El accidente que se convirtió en emblema de Woodstock (y una generación)
Fue azar: a la rebelión del 69 y al movimiento hippie les cayó un símbolo poderoso, pero paradójico. Bobbi Kelly y Nick Ercoline serían idealizados como bandera de paz y estandarte de valores, como imagen principal del Festival de Woodstock, pero no estaban ahí por la efervescencia social, sino porque los boletos estaban baratos, para romper la rutina y porque les dijeron que no fueran.
El mismo año en el que el hombre llegaba a la Luna y en el que la juventud rechazaba la guerra de Vietnam y a Richard Nixon en la Casa Blanca, estos chicos se abrazaron y esa imagen fue inmortalizada por el fotógrafo Burk Uzzle.
“En la televisión dijeron que si tenías planes de ir a Woodstock, mejor no lo hicieras porque la carretera estaba cerrada. Ahí decidimos ir. Teníamos 20 años y, si a esa edad te dicen que no hagas algo, por supuesto que lo haces”, recuerda Nick para Life and Style.
Habrá sido el domingo por la mañana, aunque la pareja no lo recuerda bien, cuando les tomaron la instantánea que quedaría impresa en la portada del acetato recopilatorio del festival, editado en 1970 y disponible en La Roma Records.
Ya habían tocado Jimi Hendrix, Janis Joplin, Carlos Santana y The Who. Medio millón de personas había acudido a Bethel, Nueva York, donde el productor Michael Lang decidió que tuviera lugar el encuentro. La aduencia había rebasado las expectativas y provocó que el concierto fuera gratis.
Y ahí, Bobbi y Nick, quienes actualmente disfrutan juntos y en matrimonio de su retiro, se hermanaron con sus compañeros entre la escasez de agua, comida y baños públicos.
“Al ver la cantidad de personas, los habitantes de Bethel empezaron a enviar provisiones: pan, uvas, plátanos, botellas de agua. Las distribuyeron entre la gente. Te llegaba una caja, tomabas un pedazo de pan y luego la pasabas a donde hubiera otra cobija”, recuerda Bobbi desde Florida, donde descansa antes de retomar sus labores como voluntaria en el Centro de Artes de Bethel.