En la mente del asesino
Asesinos en serie, inspectores de policía y crímenes escabrosos. César Pérez Gellida ha encontrado su propio género en el suspense. Hace poco que ha terminado su última trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, publicada por Suma de letras (Santillana), sobre un peligroso sociópata que comienza sus andanzas en Valladolid para corretear por toda Europa.
Aprovechamos su reciente publicación en México para preguntarle un par de cuestiones sobre su novedoso estilo de escritura y su visión del crimen.
Memento Mori, Dies irae y Consummatum est... ¿El latín da mejores títulos?
Si te respondieran mi editores te dirían que no –ríe–, ellos creían que iban a ser complicados para los lectores. Pero, es una parte importante del sociópata protagonista de las novelas, Augusto Ledesma, quien usa latinismos debido a su gusto extremo por la cultura clásica.
Según tengo entendido, Ledesma es también un melómano.
Sí, y mucho. Si algo comparten todos los sociópatas, independientemente del grupo al que pertenezcan, es que no empatizan con el género humano. Para poder explicar qué siente Ledesma antes, durante y después de sus crímenes era necesario utilizar vehículos como la poesía y la música. Además, todas las canciones están disponibles en Spotify, lo que aporta un valor añadido al libro.
Y por curiosidad, ¿qué discos escucha?
Para Augusto, el maestro es Enrique Bunbury. La verdad es que coincide mucho con mis gustos musicales, pero eso no significa que yo sea un asesino en serie.
Pero de alguna manera te metiste en su mente, ¿hay parte de él en ti?
Un escritor siempre deja algo de su alma en cada personaje. En lo que respecta a Augusto, son sus gustos musicales, clásicos y literarios. Además me informé muy bien de lo que siente un sociópata narcisista a través de sesiones con un psicólogo especialista. Una vez lo entendí, el resto tan solo fue interpretar.
¿Qué hay del inspector que persigue al asesino?
Intenté alejar al inspector vallisoletoano Ramiro Sancho de los clichés habituales. Es una persona muy normal y para nada el arquetipo que todos tenemos en mente del policía amargado.
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Recibiste un premio de una sociedad forense por tus acertadas descripciones, ¿qué crees que ayudó a recibir tal reconocimiento?
Sobre todo fue por la documentación y los colaboradores con los que conté. Gracias a ello pude mostrar la investigación de verdad, no algo tan hollywoodiense o tipo CSI. La investigación policial tiene unas técnicas muy manuales y es algo muy metódico que requiere constancia. Es por ello que creo que apreciaron mucho el realismo.
Háblanos sobre los escenarios donde ocurre tu novela. Empezando por Valladolid.
Bien, Valladolid es mi ciudad natal y la conozco a la perfección tras 37 años de vivir ahí. Es un escenario idóneo para desarrollar una novela negra por sus rincones oscuros donde se pueden producir crímenes, por eso Memento Mori ocurre ahí. Después, en Dies irae recorremos Triestre y Belgrado para hacer un periplo por toda Europa en Consummatum est. La persecución de Ledesma pasa por Praga, Islandia y Londres antes de culminar donde empieza, en Valladolid.
¿Qué crees que fascina al lector del crimen como abstracto?
Yo creo que nos interesa todo lo oscuro que nos rodea, más que nada por miedo. Sobre todo aquellas personas que nos rodean y que viven entre nosotras como los camaleónicos sociópatas. Dicho miedo nos invita a investigar en mentes criminales que no pueden ser distinguidas del resto por su comportamiento.
¿Tienes alguna otra triología en mente?
De momento no, acabo de publicar otra novela de suspense pero esta vez ocurre en un futuro tangible, en el año 2037 y en el 2054. El lector reconocerá de inmediato mi estilo, sigo usando ese lenguaje visual para crear una lectura absorbente y adictiva. Una periodista ya lo ha llamado el género Gellida...