La historia detrás del mejor clavadista de altura de México: Jonathan Paredes
Jonathan Paredes ha saltado al vacío. De lejos, cualquiera pensaría que es un ave que ha perdido el vuelo, que se ha rendido para dejarse caer en un bloque de concreto. Pero no, Jonathan hace piruetas en el aire. Con su cuerpo firme maneja el viento y la velocidad de la caída, extiende sus brazos para girar premeditadamente en su propio eje, entonces se deja ir al fondo del agua.
Fue en 2016 cuando ese salto en las Cataratas Victoria del río Zambeze, en África, lo terminó de consolidar como uno de los mejores clavadista de altura del momento y de México.
Paredes llegó a este punto por un golpe doble de suerte. El primero sus tempranas clases de clavados que lo llevaron a competir en el deporte amateur, algo que lo llevaría a unirse al equipo de clavadistas de espectáculos de la Feria de Chapultepec Mágico de la Ciudad de México.
El segundo golpe vino cuando –tras ocho años dando shows como clavadista de espectáculos– recibió un mail de Fernando Platas, el ex clavadista mexicano, para invitarlo a él o a alguno de sus otros compañeros a un evento de salto de altura en territorio nacional. Paredes, con 21 años, alzó la mano y fue el encargado de representar al país en los eventos del Cañón del Sumidero en Chiapas y en La Quebrada en Guerrero. Terminó en quinto lugar del mundo y a partir de ahí su carrera profesional despegó.
El mismo 2011, Paredes se estrenó en el Cliff Diving World Series con RedBull y obtuvo el onceavo lugar. Pero sus habilidades para dominar las alturas lo han hecho escalar año tras año hasta los primeros puestos de la tabla de participantes, pelando con clavadistas veteranos por quedarse dentro de los primeros cinco sitios. En el de este año, Jonathan va en segundo y, a finales de mes, estará peleando por quedarse el primer sitio en la región del Lago Ranco, en plena Patagonia Norte Chilena.
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Hace unos meses, el mexicano casi tocó el sueño que le queda pendiente: representar al país en unos Juegos Olímpicos. En mayo, la Federación Internacional de Natación solicitó que se incluyera este deporte dentro del programa de exhibición para Tokio 2020, pero no se concretó.
“Es el sueño de cualquier deportista, pero cuando dejé el deporte amateur quité las palabras Juegos Olímpicos de mi vocabulario porque lo veía muy lejano. Nos volvimos a ilusionar recientemente pero la posibilidad de estar en los próximos Juegos se esfumó”, cuenta.
Pero con su desarrollo dentro del deporte y el boom que ha tenido los últimos cinco años, sabe que todavía está latente la posibilidad de que en 2024 sí se considere dentro del programa, un hecho que podría convertirse en el gran cierre de su carrera profesional. También en una oportunidad para que México vuelva a sacar la casta en una de las disciplinas en las que siempre hay medallas, pero que la altura le suma dificultad y también espectáculo.
