¿Cuál es el futuro de los estadios deportivos?
Sobre el césped del campo de Morro da Mineira, una de tantas favelas en Río de Janeiro, 14 niños (seis por equipo, más su respectivo portero) y un adulto, vestido de negro, persiguen el balón. Es de noche, pero la cancha, al igual que las calles aledañas, tiene la iluminación perfecta para una fiesta de futbol, una entre tantas en la región. Pero hay que poner mucho ojo, porque ésta no es una fiesta cualquiera.
Antes, aquí se escuchaban balas y lamentos. Antes, los ahora futbolistas eran potenciales narcomenudistas y el árbitro, un sicario en proceso. Antes, la obscuridad, como slogan de película taquillera, lo gobernaba todo, pero hoy, el balón y los chicos, corren con tranquilidad buscando la portería, sin pensar que cada paso genera la electricidad suficiente para que la cancha no necesite de otra fuente de energía. Pero corren tanto detrás del balón, que la energía se acumula y alcanza para compartirla con las calles de la favela.
Técnicamente, la explicación está en 200 placas al estilo de los paneles solares que, pagadas en 2014 por la empresa privada Shell y creadas por los ingleses de Pavegen, acumulan la energía de los jugadores y crean una reserva de electricidad. Pero, filosóficamente, todo recae en el hecho de la transformación tecnológica del deporte, es decir, en su progreso, y en cómo debe insertarse en su entorno para ser funcional en nuestros días.
Una sentencia que aplica a la perfección en este pequeño barrio que ha puesto en marcha la máxima de la arquitectura deportiva, como la definió el arquitecto catalán Carles Broto, en su libro Arquitectura para el deporte : “una arquitectura que dé cabida a las miles de formas que adoptan los valores deportivos, que al fin y al cabo son un reflejo de los valores de la sociedad. Un arte de proyectar y construir lugares destinados a actividades deportivas en consonancia con las culturas y estilos de los distintos momentos históricos".
Hoy, en ésta época en particular, pensar el escenario deportivo a nivel macro o micro, sin tener el concepto de sustentabilidad en la mesa es imposible. “La naturaleza del deporte da exposición al estudio de arquitectura, es un gran matrimonio de dos pasiones y hoy estamos en el mejor momento de nuestra renovación. Hoy buscamos una forma más sutil de arquitectura deportiva en la que la filosofía de la sustentabilidad es una de sus bases. Ya no se trata sólo de la calidad de los acabados, sino de ver los estadios como parte de un barrio y apoyarlo e impactarlo positivamente”, menciona Chris de Volder, director de diseño sustentable para deportes y entretenimiento en la firma londinense de arquitectos Hok, encargado de obras de arte de la sustentabilidad, deportiva como el Metlife Stadium (casa de los Gigantes de Nueva York y los Jets de Nueva Jersey, la cual es el ejemplo perfecto de cómo reducir gasto energético teniendo dos equipos en el mismo estadio) o el Husky Stadium, el primero en plantear su renovación pensando en el impacto que la obra podría tener en el Lago Washington y evaluando los procesos a seguir para obtener la Salmon Safe Certification que acreditaría que no dañaron las aguas de la zona.
Pero fue un proyecto en particular donde la firma Hok, y otras miles, se enteraron que no había marcha atrás: las sustentabilidad y la arquitectura deportiva iban de la mano de una y para adelante. Con la llegada de los Juegos Olímpicos de 2012, en Londres, el mundo entero apreció cómo los edificios deportivos no sólo se insertaban estéticamente a la sociedad, sino también lo hacían moral y ecológicamente.
"Ya no necesitamos estadios que griten su espectacularidad con un techo impactante. Necesitamos estadios inteligentes que brinden soluciones inteligentes. No se trata de comprometer la estética o el diseño, sino de potencializar que la filosofía de la sustentabilidad puede ayudarnos a transformar el entorno, con el deporte como arma. Pienso que en Londres nuestro legado final será ese: la sustentabilidad”, comenta Rod Sheard, arquitecto de Hok, encargado de crear, dentro del Queen Elizabeth Olympic Park, el estadio olímpico (muy cerca del legado olímpico de Zaha Hadid: el centro acuático), el cual puso en evidencia otros estadios olímpicos que hoy luchan contra su propio pasado de viejos coliseos, como el Stadio Olimpico di Roma, que hoy busca su renovación muy a pesar de los defensores de la historia que no han notado ese pequeño detalle: la arquitectura deportiva, y el mundo, ya no son lo que eran.
