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Así es cómo me invitaron a los Oscar

Dos mexicanos nominados al Oscar, Carlos Bolado y Carlos Cuarón, nos cuentan cómo se vive la ceremonia
mar 24 febrero 2015 06:06 AM
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Fotografías de Gunther Sahagún - (Foto: Fotografías de Gunther Sahagún)

Son varios los mexicanos que han desfilado por la alfombra roja del oscar. ¿Cómo es la experiencia de estar nominado y recibir una invitación a la ceremonia? En entrevista doble, Carlos Bolado, nominado a Mejor Documental por Promesas, en 2001, y Carlos Cuarón, nominado a Mejor Guión Original por la cinta  Y tu mamá también —coescrita con su hermano Alfonso—, en 2002, nos relatan, de primera mano, la vivencia, como mexicanos, de estar nominados al premio Oscar.

¿Cómo te enteraste de la nominación?


Carlos Bolado
: Estaba en mi casa de San Francisco, con Justine Shapiro —mamá de su primer hijo y también directora en la película—. Era muy temprano cuando sonó el teléfono. Recuerdo a una de las coproductoras del documental que me decía: “¡Felicidades¡ ¡Felicidades!”... de ahí en adelante no dejó de sonar el teléfono en todo el día.

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Carlos Cuarón: Ese día fue muy loco. Me acuerdo que manejaba por la carretera federal a Cuernavaca, temprano para llevar a mis hijos a la escuela, cuando un amigo me habló al celular —Pablo Baksht, que en aquel entonces llevaba la productora Anhelo—. Me gritaba cosas que no entendía, había olvidado por completo que ese día eran las nominaciones al Oscar. Hasta la tercera vez que dijo “Te nominaron al Oscar”, yo dije: “Puff ... ¡chingón!”. No entendí más lo que pasaba.

¿Qué es lo qué más recuerdas de recibir semejante noticia?


CB
: Fue un cúmulo de emociones y alegría. No podíamos creer que estábamos nominados. Digo, tardamos seis años en terminar el documental, así que cuando te dicen de pronto que estás nominado al Oscar piensas que estás en la cima. No sé. Te da esa risa nerviosa y no terminas de creerlo, aunque tengas los periódicos enfrente.


CC
: Como iba manejando, tuve que terminar la llamada. Al regresar a mi casa, le avisé a mi mujer... ¡creo que ella se emocionó más que yo! A mí también me dio  mucha alegría, tanta que sufrí de eso que Guillermo Arriaga llama “estrés positivo”. No sabía que una emoción tan fuerte podía causarte tal estrés. Una semana después de la nominación, empecé a sentir un enorme dolor en las piernas. ¿Qué era? Nada. Digamos que mi cuerpo no supo cómo asimilar el trancazo emocional que implicó esta noticia. Ahora, 12 años después, puedo hablar de ello, pero en ese entonces estaba medio espantado. Era tal el dolor en las piernas que no pude subirme al avión para ir a la premiación de los BAFTA.


¿Cómo fue la experiencia en la ceremonia?


CB
: Los Oscares son una gran producción, donde incluso ¡hay extras! Sí, como lo oyen: hay personas vestidas de largo, esperando entrar si falta alguien en algún asiento. Entre corte y corte la gente puede salir, pero si no regresan cuando deben hacerlo, cierran las puertas y nadie puede entrar hasta el siguiente corte comercial, así que meten a un extra que ocupe tu asiento. Al regresar del corte, cuando la cámara pasa por todo el teatro, nunca hay un lugar vacío.

La verdad es que la gente de la Academia es muy amable: mandan una limusina por ti con todo tipo de cosas al interior: galletitas, chocolates, champaña... te apapachan. Al estar cerca del teatro Kodak, te enfrentas con una gran cantidad de tránsito, pero todo está pensando en la logística de la ceremonia: una vez que llegas a la entrada, te encuentras con una alfombra roja de 200 metros, pero, antes, hay un control de seguridad donde te dicen exactamente cuáles son las reglas y te indican dónde hay reporteros interesados en tomarte fotos.

