Para cualquier fan de Seven, El club de la pelea o Gone Girl no se necesita agregar mucho más. El nombre de David Fincher es garantía suficiente para saber que Mindhunter, la nueva serie de Netflix, es un thriller de esos que generan adicción progresiva. Sin necesidad de rebuscados recursos narrativos o sofisticados movimientos de cámara, Fincher nos envuelve una vez más en uno de sus mundos cuasi monocromáticos para hacernos testigos del desarrollo del departamento de Ciencias de la Conducta del FBI y no soltarnos hasta el último minuto del episodio final de la temporada.
Como toda obra de Fincher cada escena de Mindhunter está planeada y compuesta meticulosamente para lograr el mayor dramatismo y suspenso, al que se suman una ambientación excelente y un soundtrack que sólo aparece a manera de fondo para realzar la época y el contexto. Todo para dejar en primer plano a lo más importante: una serie de personajes a los que vemos evolucionar, con toda su humanidad o monstruosidad, en una historia que por momentos se antoja más parte de la vida real que producto de la imaginación de sus ocho guionistas.