Entrevista con los directores nominados 1: Mad Max
A los 70 años de edad, el australiano decidió traer de regresó el universo de Mad Max, con el que se ganó, en 1979, un lugar en el cine y en la ciencia ficción. Hoy, probablemente, vivió la experiencia más dura de su carrera al crear Mad Max: Fury Road. El premio por la apuesta: su primera nominación al Oscar como mejor director de cine.
No sólo regresó a continuar una franquicia 30 años después, sino que lo hizo pasando por alto buena parte de los avances tecnológicos que le hubieran permitido resolver sus problemas en el set. Su nominación al Oscar, la primera que recibe como director, es ciertamente un premio a su arrojo, y también una celebración de una de las películas más originales que se vieron el año pasado. En entrevista, un hombre de la industria que ha hecho cosas tan diferentes como Las brujas de Eastwick, Un milagro para Lorenzo y Happy Feet.
¿Por qué apostar por volver a esta franquicia después de tantos años de concluida?
Simplemente un día se me apareció la historia y no me la pude sacar de la cabeza, como si hubiese sido un amigo imaginario. Además, a mi siempre me encantaron las películas sobre persecuciones. Creo que son la forma más pura del cine. Para mí, en ese tipo de películas comenzó el lenguaje cinematográfico. Yo quería hacer una persecución larga, para ver qué era lo que podía recoger sobre los personajes a medida que iba contando la historia.
¿Resultó fácil encontrar el camino a de vuelta a este peculiar mundo salvaje?
Sí y no. Ciertamente me resulta familiar, pero ha pasado mucho tiempo y la tecnología ha cambiado, pero, aún así, fue un verdadero lujo poder regresar y visitar ese mundo una vez más. Fue algo verdaderamente interesante, totalmente loco, pero interesante. Sobre todo porque he regresado después de trabajar en animación, y en esta franquicia hay una intensidad particular. Lo de estar en un desierto haciendo una película de acción, en donde me dediqué a hacer chocar autos todos los días me provocó un entusiasmo masoquista. En una película como ésta, las cosas pueden salir verdaderamente mal a menos que hagas las escenas de riesgo de manera estricta y rigurosa para que todo el mundo esté seguro. Por suerte, lo pudimos lograr, pero requirió de mucho trabajo.
¿Cómo soportar semejante rodaje a los 70 años?
Todavía me siento como si fuese un niño. Lo que me empuja a rodar películas es mi curiosidad. Pero no soy el único. John Seale, el camarógrafo, ya se había retirado antes de hacer esta película y decidió volver a trabajar para filmarla. El cumplió los 70 durante el rodaje y créeme que estuvo a la altura de las necesidades. Él rodaba desde el techo de los autos, colgado abajo de los vehículos. Guy Norris, que es el director de la segunda unidad, hizo una de las escenas de riesgo en la película, en el último choque. Tenía 21 años en la segunda Mad Max y también participó. En cierta forma fue como reunir nuevamente a la banda. Si los Rolling Stones pueden seguir tocando a esta edad, nosotros podemos filmar una nueva Mad Max...
¿De qué manera cambió el proceso de producción en relación a como lo hizo en 1979?
Para decirlo de una manera muy simple, ésta fue una oportunidad para regresar en el tiempo y aunque la historia transcurre 45 años después, en el futuro, te permite regresar a un comportamiento mucho mas elemental, casi medieval, en donde no existe la ley, no hay honor, y la gente sólo se dedica a sobrevivir, haciendo lo que puede. En ese sentido, es muy similar a los westerns clásicos. Son películas muy lineales. Además, por alguna razón, me encanta destrozar autos.
Se habla de un trabajo netamente artesanal, ¿es cierto que diseñó cada escena de la película con storyboards?
Es cierto. Estaba decidido a no hacer algo convencional, y mientras escribía el guión decidí ir preparando toda la película como si fuese una historieta muy larga. Fueron 3,500 paneles, porque no se habla mucho en la película y había que tenerlo muy claro. La gente sólo habla cuando no tiene otro remedio, y yo quería tratar de contar esta película de la mejor manera posible, sólo con imágenes: el mentado lenguaje cinematográfico. Por eso convoqué a excelentes dibujantes: Brendan McCarthy, con quien coescribí la historia, Mark Sexton y Peter Pound. Nos sentamos en una habitación a preparar los paneles y buena parte de la película fue filmada siguiendo al dedillo lo que estaba en los dibujos.
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