El día que Freddie Mercury fue homenajeado ante 72,000 personas
“Recuerdo ese momento, terminábamos de cantar ‘We Are The Champions’. Brian May estaba a mi lado, había desconectado su guitarra y estaba listo para abandonar el escenario. Me acerqué a él y le dije: ‘Espera, voltea, mira a tú público, quizá sea la última vez en tu vida que veas a tanta gente ovacionándote de este manera’. Brian se detuvo, volteó hacia la gente y enseguida me dijo, esbozando una sonrisa franca: ‘Gracias Joe’”, me contaba hace algunos años Joe Elliott, vocalista de Def Leppard, rememorando el último gran concierto en la historia del rock, The Freddie Mercury Tribute Concert.
Era el 20 abril de 1992. Alrededor de las 10 de la mañana –hora de México– empezaría la transmisión simultánea por MTV. El dedo estaba listo en el botón Rec de la videocasetera Sony VHS de seis cabezas para grabar este concierto que pasaría a la historia por honrar la memoria de Freddie Mercury muerto cinco meses antes (24 de noviembre de 1991).
No sabíamos que cuando apretáramos el botón rojo de Rec estaríamos grabando no sólo un tributo a un grande del rock, sino registraríamos el último y más grande concierto del siglo XX y de nuestros días. En aquellos ahora arrumbados videocassettes JVC de 120 minutos descansa el testimonio del final de una época; estábamos presenciando el último pulso en el electrocardiograma del hard rock, antes de que el Grunge y Kurt Cobain le pusieran sino un fin, al menos sí un punto y aparte a Extreme, Guns N Roses, Metallica y, por supuesto, Def Leppard. Pero, “¿qué importa, si nosotros estuvimos ahí? Junto a George Michael, Elton John, el resto de Queen, cantando ‘We Are The Champions’. Era nuestro momento. Éramos el espectáculo más grande sobre la Tierra”, dice sin empacho Joe Elliott.
Tengo envidia de estas 72 mil personas que atiborraron el estadio de Wembley: Metallica tocando “Enter Sandman” en el momento más comercial de su carrera, pero aún con tanta dignidad. Def Leppard presentando a su nuevo guitarrista Vivan Campbell en sociedad, que jamás pudo llenar el abismo que dejó Steve Clark fallecido en 1991; Guns N Roses viviendo los excesos de la gloria por sus Use Your Illusion I y II, y Extreme, un grupo que sólo por tener el éxito “More Than Words” se coló a la fiesta. Como bien lo prometió alguna vez Andy Warhol, todos tenemos nuestros 15 minutos de fama.
De pronto, Brian May, el baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon, los sobrevivientes de Queen, tomaron el escenario y le dieron rienda suelta al legado que edificaron junto a Mercury: “Tie Your Mother Down”, junto con Joe Elliot y Slash. Luego, el histórico guitarrista de Black Sabbath, Tony Iommy entra en acción y realiza el intro de “Heaven and Hell”, para enseguida un Roger Daltrey, la voz de The Who, tocarán junto a Queen “I Want It All”.
“Hammer to Fail” con Zuchero y “Stone Cold Crazy” interpretado por Gary Cherone (Extreme, Van Halen), nuevamente con Iommy en la guitarra. “Stone Cold Crazy” con James Hetfield de Metallica al frente, y unos de los grandes estelares de la noche haría su aparición: Robert Plant de Led Zeppelin entra en escena, primero interpretando “Innuendo” y “Crazy Little Thing Called Love”.
Siguieron canciones como “Radio Ga Ga”, con Paul Young, “Who Wants to Live Forever” con Seal y “I Want To Break Free” con Lisa Stanfield. Por fin, entre ovaciones, entra el “Duque Blanco”, el grande David Bowie para cantar “Under Pressure” junto con Annie Lenox, sin duda uno de los más entrañables momentos de la noche que sólo podría ser superado por George Michael, y su versión de “Somebody to Love”.
Para concluir la noche, llegaron las infalibles “Bohemian Rhapsody” y “The Show Must Go On” con Elton John junto a Queen y Tonny Iommy en la guitarra.
“Aún me conmueve ese recuerdo”, me dice Joe Elliott. “Estábamos ahí todos, fuimos como una hermandad. No hubo egos, era el mejor momento de nuestras vidas cantando junto a Queen. ‘We Are The Champions’, la última canción de la noche, no sólo era resaltar la grandeza de quien la escribió, cantó e hizo inmortal, sino era enaltecer la grandeza de nuestro momento en la historia, del rock, de todos los que se han ido, de lo que jamás regresará”. Y tiene razón Elliott, y parafraseando a Don McLean, yo también recuerdo al mismísimo Satanás, carcajeándose de placer, el día que la música murió.