El día que Niki Lauda se convirtió en superhéroe
La imagen del Ferrari de Niki Lauda en llamas es una de las más escalofriantes que han existido en el mundo de la Fórmula 1, sin embargo, no es la carrera que representa el temple, tenacidad y talento del austriaco. Esa se dio un mes después.
El Gran Premio de Alemania de 1976 fue el causante de las marcas que acompañaron al tricampeón el resto de su vida. Ese 1 de agosto le hizo vivir su peor día, y en lo deportivo, fue el causante de que no consiguiera el bicampeonato de F1 .
El accidente se dio justo en el legendario Nürburgring , cuando perdió el control del auto y se impactó contra el muro, incendiándose de inmediato. Brett Lunger chocó con el auto de Lauda y bajó del monoplaza para auxiliar al austriaco. Harald Eartl y Arturo Mezario también se detuvieron a ayudar, y entre los tres salvaron la vida de quien fuera el actual campeón y líder de la temporada.
Lauda sufrió quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo y tuvieron que limpiar sus pulmones por días, pues respiró gases tóxicos durante el accidente. Muy pocos médicos podrían dar un pronóstico favorable para el austriaco.
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Y fue entonces cuando vimos a la mejor versión de Niki en la historia. No fue ninguna de sus victorias previas, ni cuando consiguió el título de 1975, sino cuando formó parte de la parrilla del Gran Premio de Italia, apenas 42 días después de casi morir.
Con dolores en todo el cuerpo debido a las quemaduras, la tráquea destrozada y la mitad del rostro cicatrizando, Lauda decidió que era momento de regresar a las pistas. El lugar, el Autodromo Nazionale Monza, para el Gran Premio de Italia .
Lauda realizó la mejor calificación de los Ferrari (en aquel entonces tres pilotos representaban al Cavallino) al ubicarse en quinto, mientras que Carlos Reutemann era séptimo y Clay Regazzoni noveno.
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Ese domingo de carrera demostró no sólo la clase de piloto que era, sino el guerrero y ser humano que vivía en él. Con intensos dolores en cada una de las curvas y un agotamiento que haría claudicar a cualquiera, logró llevar a su Ferrari a la pelea del pódium, y finalmente cruzó la meta en cuarto lugar, detrás de Ronnie Peterson, Regazzoni y Jaques Laffite.
Niki lo había hecho, venció a la muerte y al temor. Se convirtió en superhéroe para tener uno de los regresos más sorprendentes en Fórmula 1, y tras no participar en los Gran Premios de Austria y Holanda por encontrarse en el hospital, pudo cerrar como subcampeón, solamente a un punto de James Hunt (69-68).
La gran revancha de Niki se dio en 1977, cuando consiguió el bicampeonato para Ferrari. Lauda tuvo una tercera corona, en 1984, ya como piloto de McLaren. Tras su retiro de las pistas, tuvo roles de dirección en Ferrari, Jaguar y recientemente en Mercedes .
Lauda tuvo un trasplante de pulmón en agosto pasado. A raíz de ello su estado de salud jamás pudo ser óptimo, y este 20 de mayo falleció, a los 70 años de edad, dejando la gran enseñanza de coraje y lucha, así como un talento desbordante.