Fadanelli: “La monogamia es una dictadura para la mujer"
Llegamos al Salón Covadonga con la intención de hablar con el escritor mexicano Guillermo Fadanelli sobre su última novela, El hombre nacido en Danzig (Almadía). Traíamos un cuestionario preparado sobre los temas que toca: filosofía, basquetbol, locura, abandono. Pero, todavía no sabemos muy bien cómo, acabamos hablando de mujeres y poligamia.
Esta es una novela inusual. Schopenhauer, un abandono, Magic Johnson, basquetbol, un detective... ¿Cómo explicaría Guillermo Fadanelli de qué va el libro?
Decía Cioran, el filósofo y escritor rumano, que un escritor no debe explicarse demasiado a riesgo de parecer un científico.
No te mentiría si te dijera que la obra, una vez escrita, a mí mismo me ha sorprendido. Porque la he leído una vez publicada y no sé exactamente lo que quise decir. No tengo dominio absoluto sobre el mensaje. Pero no me preocupa. No creo que las novelas sean moralejas, no creo que tengan principio y fin. Son un medio de autoconocimiento. Lo que no quiere decir que no pueda decir algunas palabras al respecto de ella.
A manera de ocurrencia te diría que esta novela me parece el diario de un loco, de un hombre celoso, de un hombre incapaz de poseer a una mujer, de un ser perturbado, de un hombre desconfiado, de un observador.
También es un experimento personal en el que quise mezclar temas aparentemente inusuales o contradictorios, como la filosofía y el basquetbol. Quise mezclar a algunos de mis pensadores favoritos (Montaigne, Rousseau, Séneca, Schopenhauer) con Magic Johnson, el genio de Los Angeles Lakers. Porque tanto unos como otros han influido en mí.
¿Jugó nunca a basquetbol?
Sí, yo no escribo de nada de lo que no sé, por lo menos, a medias. Jugué siete años con la selección de los Pumas de la UNAM, no vía mi talento, sino vía el esfuerzo y la necedad.
¿Has sentido nunca el abandono?
No. Bueno sí, cuando mi madre murió sentí el peso del abandono. Fue hace diez años y todavía no me repongo. Pero al contrario que mi personaje, ante el abandono nunca culpo al otro, culpo al destino o a mí mismo. Y aunque creo que pensar que nos equivocamos es ególatra, porque uno nunca tiene el control, siento que moralmente la autoculpa es algo higiénico. No metas a los demás.
Volvamos al diario del loco...
Sí, es el diario de un loco. Porque tu mujer amada no existe, es una invención. Me parece que es prudente pensar que la mujer que deseas no existe, que la deseas pero no la puedes poseer ni gobernar. Y cuando digo poseer no hablo de fornicar, sí puedes fornicar, pero tu mujer sólo está contigo como un flujo, como una motivación de la locura. No la puedes vigilar, apropiarte de ella, ni ordenarle su agenda.
¿Y eso es lo que le pasa a tu personaje, que la quiere poseer y no puede?
El personaje sufre exactamente por eso. No puede controlar a su mujer. Ella siempre lo hará sentir engañado, pero no ella, sino ella a través de él.
Nunca sabemos quiénes son las mujeres, en general, aunque todas sean diferentes. No quiero hablar de las mujeres como un conocedor, ni como un misógino, ni como un don Juan conquistador. Pero sí como un observador. La mujer es una idea, una atracción, y allá tú como sobrellevas esa atracción.
¿Por qué nos casamos, entonces?
Bueno, yo nunca me he casado, pero me imagino que las personas se casan: uno, por tradición y, dos, por ingenuidad, porque el estado natural del hombre es la poligamia. Aunque hay a quien la monogamia le va muy bien, desde mi punto de vista y experiencia, sólo la poligamia puede estimular a un hombre o una mujer de manera verdadera.
Hay mujeres que tienen lo que otras no tienen, hay que son dulces, otras que están muy buenas, otras con las que puedes conversar, otras que tienen dinero, otras que son jóvenes, otras que tienen experiencia. ¿Por qué condenar a una mujer a serlo todo? A mí me parece una dictadura. A no ser que ambos construyan a lo largo de la vida, como lo hizo Rousseau, una relación a base de equilibrio y sacrificio.
¿Mucho sacrificio?
Depende de quién, porque hay personas que no son promiscuas. Y hay judeocristianos que desean una sola mujer, para a partir de ella crear un orden. A mí me parece una locura.
Norman Mailer dijo que la fidelidad era importante porque implicaba sacrifico, porque cuando tú escoges a una mujer, lo que haces es dejar fuera al resto de las mujeres. Y ningún amor puede ser fundado en el gusto heterogéneo o en el gusto superficial. Todo amor es un sacrificio.
Él lo dijo, pero se casó 6 veces. Y, por cierto, a su última mujer la acuchilló en una fiesta.
No sé... yo tengo ahora una mujer, una mujer que quiero, y siempre será una extraña para mí. Pero, pese a ello, mis amigas, mis amantes, mis mujeres me siguen queriendo. Porque al final de cuentas he sido respetuoso y honrado. No he sido un hipócrita. Soy lo que soy.
Creo que el mundo femenino ha sido muy benigno conmigo, de hecho, porque no soy un hombre guapo, ni rico, ni poderoso. He sido un hombre afortunado. Hoy, la mayoría de mis amigos, son mujeres. Y sin ser gay.
Todas las mujeres son mías, por cierto, eso es algo muy importante. Si eres mujer, y me gustas, me perteneces. Te puede parecer un término machista, pero es mejor llevarlo de una vez ahí.
¿Te consideras cortés? ¿Caballeroso?
Sí, totalmente. Pero cortés en el fondo. El hombre cortés no es el que le abre la puerta del auto a una mujer. El hombre cortés es el que reconoce la seducción en la mesa, el que reconoce el poder que ella tiene sobre él, el que no miente, ese es el hombre cortés. Y el que, sobre todo, no es cortés ni caballerosos para conquistar. Yo nunca quiero conquistar a una mujer, me gustaría acostarme con ella, pero eso es diferente.