Una cosa que me pasó, que ahora me da mucha risa, es que un crítico muy conocido, Roger Ebert, se acercó en algún momento de la alfombra roja para decirnos: “I saw your film, you are gonna win, you are gonna win”, y levantó ambos pulgares. Yo pensé: si Roger Ebert nos levantó dos pulgares, ya ganamos.

CC: Recuerdo que Bono estaba sentado frente a mí, así que, en algún descanso, le toco el hombro y le digo: “Hi, Bono. Nice to meet you”. Se voltea y me ve con cara de “y tú, ¿quién carajos eres?. Le digo: “Soy Carlos Cuarón, escritor de Y tu mamá también. En ese momento, desde un escalón abajo me jaló, me abrazó y me dijo: “No mames, cabrón, que gran película”. No me esperaba esa reacción y me dio un enorme gusto.

Otro momento que recuerdo es que estaba en el pasillo y del otro lado tenía nada menos que a Philip Glass. Frente a él estaba el héroe de mi niñez, Sean Connery. La realidad es que están todos los grandes. En el almuerzo, antes de la ceremonia, recuerdo que estaba al lado de Jack Nicholson y él al toparse conmigo, se alza los lentes y me dice: “¡Congratulations, kid!”. ¿Cómo sabía quién era yo?


¿Qué sentiste al llegar el turno de premiar tu categoría?

CB: En la ceremonia, esperaba que ganáramos. Pensaba que pasaríamos al frente. De pronto, llega tu categoría y escuchas: “And the winner is...” y resulta que no es el nombre de tu película. Como que te quieres levantar, pero te quedas sentado... es un total desconcierto. Nos volteábamos a ver con cara de “o sea, ¿perdimos?” (risas). Incluso hubo gente que abucheó un poco a la película ganadora. En fin, después de eso, la verdad es que uno mira la ceremonia más relajado. Que si el espectáculo de Cirque du Soleil, que si Whoopi Goldberg  o Nicole Kidman están sentadas cerca... y ya disfrutas y gozas una gran experiencia que se queda para toda la vida.

CC: En los Oscares no sabes si vas a ganar o perder. No es como los premios de la crítica, que te llaman y te dicen que ya ganaste. En los Oscares no sabes nada. Así que, cada vez que había un intermedio, aprovechaba para salirme y echarme uno o dos bourbons porque andaba bien nervioso. Ni se me subían. Cuando se anunció el premio a Mejor Guión Original resultó ganador (Pedro) Almodóvar. Me dio un gran gusto porque se lo merecía, digo, qué pinche que no fui yo, pero para mis adentros decía: ¡Ah!, gracias que ya se acabó todo esto.

¿Recuerdan cómo fue el proceso para llegar a la nominación?

CB: Teníamos toda la intención de lograr la nominación, así que hicimos funciones especiales. Creo que es un premio que te abre puertas, un acontecimiento muy importante por la cantidad de audiencia que te mira. Te da una dimensión mundial y permite que te conozcan los medios. Abre muchas puertas para todos los involucrados y hace que la fecha de caducidad de tu película dure un poco más.

CC: Lo que poca gente sabe es que, detrás de las nominaciones, hay mucho lobbing. En el año que estuve nominado, 75% de los ganadores en los premios de la crítica también obtuvieron el Oscar, así que todos los eventos son aprovechados por los publirrelacionistas para presentarte a la gente que tiene injerencia en la Academia. Estas reuniones lo que dicen entre líneas es “vota por mí”.

Adicionalmente, el distribuidor nos llevó a Alfonso y a mí a un coctel ex profeso para conocer a un montón de viejitos de 90 años que son parte de la Academia. Si te pones a pensar que 70% de la Academia está conformada por actores y, de esos actores, 70% es gente mayor, te darás una idea del tipo de películas que ganan en los Oscares. Durante 10 días, antes de los Oscares, tuve que hacer promoción y más lobbing. Es una parte esencial y te deja entender que es una fiesta de un día organizada durante un año, en la que, de verdad, quieres ser invitado de honor.

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