LA VIDA SIN COLOSOS
“Al mirar la historia, hay que entender que los primeros siglos de la arquitectura deportiva estuvieron ligados al ejercicio al aire libre. Ahí, las gradas eran toda la edificación, pero cuando entro el circo a Roma, el deporte adquirió esa necesidad de espectáculo. Lo que quiero resumir es que cada progreso social que impacta en el deporte termina por ser una transformación en las bases de la arquitectura deportiva”, menciona Clive Lewis, director del área deportiva de AECOM Global Sports, encargados de ingeniería deportiva en estadios como el Barclays Center, en Nueva York, y en el mismo parque olímpico de Londres.
“Hoy tenemos una gran oportunidad de construir algo de gran impacto en la vida social. Algo que usarán millones, como un estadio, que además es un espacio de choque y cruces culturales, pero hemos estado muy focalizados en satisfacer al espectador. Hoy, la preocupación global por el medio ambiente y el auge teórico alrededor de la sustentabilidad, nos han permitido dar ese paso y dejar atrás los sueños de los viejos colosos”, concluye Lewis asegurando que no se trata sólo de crear ECO arenas al entorno, sino de tenerlas certificadas para que sus innovaciones no se conviertan, en poco tiempo, en algo obsoleto.
Leed (Leadership in energy and environmental design), EPA (US Environmental Protection Agency) u Overall Green Program se han convertido así en los visores y referentes a la hora de hablar de estadios calificados, buscando que, desde ligas inferiores hasta profesionales, cumplan con los estándares. Hoy, su gran preocupación no es sólo la satisfacción de los aficionados sino también la reducción de la emisión de dióxido de carbono, el uso de materiales nuevos, los sistemas de recolección y reciclaje, el uso de la producción local para el consumo dentro de los inmuebles, la planeación de la movilidad y la unión del deporte con su entorno.
Todas materias obligatorias en el desarrollo de métodos de construcción eficientes en toda arquitectura deportiva, dejando la puerta abierta a la última gran obligación: hacer del inmueble deportivo parte íntegra del barrio donde vivirá y es ahí donde estudios como NBBJ Architects (China), Cox Architects (Australia) o 360 Architects (Reino Unido) han dado el paso de hacer de lo deportivo algo sustentable.
“Para cualquier estudio de arquitectos, el deporte es una oportunidad única de mostrar qué tan apto está su despacho para actuar en los nuevos tiempos. Es ahí donde se juegan las cartas de la sustentabilidad. Y el gran ejemplo es Londres 2012, la cual no se puede pensar sin el gran logro del cuidado de la huella de carbono al sanear el territorio y usar materiales certificados, pero sobre todo al incorporarse a su entorno. Un caso muy contrario al de los juegos olímpicos de Brasil, que dejaron elefantes blancos con un gran costo ecológico”, menciona el arquitecto mexicano Emilio Cabrera, de C Cúbica Arquitectos, recordando que estadios como el U.S Bank Stadium (Minnesota), el Mercedez Benz Stadium (Atlanta), el AAmi Park (Melbourne), el World Games Stadium (Tokio) o el Levis Stadium (San Francisco) funcionan ya como ejemplos perfectos de los nuevos colosos del deporte.
Regresemos hasta Morro da Mineira. El marcador indica un empate a dos goles (éste es iluminado con la energía que producen los jugadores). El árbitro decide que sea por la vía de los penales como se resuelva el encuentro, pero los jugadores de ambos equipos se resisten. Uno señala las lámparas de la cancha, mientras otro apunta hacia una casa muy cercana al campo. Ambos usan el mismo argumento: “juguemos otro tiempo mejor, que se está apagando la luz”. El árbitro acepta y los chicos comienzan a correr por el balón. Es de noche y la cancha sigue siendo el centro de atención de la favela, que agradecida aplaude el esfuerzo de los futbolistas. Es de noche y hay luz.