Los rebeldes de la NFL
En la década de los 70, la leyenda de los Raiders de Oakland fue escrita por un talentoso grupo de inadaptados acusados por sus rivales de morder, insultar y golpear ilegalmente, y a quienes el coach John Madden logró moldear hasta convertirlos en una temible franquicia ganadora.
La mayoría de ellos eran desechos de otros equipos por problemas de conducta, y fueron recibidos por el afable Madden, quien les permitió mostrar su personalidad y hasta alentó sus travesuras. “Esos fueron los días de Sodoma y Gomorra. Nos la pasábamos bien”, recuerda el profundo Lester Hayes.
Así llegaron jugadores como John Matuszak, a quien corrieron de Kansas City, cuando su esposa intentó atropellarlo con su auto después de una pelea. El liniero escapó con vida tras esconderse en un cementerio. A ‘Tooz’ Matuszak le gustaba disparar su Magnum .44 todos los días contra un letrero a la entrada del campo de entrenamiento.
Víbora de Cascabel
Nadie representaba mejor el espíritu Raider que Ken Stabler, ‘La Víbora de Cascabel’, quien acostumbraba llegar ‘en vivo’ a los partidos con los ojos inyectados y a quien los oponentes acusaban de engrasar su jersey para evitar capturas. “El metabolismo de cada uno es diferente. Algunas personas necesitan ocho horas de sueño y otras sólo tres. Yo no necesito dormir tanto”, dijo en alguna ocasión.
Uno de sus amigos, integrante de los Hell’s Angels, a quienes Madden les permitía observar los entrenamientos, decía que Stabler “podía salir a jugar futbol americano al día siguiente de una parranda, mientras nosotros no podíamos siquiera salir de la cama”.
Tres jugadas heroicas
Stabler quedó inmortalizado por tres jugadas que hoy alimentan la mitología negro y plata:
- La bautizada ‘Mar de Manos’, cuando Clarence Davis le arrebató un pase desesperado de Stabler a tres defensivos de Miami, para derrotarlos cuando el reloj expiraba en el playoff divisional de 1974.
- La atrapada milagrosa del ‘fantasma’ Dave Casper (llamado así por su apellido, homónimo de la caricatura Gasparín) con la vista al cielo y de espalda al balón en el playoff de 1977 ante Potros. Antes de esa jugada, Stabler pidió un tiempo fuera simplemente para comentarle a Madden: “Los fanáticos seguro que están desquitando el valor de su boleto hoy”.
- Y la controvertida ‘Holly Roller’ en un juego ante San Diego de 1977, en el que Stabler dejó caer el balón intencionalmente, y Casper lo pateó dentro de la zona de anotación antes de cubrirlo para asegurar el triunfo.
Las locuras de Hendricks
En su autobiografía, Stabler escribió: “a la mayoría de los Raiders nos gustaba la fiesta, pero Ted Hendricks era la fiesta en sí”.
En un Halloween, el linebacker se presentó con la cabeza incrustada en una calabaza gigante, en lugar de su casco y un lunes en la noche televisado a nivel nacional deambulaba por la banda con una nariz de plástico falsa. En otra ocasión Hendricks, quien acostumbraba llegar montado a caballo a los entrenamientos, se robó una bola medicinal del gimnasio, la cual apareció en un bar local.
Las reglas del dueño
Según el linebacker Matt Millen, el dueño del equipo, Al Davis, escribió una vez en el pizarrón del vestidor las “Reglas de los Raiders”, y constaba de dos lineamientos: “1. Hacer trampa está permitido y 2. Ver regla 1”, algo que sus jugadores supieron cumplir al pie de la letra.
Manos pegajosas
En su campaña de novato, Lester Hayes dejó ir una intercepción segura y al regresar desconsolado a la banca, el legendario receptor Fred Biletnikoff vertió un líquido viscoso sobre sus manos. Stickum es el nombre de esta sustancia que le permitió conseguir 39 intercepciones en su carrera. Sus manos estaban tan pegajosas que necesitaba que los asistentes del equipo le secaran el sudor y le dieran de beber agua en la boca.
‘Protectores’ especiales
En una entrevista, el linebacker Phil Villapiano recordó cómo a uno de sus entrenadores, George Anderson, se le ocurrió modificar los vendajes de los jugadores enyesados para transformarlos en armas, al introducirles palos de madera. Con este vendaje, Villapiano una vez noqueó a O.J. Simpson.
Con esa volátil mezcla de testosterona, locura e infantil apetito por la diversión, los bautizados ‘Malosos’, por el cronista mexicano Fernando Von Rossum, conquistaron tres Super Bowl en 1976 (XI), 1980 (XV), 1983 (XVIII) y construyeron el alma de un equipo que se logra resumir en su lema ‘Los Hombres Verdaderos visten de Negro’ (Real Men Wear Black).