La experiencia de volar en un túnel de viento
Desde que tengo memoria, una de las cosas que más disfruto en la vida es volar. He saltado en paracaídas y me he subido en helicopteros para poder ir saciando esa interminable hambre de adrenalina lejos del suelo. Pese a eso, si alguna vez tuviera la opción de aventarme una vez más de un avión y caer a más de 150 km/h posiblemente acabaría echándome para atrás. Eso sí, la oportunidad de vivir la misma sensación en un entorno controlado es algo que siempre me ha interesado.
Son las 5 am y estoy listo para abordar el primer vuelo hacia Houston, dónde se encuentra el más nuevo y grande de los 28 túneles de viento diseñados para practicar bodyflight de la empresa iFly . Me acompaña Eduardo, un experimentado skydiver por el que ya han pasado 23 años desde que hizo su primer salto desde un avión. Los últimos cinco de ellos los ha dedicado al bodyflight. “Dejé los saltos desde aviones cuando nació mi hija, el riesgo es demasiado alto y algunos de mis amigos hasta se han lastimado en este deporte. Así que decidí seguir practicándolo pero ahora de forma segura en su variante indoor”, me cuenta Eduardo mientras yo reclino mi asiento del avión rumbo a Estados Unidos.
Como la mayoría de los avances tecnológicos, los túneles de viento comenzaron como un medio de entrenamiento militar para unidades de élite y el primero del que se tiene registro fue en una base militar en Ohio durante el 1964. Tuvimos que esperar hasta 1982 para que se abriera el primer túnel comercial en Las Vegas (como no podía ser de otra manera). Desde entonces este se ha convertido en un deporte de talla mundial en el que cada año se organiza una competencia que convoca a sus profesionales de todo el mundo.
Leer: ¿Por qué los surfistas son más felices que la mayoría?
“Hace ocho meses quedamos en 3er lugar mundial y este año competiremos en Praga”, explica un orgulloso Eduardo, mejor conocido en el mundillo como Aerodude. Sólo comprendí el apodo al ver las millas de vuelos comerciales que tiene acumuladas y su forma de dominar el túnel.
Después de un largo viaje, estoy listo para comenzar mi sesión en el interior del túnel. Debo confesar que el traje no me sienta demasiado bien, es azul y algo flojo. De hecho, me siento como en una competencia de Wipe Out con este atuendo. Mi instructor será Ben Roane, uno de los mejores del mundo.
Entro al túnel y de inmediato todos los músculos de mi cuerpo y los sentidos están dando el 100%. Soy como un muñeco de trapo destinando todos mis sentidos a dar órdenes para mover mis brazos y piernas. La cuestión es mantenerme firme ante el azote de un viento con velocidad de 150 km/h. Durante el proceso, Eduardo y Jason David Frank, ex Power Ranger verde y ahora también instructor, me observan desde el exterior del túnel.
Después de dominar un poco el viento y mantener mi cuerpo firme, empiezo a soltarme para girar y subir a mi placer. Al mover mis brazos puedo girar en la dirección que yo quiera y si relajo los músculos y estiro las piernas me elevo. Para descender debo contraer músculos y pegar las extremidades al cuerpo. La verdad, se veía mucho más sencillo desde fuera. Mientras practico entiendo porque es considerado como un deporte complicado a la par que costoso.
Al ver a Eduardo, Ben y Tommy entrando al mismo lugar que yo y hacer fácilmente giros interminables, vuelos de cabeza y hasta una coreografía me doy cuenta que si quiero dedicarme a esto me tomará muchísimo tiempo de práctica.
El costo de una sesión de 5 minutos es de aproximadamente 99 dólares. Aunque si ya te quieres dedicar a ello siempre puedes contratar paquetes que sin duda mejoraran la tarifa.
También podría interesarte |