematografía e incursionó como investigador para el guión de Chicuarotes (2019), cinta de Gael García Bernal que se presentó fuera de competencia en la pasada edición de Cannes. Su labor sentó las bases para mostrar un retrato preciso de la zona de Xochimilco.
Darío revela que escribe su primer guión, pero se reserva el resto de los detalles. “Es divertido trabajar del lado del actor, pero aprovecho mi tiempo libre para crear las cosas que me gustaría ver como espectador”, señala. Así que mientras estrenan las producciones donde actúa la segunda temporada de La casa de las flores y el próximo largometraje de Michel Franco, Lo que algunos soñaron— también produce dos películas más.
No oculta los momentos de incertidumbre en los proyectos que ansía. Pero aprendió a ver lo valioso en las inseguridades y el miedo para obligarse a sortear sus límites. “La creación artística es muy azotada, las cosas buenas son pocas y duran poco, por eso hay que reconocer cuando están y saborearlas”.
Con 29 años de edad y las credenciales de actor, productor y, próximamente, guionista, a Darío le espera otro rol en el set de grabación. “Me tomaré el tiempo y la experiencia necesarios para ser director porque de todas las profesiones que conozco, esa es la más celosa”.
Texto: Natalia Chávez
Foto: Tanya Chávez
Estilismo y producción: Celeste Anzures
Grooming: Davo Sthebané para Givenchy Beauty Asistente de estilismo: Edalí Gutierrez
Locación: Arróniz Arte Contemporáneo
Especial de moda publicado en la edición impresa septiembre-octubre de Life & Style .